martes, 2 de noviembre de 2010

Miguel Hernández, ¡Poeta!- Cien rayos que no cesan

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942). Son tantos las tésis y tratados sobre su vida y su obra, que pretender en este espacio hacer cualquier "disertación" al respecto, resulta ingenuo y necio. Así que, sin más comentarios se le rinde en este comentario un modesto homenaje a los Cien Años de su Nacimiento con el segmento I de su poema Hambre, perteneciente a El hombre acecha, 1937-39, cuya edición fue destruida en la primavera de 1939 por orden de francisco franco. Afortunadamente, en 1981 se hizo una edición facsimilar de uno de los dos ejemplares que sobrevivieron a la conflagración:
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.
Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.
Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.
No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros
En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.

sábado, 30 de octubre de 2010

De la catarsis y la esjatología como instrumentos de liberación

Hay un mundo infernal, cruel y despiadado, del que todos tenemos conocimiento y, sin embargo, como en el mito popular de los avestruces, nos empecinamos en clavar la cabeza en las arenas de la "autocensura", el comportamiento "políticamente correcto" y el cuidado en el manejo de las imágenes (tanto visuales como auditivas, individuales como colectivas,  propias como ajenas) con la pretensión ingenua de establecer una barrera moral entre la crudeza de los acontecimientos y la inconciencia de nuestra participación en ellos. Sin embargo, si se esfuerza un poco la vista, es posible observar bajo esa primera capa de "celo cristiano", una densa telaraña de  incoherencias entre el discurso y las acciones de los predicadores de toda laya (religiosos, políticos, económicos y "bien intencionados")... Entonces, se acaba vislumbrando un imbricado ecosistema de causas, métodos y propósitos de un clan dantesco que manipula los hilos del comportamiento salvaje de un determinado grupo social humano. 
Para definir la tragedia en su Poética, Aristóteles recurre a la Catarsis como el acto de  purificación emocional, corporal, mental y religiosa mediante la experiencia abrupta de sentimientos de miedo y de compasión. Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o "purificar") al espectador de sus propias bajas pasiones al verlas proyectadas en los personajes de la obra y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas, de modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final. Josef Breuer y Sigmund Freud, iniciadores de las teorías del Psicoanálisis, retomaron ese concepto y denominaron método catártico al proceso de re-vivencia o remembranza del momento en que una emoción o sentimiento debieron ser reprimidos por un sujeto cuya represión terminó manifestándose en alguna forma patológica de angustia. En cuanto a lo Es(c)jatológico, bueno, los colombianos hemos aprendido a revolcarnos en sus dos acepciones... Entremos en materia, para no convertir este espacio en una aula pretensiosa y soporífera. El texto y las gravaciones que podrán sufrir después del siguiente punto aparte, aparecieron en la Revista Semana del mes de junio de 2010; pero ésa es una revista de élite con circulación restringida y a mí se me hace que acontecimientos como este debieron haber desatado una conmoción planetaria que, como a todos nos consta, nunca tuvo trascendencia. Las otras imágenes son clandestinas, es decir, no circularon en los medios, pero son de fácil consecución en cualquier zona rural o urbana del territorio nacional.
"Treinta de enero de 2010. Un grupo de sicarios habla por teléfono de su más reciente "vuelta"(1): el asesinato de una persona en Montería. En una llamada interceptada por el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, alias 'Toto' y 'el Flaco', miembros de la banda Los Urabeños, le cuentan a alias 'Jimmy', como si fuera un juego, el escabroso crimen que acaban de cometer:
Toto: Estábamos jugando... a pico y pala...
Jimmy: ¿Hicieron algo?
Toto: De eso que usted hace y le gusta mucho... apenas nos estamos cambiando.
Jimmy: ¿Y quiénes boliaron(2) ahí?
Toto: Usted viera al Flaquito...
Jimmy: ¿Y 'Caliche' qué? ¿Buen boliador?
Toto: Esa gonorrea(3) fue el que empezó...
Jimmy: Páseme a la Flaca.
Flaco: Hola, perra(4).
Jimmy: Hola, descuartizadora (Jimmy y el Flaco se ríen). Hola, carnicera. Me guarda un pedacito de ñervo(5).
Flaco: ¿Frito o sudao?
Los que hablan uno de los nuevos carteles que se están peleando el poder del narcotráfico en el país y que tiene una guerra casada con Los Paisas. Las dos bandas son derivaciones de los imperios criminales de dos ex jefes paramilitares hoy detenidos: los primeros de 'Don Mario', Daniel Rendón Herrera, y los segundos de 'Don Berna', Diego Murillo Bejarano. Pocos días después, una nueva conversación interceptada al mismo grupo terminó de aterrarlos. Fue hace apenas cuatro meses. Mientras espera que del otro lado de la línea le contesten, alias el soldado comenta: "Pegué el dedo de una: tres en serie en una noche"(6) Luego habla con alias chumilo. Primero le pregunta si se quedaron con el dinero y el celular de uno de los muertos y después le inquiere por otra de las víctimas:
Soldado: Y le quitaron la ropita a la peladita(7) esa...
Chumilo: Tocaba, eso pa' desarmarla(8) tocaba...
Soldado: ¿Y qué, cómo era?
Chumilo: Normal, estaba buena(9).
Soldado: ¿Sí?
Chumilo: Sí, eso pa' desarmarla tocaba empelotarla.
Soldado: Y qué, gonorrea... ¿no le hicieron males?(10)
Los investigadores luego identificaron a las tres víctimas de esta masacre: un oficial retirado del Ejército, su madre y su novia. Estos se sumaron al caso de un mototaxista, que al parecer es el mencionado en la primera grabación, y al de un taxista cuyo cuerpo fue encontrado después. Todos los crímenes sucedieron en Montería, las autoridades los atribuyen al mismo grupo y no descartan que sean más las personas asesinadas y descuartizadas. Gracias a sofisticadas técnicas forenses y al uso de perros adiestrados, los cuerpos del ex oficial y su familia y el del mototaxista fueron encontrados en la finca Villa Elena, a menos de diez minutos de Montería por la vía principal que conduce a Arboletes. El otro fue enterrado en otra hacienda. Todos los cuerpos se hallaron a poca profundidad. Sobre el tronco de la víctima ponían su cabeza y sus extremidades, luego la ropa y encima la siguiente víctima en las misma condiciones. En estos casos, la desmembración se dio luego de un tiro de gracia. Después fueron cortados con machete; en unos casos, por la forma de los cortes se evidencia su poca práctica. Según especialistas, esto se hace por algún tipo de "satisfacción muy íntima y personal del victimario", como explicó el especialista Javier Rojas al Meridiano de Córdoba, que dio a conocer la noticia de los nuevos descuartizamientos. "Puede ser como una firma de comportamiento grupal", dice. Incluso a los investigadores les llamó la atención la forma cuidadosa como organizaron los cuerpos dentro de la fosa. Una nueva conversación permitió al CTI avanzar en la captura de los asesinos. 
Uno de ellos, alias 'Caliche', llamó a su madre. Este es un fragmento del diálogo hijo/madre:
Caliche: Otra cosa, cuchita.(11) ¿Sabe qué, más bien? Que pa' toda la gente que hagan que yo estoy muerto.
Madre: ¿Por qué? ¿Qué pasó?
Caliche: No, tiene que ayudarme, en estos días me tocó hacer unas cosas que… Yo sé que usted me ha dicho que no le comente nada de lo que yo hago... Lo que hice ese día ahí fue una vuelta ahí que uno nunca olvida eso... Sabe qué, madrecita, me tocó picar a un man (12), a la mamá y a la hermanita...
Madre: Huyy… por Dios bendito.
Caliche: Se lo juro, cucha. Y sabe qué, madrecita. Me siento mal, me siento arrepentido.
Madre: Mijo, pero si no lo hacía usted, se lo hacían a usted…
Caliche: Y es el momentico, viejita, que sabe qué, cucha, me siento raro...
Madre: No pues, rece, mijo. Es algo que le tocó a usted, mijo.
Caliche: Ese día yo nada más veía eso y en la mente mía pensaba era en usted y en la niña. Pero sabe qué, cucha. Se lo digo de corazón: al man no, nada, normal. Al man le di sin mente(13). Pero a la mamá y a la hermanita… remordimiento nada más, porque mi mamá y mi hermanita… yo pienso es eso y no quiero que nada de eso les pase a ustedes…
Luego la madre le recomienda que lo mejor es que "haga sus cosas lejos, donde nadie lo conozca... y no se meta en problemas...", y concluye mencionando otro crimen:
Caliche: En estos días Jimmy se ganó diez palos(14) y le llevó cinco palos a la cucha de una(15).
Madre: ¿Y en qué se los ganó?
Caliche: Usted sabe… haciendo lo mismo de uno. Yo no me conformo con eso, sino que más.
Madre: De pronto midiosito(16) a usted lo tiene pa' más, no sé…
Caliche: Dios quiera que sí. Bueno, pues, madrecita, mis bendiciones.
Madre: Que mi Dios lo bendiga. Que las ánimas benditas lo protejan de todo mal y peligro.
Siguiéndole el hilo a esta pista, los investigadores encontraron que se había dado la orden de asesinar al menos a diez personas más en la capital y a otras cinco en Córdoba. La sorpresa de los investigadores fue mayúscula cuando se dieron cuenta de que los descuartizadores son personas menores de 25 años y que no han sido paramilitares, lo cual hubiera ayudado a explicar el origen de su comportamiento sangriento. Además, son jóvenes de ciudad, principalmente de comunas de Medellín, que no han tenido contacto con implementos de campo como los usados en los desmembramientos."

¿Siente asco, rabia, impotencia? Trate de imaginarse el terror cotidiano de nuestros campesinos y jóvenes de barrios periféricos, mientras el salgareño, cínico impune, implementa su estrategia de rumores y corrupción para instalarnos desde la alcaldía de Bogotá su política de terror y miseria. ¡Carajo! ¡Abra los ojos! Vomité, si es necesario... pero ¡REACCIONE! ¡Déjese tocar! No se siga refugiando en la ignorancia de lo que en este momento está sucediendo allá afuera, a pocos metros de su engañosa "seguridad democrática".
(1) Vuelta- Diligencia o gestión que no necesariamente ha de ser criminal.
(2) Boliaron-Pasado de /boliar/ expresión coloquial paisa cuyo campo semántico se extiende desde ejecutar una acción hasta botar o desprenderse de algo.
(3) Gonorrea-Si bien este insulto tuvo su origen lumpesco en la región paisa, acabó extendiéndose por toda la geografía nacional como una forma socioléctica de saludo entre menores de 30 años.
(4) Perra- Como el anterior, terminó siendo un saludo entre varones, pero conserva su valor de insulto cuando se refiere a la mujer.
(5) Ñervo- En el lenguaje coloquial paisa se pronuncia /ñervo/ para hacer alusión al tejido conjuntivo conocido como NERVIO
(6) Pegué el dedo de una: tres en serie en una noche- Había asesinado a tres personas en una misma noche.
(7) Peladita- Diminutivo de /pelada/ término para "mujer jóven" en el occidente colombiano.
(8) Desarmarla- Cortarla en trozos.
(9) Estaba buena- Provocaba hacerle sexo.
(10) ¿No le hicieron males?- Como si fuera poco el asesinato y descuartizamiento, para estos individuos el desahogo sexual con la víctima es la marca de su "poder". Hace una semana, un contingente de soldados violó a una niña de 9 años y la asesinó junto con sus dos hermanitos.
(11) Cuchita- Diminutivo de /cucha/ denotativo de vieja y connotativo cariñoso de mamá.
(12) Man- Obviamente, /hombre/. Lo interesante de la socialización spanglizada de este término anglo, de uso generalizado en todo el territorio nacional, independiente de la edad y clase social, es la remanencia de la influencia lingüística de la acción "misionera" de los cuerpos de paz gringos de los años 60.
(13) Sin mente- Sin conmoverse, sin pensarlo, sin tener conciencia de las consecuencias de su acción,
(14) Diez palos- Diez millones de pesos.
(15) De una- ¡Ya!, inmediatamente.
(16) Midiosito- A pesar de que todos y cada uno de los paisas hacen una ostentosa confesión de su fe en el dios del dogma crisriano, es corriente escuchar a cada quien invocando a su dios personal como el único y verdadero dios.

viernes, 29 de octubre de 2010

Fernando Garavito QPD: Haciendo gala del humor negro hasta sus últimas consecuencias

Ya ni sé por donde comenzar a escribir... Tal vez deba retomar y hacer mía la rima LX de Bécquer:  "Mi vida es un erial,/ flor que toco se deshoja;/ que en mi camino fatal/ alguien va sembrando el mal/ para que yo lo recoja". Todo me hace sospechar que desde el momento de mi nacimiento un Hado ebrio me designó como acompañantes por este breve paseo a un ángel bromista y un duende perverso. Entrambos la han emprendido contra mis decisiones. A golpes de coincidencias han hecho de mí un Habacuc veintiunsiglero que anticipa acontecimientos o los ve déjàvusarse ante sus atolondrados ojos... En fin, que para no explayarme en lamentaciones cuasi metafisiqueras, quiero referir aquí, más con rabia que con dolor, la bromita, muy de su estilo que acaba de hacerle Fernando Garavito Pardo, El Señor de las Moscas o Juan Mosca, a quien, precisamente, por ésos, sus alias de combate literario, y por ese, su lenguaje iconoclástico con que se burlaba de los momentos fatales, lo había seleccionado para su entrada del 31 de octubre y primero de noviembre en este blog (En Colombia la noche de brujas y el día de muertos se confunden en una sola celebración que, a final de cuentas, tiene más sabor a golosina infantil que a conciencia ritual sobre los avatares de la vida y la muerte y a mí me sigue pareciendo que el Profesor Fernando Garavito conocía la fórmula exacta y administraba los ingredientes precisos para una pócima literaria con tales características). 
La medida de su sazón mamagallista se puede deducir a partir de los títulos de sus publicaciones: Dos libros de poemas: ‘Ja’ (1976), considerado uno de los puntos de ruptura de la nueva poesía en Colombia, e Ilusiones y erecciones (1989). A pesar de su fiasco editorial con el número monográfico Agujeros en las medias (1982), la revista de poesía Golpe de Dados le rindió  un homenaje a su trabajo literario en febrero del  2000 con la edición de un número especial bajo el titulo de Son Neto. 
Y, para comprender su compromiso visceral con la cultura, baste saber que fue esposo de María Mercedes Carranza (con quien parió a Melibea), que en 1970 ideó y puso en marcha el Tren de la Cultura, un museo montado sobre seis vagones de ferrocarril que recorrió el país entero durante cuatro años siendo visitado por seis millones de personas y recomendado por la Unesco como programa cultural para el Tercer Mundo; que entre 1974–75 fundó y dirigió Estravagario, la revista cultural del periódico El Pueblo, de Cali, punto de encuentro y de-partida de los escritores colombianos de la década de los 70; que durante años fue redactor, editor, director y comentarista editorial de El Tiempo, El Espectador y la revista Cambio, y que su erudita, polémica e inteligente columna El señor de las moscas, que durante cuatro años (1998-2002) publicaba semanalmente en El Espectador, fue una de las más leídas en Colombia. En 1993 escribió El corazón de oro, que fue considerada un ejemplo importante de periodismo literario; su columna semanal en The Santa Fe New Mexican recibió el “E. H. Shaffer Award – First Place” otorgado por la New México Press Asociation como “mejor columna en español” del año 2006-2007. Su libro Praxis and Ambigüity of the Enemy recibió el New México Books Award, otorgado por la Asociación de Libreros, como “Best Political Book” en el año 2007. Sus principales trabajos periodísticos se han recogido en seis volúmenes: Reportajes de Juan Mosca (1983), Bogotá, ayer, hoy y mañana (1986), El corazón de oro (1992), País que duele (1995), El vuelo de las moscas (2003), Para militar para paramilitares (2006) y Praxis and Ambiguity of the Enemy (Práctica y ambigüedad del enemigo), que publicó la Universidad de Oklahoma en el 2007. En abril de ese año,  Ediciones B (filial en Colombia de Vergara Editores) incluyó en su fondo editorial Banquete de Cronos, una antología de su trabajo literario. Además es autor de una antología sobre la obra de León de Greiff, coautor de dos antologías de poesía colombiana y autor de una biografía de Eduardo Umaña Luna “maestro de maestros” en Colombia.
Fernando, a quien las muertes de sus esposas y el resentimiento de sus denunciados no lograron encoger su cuniculica risa, miraba transcurrir sus dias forjando espacios de conocimiento y propuestas de cambio a la podredumbre de la moscarria. Su artículo publicado en la revista Código del periódico El Espectador ¿Por qué los autores del desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe Vélez?, ‘motivó’ el cierre de sus dos columnas de opinión en El Espectador: El señor de las moscas y Al desayuno.  
Pero, la gota que rebosó la taza de los odios del régimen fue Álvaro Uribe, El señor de las sombras, una investigación escrita y publicada por el periodista Joseph Contreras de la Harvard University con la asistencia de Fernando Garavito, la cual, obviamente, desencadenó las consecuencias esperadas: amenazas, persecuciones, anónimos… hasta que tuvo que exiliarse en Estados Unidos con Priscilla Welton su segunda esposa  y Fernando y Manuela, los hijos de esa unión. Allí se desempeñó como maestro de kindergarten en una de las escuelas públicas de Santa Fe, Nuevo México durante tres años (aparte de las primeras letras, sus alumnos de cinco y seis años aprendieron con él sistemas para afirmarse en el proceso cultural y quizás hayan contemplado desde una perspectiva limpia y diáfana las implicancias del humanismo del siglo 21). Del año 2003 al 2005 fue becario de Cities of Asylum, la organización mundial de protección a los escritores y la libertad de pensamiento. Además, alcanzó a recibir algunos reconocimientos por sus libros  ‘Ja’, Reportajes de Juan Mosca, País que duele y El corazón de Oro, así como el Premio de Periodismo Simón Bolívar en Crónica y Reportaje en el año 2001 por su investigación sobre la barbarie del Palacio de Justicia; en 2006 recibió, junto a otros cinco periodistas, el prestigioso Cultural Freedom Award que le otorgó la Lannan Foundation “por su trabajo a favor de la democracia y de la libertad y del respeto a los derechos humanos”; su columna semanal en The Santa Fe New Mexican recibió el “E. H. Shaffer Award – First Place” otorgado por la New México Press Asociation como “mejor columna en español” del año 2006-2007, y su libro Praxis and Ambigüity of the Enemy recibió el New México Books Award, otorgado por la Asociación de Libreros, como “Best Political Book” en el año 2007. Por último, fue diplomático en Berna y Lisboa  y profesor de tiempo completo de la Universidad del Rosario de Bogotá (Estilos argumentativos y Mediología - Facultad de Relaciones Internacionales 1999-2002), donde los alumnos lo calificaron con el único título del que se sentía orgulloso: el de Mejor Maestro Universitario; y de medio tiempo en las universidades de los Andes (Entrevista y Reportaje - Postgrado de Periodismo) y Javeriana (Literatura del Siglo de Oro- Departamento de Literatura). Como siempre, la ironía: regresó a la Universidad, en este caso la de Nuevo México, como alumno en la maestría de Literatura Española y maestro asistente de Español en el Departamento de Español y Portugués de ese instituto. Fue en esa ciudad donde ayer, 28 de octubre, murió de carro (como Gonzalo Arango y como Raúl Gómez Jattin, con quienes  tanto tenía en común). Lo despediremos con esta auto-pintura de su muerte, advirtiendo que dentro de dos entradas postearé el texto que estaba preparando, porque ni las rabietas de la Huesuda van a poder censurar lo que ya tenía etiquetado en mi laboratorio)
“Este es el recuerdo de mi muerte: el asombro se apodera de mí, crece por dentro, la espalda se contrae y en mi cara el rictus del placer da paso al pánico, sabía de este instante, lo deseo, una sola pregunta obsesiva me golpea, detallo los detalles, mi mirada va de la barba del asesino a su pistola, al dedo sobre el gatillo, a la amenaza, siento pánico bajo los brazos, en las rodillas el asombro, aún ignoro qué hacer con las manos, un gesto congelado se apodera de ellas pero espero salvarme, este mismo temblor sube a mis labios, pienso Dios, el miedo me pone junto a Él en su paraíso, la ira se agolpa en mi memoria, estoy suspenso, ha pasado un segundo cuando suena el disparo, soy un desecho, una piltrafa, el desperdicio que siempre creí ser, con mirada de vidrio”. (Fernando Garavito, El Banquete de Cronos, 2007).  {recomiendo su diccionario}

martes, 19 de octubre de 2010

El paredón del blog 11- Un sentimiento erótico que se baila

"Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas
qué saben lo que es tango, que saben de compás.
Aquí está la elegancia. ¡qué pinta, qué silueta,
qué porte, que arrogancia, qué clase pa bailar!
Así se corta el césped mientras dibujo el ocho,
para estas filigranas yo soy como un pintor.
Ahora una corrida, una vuelta, una sentada,
¡así se baila un tango... un tango de mi flor!"
Marvil (Elizardo Martínez Vilas)
De la gran cantidad de literatura que versa sobre la Música, una proporción  muy pequeña ha sido dedicada al Baile Popular. De esa mínima proporción, quizás el más privilegiado por la variedad de comentaristas y la calidad de sus plumas, ha sido El Tango. Cortäzar, Borges (más milonguero), Sergio Pujol, Eduardo Romano... Por eso mismo, resulta muy gratamente sorprendente encontrarse en la descarga de belleza y generosidad que es el blog de Melody Paz, con uno de sus relatos sobre la relación erotanguera. Yo, que soy un saqueador irredimible, se lo he birlado y se lo he puesto aquí, con la intención de darle un toquecito a su corazón, pa que sepa lo que se siente cuando se encuentra a boca de jarro en sitios inesperados con sus escritos. (Melodía, tolérame las transformaciones, no tengo ninguna excusa: soy un punga que cuando escucho tango pienso en María Schneider y corro a buscar mantequilla):
-¿Cómo será bailar un tango contigo, en nuestro propio Harlem? -Me preguntó mientras aferraba tibiamente mi mano.
-¿Será como lo imaginé? ¿Tendrá el mismo sabor que en mis sueños?
La música empezó a enredarnos en un dos por cuatro bajo un cielo de vid entre las redondas e insolentes glicinas que espiaban nuestros movimientos. Las piernas me temblaban, había que ser lo bastante arrabalera para bancarse un guapo de estos. Y yo lo soy. Se cazar y defenderme en las pistas de baile y de la vida. Nos juntamos como dos fieras en celo. 
Adelantaste tu pie derecho con la reciedumbre enguantada en la dosis justa de suavidad y te fuiste acercando lento y canyengue, sin liberar tus ojos secuestrados en los míos. Respondí clavando con firmeza el tacón de mi pie derecho, al tiempo que movía felinamente el izquierdo. Me incitaste atrayéndome hacia ti, tatuándome a tu pecho, con la distancia en huelga. Me rodeaste por la cintura, como para no hacerme daño, pergeñando tu firma: En este momento eres mía, de más nadie, escribiste, acentuando tu nombre. Las pestañas casi se rozaban, mi mejilla giraba en rosa acariciando la tuya. Hundiste tu pierna en medio de las mías que te recibieron complacientes y te deslizaste por cada intersticio de la red de mis medias y entre el tajo pronunciado de mi pollera hasta la cúspide de mis muslos, exhibiendo la pizca de luna y las tres estrellas, que ya sabía de antemano, tenía reservada para ti escondida en el centro de mi sexo.
Me dominaste, girándome varias veces. Vueltas y vueltas, tenues y veloces a tu antojo, en un torbellino de concavidades carnosas y pasos sensuales... Frenamos en un abrazo que atrevido rozaba en cero pudor cada forma de los cuerpos. Nos detuvimos tan pegados, pero tan pegados, que el aire pujaba en vano por escapar de entre los cuerpos. Sentí tu aroma a mar y madera de pino mezclándose al mío. 
Sinuosa y encendida, deslicé lentamente mi pierna izquierda y comencé a dibujar ochos... Al detenerme en un impulso que sabía a deseo, deslicé la punta de mis pies con tacones rojos, ascendiendo muy suave por tu entrepierna. Los cortes y quebradas de nuestros movimientos dibujaban  firuletes sobre una alfombra de fuego. Sin que te opusiera resistencia, me inclinaste hacia atrás, sosteniéndome por la espalda, tus labios rozando dúctiles mi cuello, me elevaste hacia ti, apretándome más; en ese momento estiré con brusquedad la pierna hacia atrás y pude sentir el aliento de tu beso a punto de escaparse, muy caliente, entreverándose en los acordes del violín y los lamentos rezongones del bandoneón.
La música empezaba a despedirse, me lanzaste hacia arriba, cruce mis piernas y quedé sentada como una niña sobre tu rodilla. Antes del último compás, me guiñaste un ojo, te arrebaté el sombrero y lo acomodé con gesto insolente en mi cabeza, me puse de pie y caminé deslizándome en punta, con las caderas en movimientos de abanico y cadencia sincopada. Tú me observabas en lobo hambriento, siempre te gustaron las presas difíciles. Y yo no soy una mina más. Me saqué el sombrero, lo arrojé al suelo y emprendí la retirada sin desviarme del objetivo. Lo recogiste y corriste a mi encuentro. Nariz con nariz, me susurraste al oído algo que no pude descifrar pero que sabía a pecado. Delatándote: Estás piantao por mí. Al llegar al extremo del salón te lancé un Fuck you, envuelto en una sonrisa pícara. Sabes que si digo Fuck you al compás de un tango, en nuestro lunfardo digo lujuria, digo pasión. Tal vez hoy ocurra un incendio en Harlem con sólo dos víctimas; sólo por esta noche... En nuestro barrio todo es por hoy, mañana es una palabra en guillotina… Mañana, no sé, si podremos bailar otro tango". © Melody Paz