viernes, 17 de julio de 2009

20 de julio "Independencia americana": mito burgués, farsa histórica y patraña oficial

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Suelen algunos paises suramericanos, entre ellos Colombia, aprovechar el 20 de julio de todos los años para sacar a las calles la parafernalia de sus cuarteles, dizque conmemorando el día mítico en que un "criollo" le destortilló a un "chapetón" un florero en la cabeza. Los historiadores oficiales, amigos de las parábolas cristianas y las metáforas grecorromanas, convirtieron una anécdota tan nimia en el grito definitivo de "independencia" de las colonias americanas ante la Corona española. El cuentico de hadas puede resultar bonito para quien se presuma descendiente de españoles (es decir, de aquellos de quienes lo liberaron las "tropas emancipadoras" ¿no le parece irónico?); pero, si usted padece el natural infortunio de ser un mestizo de esos que, aunque parecen tener algo de "blanco" en su eslabón genético, no conseguirán deshilvanar el rollo de su genealogía hasta más allá de la cuarta vuelta sin tropezar con un ancestro indígena que, en condiciones de esclavitud o servidumbre, tuvo que abrirle las piernas a un invasor para dar origen a la "latinoamérica" actual; o, peor aún, si es un indígena desplazado a punta de terror y sangre de su suelo nativo para implementar el desarrollo de "megaproyectos" hidroeléctricos o de explotación petrolera, que observa impotente cómo el gobierno central negocia sus tierras con "inversionistas extranjeros" (¿qué tal el eufemismo?): banqueros y comunicadores españoles (de los que "fuimos libertados" ¿se acuerda?), bases militares gringas (los que nos "asesoran" en fumigación, bombardeos y tácticas de tierra arrasada ¿los conoce?), quizá valga la pena que le pregunte a cualquiera de esos "colombianos orgullosos" que por un atavismo inducido cuelgan un trapo tricolor en la fachada de su casa o salen a las principales avenidas a ver el desfile de chafarotes armados hasta los dientes, o se les rompe el himen lacrimal escuchando al pequeño peroratero que les habla de independencia patria pero les escamotea la soberanía nacional para entregarsela a los traficantes de armas, a los vendedores de glifosato y a los piratas bursátiles, qué celebra y de qué se cree liberado. Hágale la misma pregunta a un colombiano emberá Katío de los que están hacinados en Bogotá mientras los kapunia fieles al régimen construyen sus fincas de recreo y plantan sus cultivos de palma en las 21.000 has. de lo que fuera su resguardo. Pregúnteles a los miles de desempleados y a los dolientes de los falsos positivos y a los campesinos desplazados por los palmicultores y a los pequeños productores afectados por el TLC. Y si las respuestas no le gustan, pregúntese a usted mismo si su conocimiento de la realidad histórica ha sido malinformado, desinformado o deformado. ¿Por quién o quienes? Bueno, ahí comienza su labor personal de autoliberación y crecimiento. Ya basta de falsos patrioterismos y de mitos dieciochezcos: en vez de celebrar "independencias" inexistentes, tratemos de construir una conciencia de identidad nacional fundamentada en la justicia social y el respeto a la diversidad étnica y pluricultural en el contexto global de las naciones del siglo XXI.