Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas

martes, 24 de abril de 2012

El Dia del Idioma Español- Otra celebración casi inútil

El afán mercantilista de parcelar los sentimientos ha impuesto como moda la distribución calendárica de la expresión de los afectos en un cronograma comercial que regula la venta de los "suvenires" correspondientes. Una víctima indefensa de esa tendencia es nuestro idioma español, cuya naturaleza auto referenciadora (en tanto LENGUAJE hablado) hace superflua cualquier celebración a su nombre. Aun así cada año, desde 1702, llegado el 23 de abril, dia en el que murió Miguel de Cervantes Saavedra (en 1616), se celebra el “Día Mundial del Idioma Español”; pero, por causa y efecto de los intereses mercantiles ese reconocimiento está sufriendo una mutación de uso hacia el "Dia Mundial del Libro"...
En fin, que para no meternos en terrenos peliagudos y reivindicar lo que de literario pervive en la celebración, he querido aprovechar la coyuntura para reencauchar una muy amena e interesante conversación sobre Poesía, escuchada en 2010 en la Casa de Poesía Silva de Bogotá, Colombia. Se me hace que el texto puede resultar de absoluta importancia didáctica para aquellos aprendices de poeta que, creyéndose gustar de la solemnidad cortesana, se toman a pecho el placer de sus angustias imaginarias y desdeñan circunspectos el deleite pagano de la risa. Como dice LEN (más abajo) "Borges decía que alguien decía que la poesía es la emoción recordada en la serenidad, y realmente qué mejor emoción que la del humor, porque éste está muy cercano al amor". (Como de costumbre, negritas e itálicas son mi injustificable intromisión en el texto)
LA POESIA Y EL HUMOR

Por Daniel Samper Pizano, Luis Enrique Nieto y Humberto Dorado
Hay mala poesía que hace parte de nuestra vida. Antes de adentrarnos por esos terrenos de la poesía y el humor, voy a leerles algunos comentarios de autores serios sobre la mala poesía. Chesterton, por ejemplo, dice: "Podría formarse el peor libro del mundo a partir de fragmentos selectos de los mejores escritores del planeta". Es un pasatiempo memorable descubrir horrorosos versos en grandes poetas. Dice también Georg Christoph Litchenberg en uno de sus aforismos: "Está bien que los jóvenes se enfermen de poesía en ciertos años, pero por el amor de Dios, hay que impedir que la contagien. Yo fui uno de esos que enfermó de poesía. Tengo algunos compañeros de universidad que están en este auditorio y que conocieron un horrible poemario que escribí en esa época en que estaba sumamente enamorado. He tenido que sobornar a algunos de ellos para que no lo den a conocer", se justificaba.
García Márquez tiene una famosa frase, muy lúcida como casi todos los chispazos de él en materia de crítica literaria: "Soy un gran admirador de la mala poesía porque ella es la carnada para llegar a la buena poesía". Ciertamente, pocos empiezan a leer con los libros de Borges; solemos empezar con Julio Flórez, o algo así. Pero al final se llega a la buena poesía. Eso es lo importante de la mala poesía, mala poesía que además tiene muchas representaciones. Una es la mala poesía del que quiso pero no pudo. Otra es la del que cree que lo logró, y otra es la del que se solaza escribiendo, ex-profeso, mala poesía. Hay parodias gloriosas que van a escuchar en el curso de esta aventura por la poesía y el humor, y también ingenuos cantos épicos o de amor.
Desde Valerio Marcial, nacido en España, en la actual Calatayud y famoso en tiempos de Nerón, cuando el emperador cantaba y quemaba ciudades y la gente le agradecía que las quemara, surge la vena de la poesía de humor en español. Obviamente el español no existía en esa época; se escribía en latín. Marcial tuvo que esperar nueve siglos para que apareciera el español y otros cuántos para que se le tradujera al castellano. Para entonces ya existía esa generación maravillosa y brillante del Siglo de Oro, a la cual perteneció Francisco de Quevedo, el gran maestro que con las mismas manos escribía un soneto a las putas y otro a las más maravillosas metafísicas del amor. Era muy frecuente en esos tiempos de los poetas del Siglo de Oro que los vates escribieran por igual grandes poemas de amor y humorísticos; no había ninguna diferencia. Ninguno se sentía deshonrado de haber cerrado un soneto metafísico y enseguida escribir una letrilla o algún dicterio contra uno de los poetas rivales.
La poesía del humor no respeta tema. El amor, la épica e incluso el tema de la religión forman parte de los flancos a los que dispara sus flechas. El más cristiano de nosotros tres, que es Luis Enrique Nieto, ha sido escogido para leer algunos pequeños trozos de poesía sacra.

Luis Enrique Nieto

/Nuestro Señor Jesucristo/ nació en su pesebre./ ¡Donde menos se espera/ salta la liebre!/

Daniel Samper Pizano

La siguiente pequeña estrofa forma parte de una historia sagrada en verso que escribió un español, el padre Carulla.

Humberto Dorado

/Y entonces Cristo se fue/ a la ciudad de Betulia,/ como quien se va a un café,/ o a una tertulia./

Daniel Samper Pizano

No todas las estrofas son así de santas y puras. Hay un poema, recitado mucho en Colombia en los colegios e incluido en mi libro Versos chuecos, las mejores peores poesías de la lengua española, que recomiendo leer.

/Al pie de la cruz están/ la Virgen en su desdicha,/ Magdalena la guaricha,/ y el marica de san Juan./

No me culpen a mí de este horror, culpen a los colegiales colombianos.

Luis Enrique Nieto

Hay una versión bíblica famosa de la democracia:

/Estaba la virgen María/ debajo de unos arboles/ comiéndose unos plátanos/ con todos sus apóstoles./ Llegaron los sarracenos/ y los molieron a palos/ que Dios protege a los malos/ cuando son más que los buenos./

Daniel Samper Pizano

Y de la poesía sacra pasemos a la poesía épica, que ha suscitado, la mayoría de las veces sin culpa, horrores espeluznantes -me refiero sobre todo a la poesía épica colombiana- y más de un chiste. Escuchen esta broma que tiene ver con aquella famosa estatua que hizo Tenerani de nuestro libertador.

Humberto Dorado

La estatua de Bolívar en la Plaza de Bolívar, a instancias del Congreso, miraba hacia el norte, donde estaban algunos almacenes comerciales, entre ellos el del indio Rodríguez Nieto. Un poeta anónimo, cuando se giró la estatua mirando hacia el capitolio, le dejó una pequeña nota al pie del pie. Ésta decía:

/Bolívar con disimulo/ y sin faltarle al respeto,/ resolvió voltearle el culo/ al indio Rodríguez Nieto/

El indio Rodríguez Nieto se puso furioso y dijo que iba a perseguir hasta el último rincón del mundo al autor de esa ofensa. Al día siguiente, el mismo poeta anónimo escribió:

/Bolívar con disipeto/ y sin faltarle al resmulo,/ resolvió voltearle el Nieto/ al indio Rodríguez culo./

Daniel Samper Pizano

Es mucha la poesía patriótica, y curiosamente el Partido Liberal se ha especializado en las grandes odas a sus mártires. Por ejemplo, están estas coplillas populares anónimas.

/Estoy enfermo y me siento muy mal/ y lo que más me duele/ es dejar a mi madre/ y al gran Partido Liberal./

/De luto está la liberal bandera/ porque se ha muerto el general Herrera;/ y como si eso no fuera bastante,/ está muy malo el general Bustamante./

Otra mano anónima fue quizás la que escribió, cuando fue asesinado en 1914 en Bogotá, en el Capitolio, el gran caudillo liberal Rafael Uribe Uribe, estas rimas forzadas pero sumamente graciosas:

/Asesinos Galarza y Carvajal/ que matasteis brutalmente a Rafael:/ si no hubierais hecho tal/ ¡cómo estaría en el Senado él!/

Finalmente hubo un liberal, muy conocido, don Jorge Pombo, que sacó la cara por el Partido Liberal y resolvió desquitarse de los conservadores con una estrofa de esas punzantes que hacia él, de tono alacranado. La siguiente se refiere a un combate que se celebró en el Alto de la Cruz, en una de nuestras guerras civiles, no sé si la 28 o la 45 o la 73. Lo cierto es que murió allí un capellán que estaba militando en las filas conservadoras. El cachiporro de don Jorge Pombo escribió entonces lo que leerá Humberto Dorado:

Humberto Dorado

/De un balazo en el testuz/ y entre las godas legiones/ murió un hijo de Jesús./ Como aquel, murió en la Cruz./ Y también entre ladrones./

Daniel Samper Pizano

En las guerras civiles, mientras los caudillos guerreaban, el pueblo sufría. El siguiente testimonio poético de sus padecimientos fue recogido y aportado en 1993 por Guillermo Duque Lleras, que en paz descanse, a la tertulia bogotana de la Gruta Sintética, imitación realizada con un siglo de retraso de la famosa Gruta Simbólica.

/Qué cosa tan brutal:/ hoy hace un año/ mató a mi padrecito/ el caballo castaño./ Sólo falta que la yegua castañita/ venga de golpe y mate a mi mamita./

También recogió Guillermo Duque Lleras otra coplilla que habla de una efemérides terrible y justamente muy oportuna, ahora que se habla en Bogotá de recoger las armas que circulan por las chiquitecas, viejotecas, madurotecas, etc.

/Hoy justamente hizo un mes/ que te presté mi revólver./ Quiero que me contestés/ si me lo vas a devólver./

De guerra en guerra estamos llegando a la época del Romanticismo que produjo los más espeluznantes horrores en materia de mala poesía. Con paciencia y con suerte, es posible descubrir algún verso que se salva, algún poema incluso memorable de todas las cascadas, los Tequendamas de poesía que se escribieron en el siglo XIX. De este período es difícil escoger la mejor peor poesía porque casi toda es supremamente buena como mala. No podemos sin embargo dejar de rendir un tributo especial y emocionado a don Rafael Núñez. Afortunadamente fue presidente como unas doce veces, sino habría escrito más poesía: nos salvó el poder ejecutivo por una vez en la historia. De él es ciertamente complicado seleccionar lo peor, pero creo que ya se nos anticiparon algunas voces políticas que escogieron su peor poema como himno nacional. De manera que con el respeto debido a nuestros símbolos, pero también con la indignación profunda de lo que allí está escrito, vamos a referirnos a algunos de esos versos.

Luis Enrique Nieto

Alfredo Iriarte, leyendo el Himno Nacional, encontró que nuestros héroes de la Independencia, particularmente los 14 valientes lanceros, tenían una arma orgánica, muy particular, que era el mal aliento.

/De Boyacá en los campos/ el genio de la gloria/ con cada espiga un héroe invicto coronó./ Soldados sin coraza/ ganaron la victoria/ su varonil aliento/ de escudo les sirvió./

Daniel Samper Pizano

Sobra decir que los calvos tenemos una deuda que no se puede pagar con don Rafael Núñez, pues nos elevó a la categoría de símbolo nacional.

/La virgen sus cabellos/ arranca en agonía/ y de su amor viuda/ los cuelga del ciprés./ Lamenta su esperanza/ que cubre losa fría/ pero glorioso orgullo/ circunda su alba tez./

No-sé- qué- quiso- decir. El Romanticismo es básicamente un empujón que le pegó a la poesía colombiana José Eusebio Caro. Éste era casado con una señora que se llamaba Blasina. A ella le hizo el siguiente poema:

¿Quién es la mujer divina? /¡Blasina!/ ¿A quien he jurado amar, / Tobar,/ con todo mi corazón: /Pinzón./ Y, pues te he entregado el alma,/ dame de tu amor la palma, /Blasina Tobar Pinzón./

¡Y de ahí nació don Miguel Antonio Caro!

Por la misma época en que los colombianos hacíamos estos desastres, había en España un grupo de lo que ellos llaman "cachondos", que eran unos poetas sumamente divertidos que se dedicaban a mamar gallo todo el tiempo. De entre todos ellos, apareció uno cuya identidad tardó en divulgarse y que escribió un famosísimo soneto que se titula Los animales son madrugadores. Ese soneto llegó por arte de magia a Colombia y en un momento dado apareció en la mesa del presidente Belisario Betancur. Betancur lo leyó en un gabinete de ministros y posteriormente, ante el aplauso de sus ministros, resolvió decir que era de él. Presionado por la prensa, dijo que no era él su autor, pero que el poema había sido armado en uno de esos viejos y famosos cafés bogotanos por un grupo de poetas. Luego se estableció que nada de eso era verdad. Después de que el soneto sea leído, les diremos la identidad comprobada del autor. Con ustedes "Los animales son madrugadores".

Humberto Dorado

/Los animales son madrugadores/ - sencilla observación que hace cualquiera-./ Gocen ellos del sol la luz primera/ y del alba, los pálidos fulgores./ Despiértense los pájaros cantores,/ hijos de la florida primavera,/ y vayan muy temprano a la pradera/ labriegos, y gañanes, y pastores./ El hombre culto, no; siempre a tal hora/ dormido ocupe el lecho todavía,/ disfrutando molicie seductora./ Yo sólo con placer madrugaría/ por gozar los encantos de una aurora.../ que es Aurora González y García./

Daniel Samper Pizano

La verdadera identidad de la aurora era Aurora González y García, señora soltera y virgen, pero Belisario cometió la travesura de ponerle "Aurora y González de García", con lo cual quedó implícito un pequeño adulterio que es lo que le ha dado realmente picante al poema, cuyo autor verdadero es Miguel Ramos Carrión, poeta y escritor de guiones de zarzuela nacido en Zamora, España, en 1848, y muerto en Madrid en 1915.Digo esto para que después no me nieguen la visa española. Entre nuestros grandes poetas humoristas, que los ha habido de verdad, uno que sobresale no propiamente como poeta sino como presidente es José Manuel Marroquín. Usted que es de la época de él, ¿qué nos puede contar, maestro?

Humberto Dorado

Sí, yo recuerdo a José Manuel, con gran ternura además porque mientras se debatían serios problemas nacionales, él se preocupaba por una cosa más duradera y profunda: la ortografía. En su memorable /Perilla/ hay este famoso poema:

/Ahora que los ladros perran,/ ahora que los cantos gallan,/ ahora que, albando la toca,/ las altas suenas campanas,/ y que los rebuznos burran/ y que los gorjeos pájaran,/ y que los silbos serenan/ y que los gruños marranan,/ y que la aurorada rosa/ los extensos doros campa,/ perlando líquidos viertas/ cual yo lágrimo derramas,/ yo, friando de tirito,/ si bien el abrasa almada,/ vengo a suspirar mis lanzos/ ventano de tus debajas./ Tú, en tanto, duerma tranquiles/ en tu camada regala,/ ingratándote así, burla,/ de las amas del que te ansia./ ¡Oh, ventánate a tu asoma!/ ¡Oh, persiane un poco la abra,/ y suspire los recibos/ que este pecho exhalo amanta!/ Ven, endecha las escuchas/ en que mi exhala se alma/ y que un milicio de músicas/ me flauta con su acompaña./ En tinieblo de las medias/ de esta madruga oscurada,/ ven y haz miradar tus brillaas/ a fin de angustiar mis calmas./ Estas tus arcas son cejos/ con que, flechando disparas,/ Cupido pecha mi hiero/ y ante tus postras me planta;/ tus estrellos son dos ojas,/ tus rosos son unas labias,/ tus perles son como dientas,/ tu palme como una talla;/ tu cisno es como el de un cuelle,/ un garganto tu alabastra,/ tus tornos hechos a brazo,/ tu reinar como el de una anda./ Y por eso horo a estas vengas/ a rejar junto a tus cantas/ y a suspirar mis exhalos/ ventano de tus debajas./ Así cantaba Calixto/ a las ventanas de Carmen,/ de Carmen, que, desdeñosa,/ no se acuerda de olvidarle./

Daniel Samper Pizano

Por los tiempos de Marroquín y de la Guerra de Los Mil Días, floreció en Bogotá un pequeño grupo de bohemia que pasó a la historia, sobre todo a la de la poesía de humor, porque las cosas que hicieron en materia seria suelen ser horribles. Ese grupo fue La Gruta Simbólica. Sus integrantes eran una banda de borrachitos divertidísimos que tocaban tiple, enamoraban a las coperas y en sus ratos libres escribían versos, algunos serios y horribles y algunos en broma, estupendos. El experto en ellos, que fue el Benjamín del grupo, por allá por 1903, es Luis Enrique Nieto.

Luis Enrique Nieto

Voy a leer primero algunos disparates de Jorge Pombo:

/Fue Inés la estatua del "no"/ Pero al fin de un conde ardiente/ Al amor condescendió./ Meses después se notó/ Que estaba condescendiente/...

/El ministro de no sé/ Juega tresillo conmigo/ Y al decirle robe amigo/ Me contesta: ya robé./

Jorge Pombo y Clímaco Soto Borda hicieron una pareja literaria maravillosa: Cástor y Pólux. Este texto fue escrito por la época en que en Bogotá las mulas tiraban el tranvía:

Que paren las mulas

Gritaba Ana Rosa

Que paren las mulas

En el cambia vías

Y dice un borracho

Con voz cincelosa

Las mulas no paren

No sea mentirosa

No paren las mulas

Que siga el tranvía


Daniel Samper Pizano

Los miembros de La Gruta Simbólica no sólo escribieron Chispazos, como llamaban a sus epigramas, sino que algunos de ellos hicieron la primera poesía existencial realmente interesante que hubo en Colombia. Un miembro de la Gruta, Eduardo Ortega, escribió este pequeño poema que es la entrada del existencialismo a la poesía colombiana, aunque puede ser también su salida. Dice:

Pienso cuando estoy fumando

que todos vamos al trote,

que la vida es un chicote

que se nos está acabando.

Si en el momento nefando

Dios me llega a preguntar:

¿quiere usted resucitar?,

le diré echándole el humo:

Mil gracias, Señor, no fumo,

porque acabo de votar.


Un poco anterior a los escritores de la Gruta Simbólica es el dueño de casa, José Asunción Silva, uno de los más grandes poetas de Colombia y de América Latina. Silva sacudió el polvo del Romanticismo y empezó a escribir una poesía muy distinta, llena de armonías diferentes, de imágenes que modificaban esos versos yertos que le habían dejado sus antepasados, pero también escribió líneas con un humor bastante picante y escéptico. Entre los muchos versos de "Gotas amargas" hay varios que sobresalen, pero uno de los más graciosos y de los más existencialistas es Zoospermos, que habla del sabio Cornelius Van Kerinken. Éste, ha venido directamente desde Alemania para leer a ustedes el poema.

Humberto Dorado

El conocido sabio Cornelius Van Kerinken

que disfrutó en Hamburgo de una clientela enorme

y que dejó un in-folio de setecientas páginas

sobre hígados y riñones,

abandonado luego por todos sus amigos

murió en Leipzig maniático, desprestigiado y pobre,

debido a sus estudios de los últimos años

sobre espermatozoides.

Frente de un microscopio que le costó un sentido,

obra maestra y única de un óptico de Londres;

la vista recogida, temblándole las manos,

ansioso, fijo, inmóvil, reconcentrado y torvo,

como un fantasma pálido a media voz decía:

" ¡Oh!, mira cómo corren y bullen y se mueven

y luchan y se agitan los espermatozoides:

¡Mira! si no estuviera perdido para siempre:

si huyendo por caminos que todos no conocen

hubiera al fin logrado tras múltiples esfuerzos

el convertirse en hombre, corriéndole los años

hubiera sido un Werther y tras mil angustias

y gestas y pasiones se hubiera suicidado

con un Smith y Wesson

ese espermatozoide.

Aquél de más arriba que vibra a dos milímetros

del Werther suprimido,

del vidrio junto al borde,

hubiera sido un héroe de nuestras grandes guerras.

Alguna estatua en bronce le hubiera recordado,

cual vencedor intrépido y conductor insigne

de tropas y cañones, 
 y general en Jefe de todos los ejércitos,

a ese espermatozoide.

Aquél hubiera sido la Gretchen de algún Fausto;

ése de más arriba

un heredero noble dueño a los veintiún años

de algún millón de thalers y un título de conde;

aquél, un usurero;

el otro, un pequeñísimo,

algún poeta lírico;

y el otro, aquél enorme,

un profesor científico

que hubiera escrito un libro sobre espermatozoides.

Afortunadamente

perdidos para siempre

os agitáis ahora

¡oh puntos que sois hombres!

entre los vidrios gruesos traslúcidos y diáfanos

del microscopio enorme;

afortunadamente, zoospermos, en la tierra

no creceréis poblándola de dichas y de horrores

dentro de diez minutos todos estaréis muertos,

¡Hola! espermatozoides.

Así el ilustre sabio

Cornelius Van Kerinken

que disfrutó en Hamburgo

de una clientela enorme

y que dejó un in-folio

de setecientas páginas

sobre hígado y riñones,

murió en Leipzig maniático

desprestigiado y pobre,

debido a sus estudios

de los últimos años

sobre espermatozoides.

Daniel Samper Pizano

Es buen momento para pasar de nuevo a la poesía de humor en España. No tengo asegurada la visa y quisiera recordar que allí también ha habido grandes poetas, algunos de ellos tan mamagallistas como don Pedro Muñoz Seca. Don Pedro, un viejo simpático andaluz, fusilado durante la Guerra Civil Española por las tropas republicanas, en un momento dado pasó por el edificio donde había tenido su apartamento muchos años antes y quería saludar al portero y la portera que habían sido sus amigos, y se encontró con que éstos habían muerto. La hija del portero le pidió entonces un epitafio en verso para colocar en una pequeña placa de los difuntos en el cementerio. Don Pedro escribió entonces el siguiente epitafio:
/Fue tan grande su bondad,/ tal la laboriosidad/ y la virtud de los dos,/ que están con seguridad/ en el Cielo, junto a Dios./

En esa época, sin embargo, todos los epitafios tenían que pasar a la Diócesis de Madrid y obtener el visto bueno del Obispo. Cuando éste leyó que el epitafio decía que los dos porteros estaban en el cielo, les dijo: "Perdónenme. Esto es un pecado de presunción. No puede ser así, hay que redactarlo de nuevo". Pedro corrigió el epitafio y escribió:
/Fueron muy juntos los dos,/ el uno del otro en pos,/ donde va siempre el que muere.../ Pero no están junto a Dios/ porque el Obispo no quiere./

El Obispo se molestó de nuevo: "No. El problema no es la Diócesis de Madrid, el problema es que sólo la Divina Providencia sabe si están juntos o no. No es un problema del Obispo". Y rechazó también el epitafio, y por tercera vez llegó la hija de los porteros a don Pedro a solicitarle que modificara nuevamente la leyenda. Y este fue el tercer epitafio que escribió don Pedro:
/Flotando sus almas van/ por el éter, débilmente,/ sin saber qué es lo que harán,/ porque desgraciadamente/ ni Dios sabe dónde están./

Sobra decir que el epitafio fue también rechazado por la Diócesis. Y llegamos al siglo XX, donde aparecen varios de nuestros más interesantes poetas. Uno de ellos es el cartagenero Luis Carlos López, el famoso tuerto, que demostró cómo la poesía de humor no sólo puede ser muy divertida sino que está muy cerca a la melancolía y la ternura, y muy cerca, más que otra poesía, a la verdad.

Tarde de verano

La sombra que hace un remanso

Sobre la plaza rural

Convida para el descanso

Sedante, dominical.

Canijo, cuello de ganso,

Cruza leyendo un misal,

Dueño absoluto del manso

Pueblo intonso, pueblo asnal.

Ciñendo rica sotana de paño

le importa un higo la miseria

del redil y yo desde mi ventana

limpiando un fusil me digo:

¿qué hago con este fusil?

Por la misma época de Luis Carlos López floreció en Bogotá un boyacense que se llamaba el Jetón Ferro, que tiene versos muy divertidos y salidas muy interesantes ante problemas de difícil solución, como el de las palabras sin rima. Hay en español unas pocas palabras sin rima; veamos qué versos son capaces de componer los poetas con una palabra a la que no se le conoce rima. Una de esas palabras es indio, por ejemplo. Esto cuando lo solucionó fácilmente un poeta de la zona cafetera:

/En las montañas del Quindío,/ por no decir del Quindio,/ yo me encontré con un indio/ que estaba muerto de frío./

Más difícil es la palabra "lámpara", que no tiene rima. Este problema se lo plantearon a don Joaquín Calvo Sotelo, un mamagallista español, y produjo la siguiente solución:

/El panadero, debajo de la lámpara,/ la harina amasa con tacto y frenesí./ Y en el horno dorado saca el/ panpara ti./

La solución del Jetón Ferro fue mucho mejor. Éste ofreció el siguiente remedio al problema de falta de rima para la palabra lámpara.

/En el salón, una lámpara./ En la victrola hay un disco./ Y un lego que pide pan para/ los hijos de San Francisco./

Al Jetón Ferro, que era muy gracioso y divertido, gran repentista, se le solicitaba con frecuencia que en los almuerzos, las comidas, las fiestas, los bautizos, los matrimonios, dijera alguna cosa graciosa. Y un día se aburrió de que le pidieran que perorara: "Peróreme, Jetón", le pedían, y él decía alguna cosita. Y un día se paró y dijo:

/Piden que perore ahora/ el Jetón Ferro, o sea, yo./ El Jetón Ferro perora,/ Perora, pero’ ra no./

Les cuento un chisme: estos versitos se los aprendió Joan Manuel Serrat y cuando le piden que hable con mucha frecuencia suelta el verso del Jetón y sale del problema. Sin darle crédito al Jetón. El experto en Borges, el doctor Luis Enrique Nieto, nos va a contar que también el poeta argentino era aficionado a la poesía de humor, y como prueba, tiene algunos pequeños versos.

Luis Enrique Nieto

Borges decía que alguien decía que la poesía es la emoción recordada en la serenidad, y realmente qué mejor emoción que la del humor, porque éste está muy cercano al amor. Quien no se ríe no ama, y quien no ama no se ríe. En algún momento Borges decía que "El Golem" era el mejor poema que él había escrito, si su vanidad no lo engañaba, y que Bioy Casares le había dicho que eso era así porque unía lo patético y lo humorístico. "El Golem" es ese poema que relata la leyenda judía, sobre un rabino en Praga que crea un hombre con la palabra divina; es la misma historia del aprendiz de brujo, de Pinocho si se quiere. Les voy a leer un fragmento del poema.

El cabalista que ofició de numen

a la vasta criatura apodó Golem;

estas verdades las refiere Scholem

en un docto lugar de su volumen.

El rabí le explicaba el universo

Esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga

y logró, al cabo de años, que el perverso

barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía

o en la articulación del Sacro Nombre;

a pesar de tan alta hechicería,

no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro

y harto menos de perro que de cosa,

seguían al rabí por la dudosa

penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,

ya que a su paso el gato del rabino

se escondía. (Ese gato no está en Scholem

pero, a través del tiempo, lo adivino).

Hubo una sonada polémica hace varias décadas entre los poetas de Piedra y Cielo, Eduardo Carranza, Jorge Rojas, Aurelio Arturo seguramente también, Darío Samper, Arturo Camacho Ramírez y León de Greiff. De Greiff se dedicó a hurgarles el orgullo de poetas y lo hizo de una manera sumamente cruel, con un soneto que a los piedracielistas los hirió mucho porque no sólo los ofendía a ellos sino también a Juan Ramón Jiménez, el inspirador de su movimiento y del nombre de su movimiento. El poema dice:

¡Abur! ¡Agur! Narcisos de hojalata,

Juan Ramonetes de algodón y cera.

“¿Cómo era, Dios mío, cómo era?".

¿Cómo sería diablos, esa chata?

¿Cómo sería? Imagen, si barata,

para la pentadáctila manera

de amar de los narcisos de la huera

pasión pueril que en vivo nos la cata.

¡Abur¡ ¡Agur¡ ¡Narcisos poetillos

de aguachirle, aguasosa y aguatibia!

Idos a balbucir de esos de Libia

yermos de arena y cielo, 
Edén de grillos.

La de Cambronne os perdoné,

parola:

más podeísla gustar con Coca-Cola.


Daniel Samper Pizano

Cuando reaccionaron los poetas de Piedra y Cielo contra esto que era una ofensa, De Greiff salió entonces con un nuevo soneto en que no pedía perdón; al contrario, lo que hacía era restregar un poco más la sal en la herida.

Luis Enrique Nieto

No os calentéis por esa broma tonta,

líricos jovenetos: por Apolo

- o quier por Juan Ramón-, juroos que solo

quise me divertir. ¡El rayo apronta

Zeis cronida, que anclará en mi chonta

glabra! Zeus, o quier otro pipiolo;

de terror no mi faz desarrebolo:

diré -con quien lo dijo- "tanto monra".

Dueño yo soy de hacer lo que me pete

con mi "lira" (o guitarra o sacabuche)

mi verbal secundando contrapunto.

No os calentéis. Setenta veces siete

voy a insistir: no se oiga o sí se escuche

mi voz, y os guste o detestéila.
Punto.


Daniel Samper Pizano

No siempre la culpa de los malos versos es de los poetas; a menudo ocurre que se trata de una errata o erratón, como decía Neruda. Yo recuerdo el caso de Manuel Altolaguirre, gran poeta español que vivió mucho tiempo en La Habana, donde fue maestro y editor. En alguna ocasión editó un pésimo poemario de un señor que le pagó una plata para que lo editara. Le entregaron el primer ejemplar al poetastro y se apareció a medianoche en la casa de Altolaguirre, enardecido e indignado, porque le habían dañado el mejor de sus poemas: "Mire usted, este es el gran poema de mi libro, que termina diciendo ‘yo llevo un fuego atroz que me devora’. Lo cambiaron y ahora dice: ‘yo llevo un fuego atrás que me devora’". Altolaguirre le dijo: "usted tiene toda la razón; que le devuelvan el dinero". Y salieron a la medianoche en una canoa y tiraron toda la edición en alta mar.

Sobre erratas y erratones y errores tipográficos, les hablará ahora Humberto Dorado.

Humberto Dorado

Don Luis Donoso tiene la siguiente queja en lo que se refiere a los cajistas de las tipografías:

/Alguna vez mi musa le compuso/ a cierta dama de gitanos ojos/ un fino canto de belleza al uso/ y donde puse con amor profuso/ todo al través de sus antojos./ Cierto cajista despiadado puso/ Miras todo al través de tus anteojos./ A otra dama de cuerpo alucinante/ ante cuya belleza yo me postro/ lancé también esta expresión galante:/ tú tienes de las sílfides el rostro/ y en tus ojos oficia un hierofante./ Y el cajista, por cierto un poetastro,/ así varió la estrofa emocionante:/ tú tienes de la sífilis el rastro/ y en tus ojos oficia un elefante./

Daniel Samper Pizano

El más grande parodista que ha dado la poesía de humor colombiana es sin duda Hernando Martínez, "Martinón", del cual el doctor Pedro Alejo Gómez nos quiere leer algo.

Pedro Alejo Gómez

El poema que voy a leer nunca fue publicado por Hernando Martínez en libro. Su viuda lo encontró en un fólder, con anotaciones y correcciones de su autor, publicándolo luego póstumamente.

ALTO AMOR

Alto amor en el cielo, alta doncella

arrebatada al comenzar el día;

mía, y del viento que la conocía,

vecina de la nube y de las estrella.

¡Qué temprano el quejido de su huella

cada mañana al aire se rendía!

¡Cómo, de tarde, el campo se encendía

todo él dorado en la esperanza de ella!

Sobre el monte y el mar, nunca la rosa

de los vientos más alto consintiera

tacto de más errátil mariposa.

Me la robó la brisa bucanera,

mi alto amor. Se llamaba Luz Velosa;

trabajaba en un jet de cabinera.

Daniel Samper Pizano

Para terminar, vamos a leer "Los gozos para la novena de José Gregorio Hernández", de Hernando Martínez, Martinón. A todos los aquí presentes que participen en el rezo, se les dará cierta indulgencia. Voy a rogarle a todos los concurrentes que repitan, cuando el oficiante, el maestro Dorado lo diga, los dos siguientes versos: "Demos gracias, gracias muchas, al doctor José Gregorio".

Humberto Dorado

GOZO PARA LA NOVENA DE JOSE GREGORIO HERNÁNDEZ  /Por servir a los dolientes/ de este mundo transitorio/ nuestro Siervo y sabio y santo/ que es en todo especialista/ a ejercer la medicina/ se salió del Purgatorio./ Por acción tan nunca vista,/ proceder tan meritorio,/ demos gracias, gracias muchas/ al doctor José Gregorio./ Con alcohol y mertiolate/ y ningún otro accesorio/ cada viernes por la noche/ este Siervo opera a tientas/ sin mover a los pacientes/ de su cama y dormitorio./ Por actuar sin herramientas/ con éxito tan notorio,/ demos gracias, gracias muchas/ al doctor José Gregorio./ Una noche en que se vino/ sin mirar el directorio/ operó un vecino sano/ que no había tenido cita,/ pero todo al fin y al cabo/ resultó satisfactorio./ Por atención tan gratuita,/ sin el pago obligatorio,/ demos gracias, gracias muchas/ al doctor José Gregorio./
Amén.

sábado, 20 de agosto de 2011

Federico García Lorca. El crimen fue en Granada, en su Granada

 A veces, cuando intento "recordar vidas pasadas", se me ocurre que entre las brumas del Olimpo habitaban unos geniecitos traviesos que importunaban a los dioses con sus revoloteos de polilla y su parloteo oracular. Aburridos los Olímpicos de aquella trapisonda, decidieron castigar a los desaforados mandándolos al círculo más apestoso del infierno que era, para ellos, la vida entre los humanos. Ya puestos en nuestro entorno, aquellos Manticoras, privados de la dulce ambrosía, incapaces de arrancar de sus rostros las huellas de su origen divino y de traslapar con pesados ropajes la levedad alifúga de sus movimientos, se embriagaron con amargos néctares, anidaron entre las penumbras de una nostalgia tristona, se revolcaron en la inmundicia humana y se convirtieron en el hazmerreir de simiescos uniformes de cráneo achatado y tubos escupemuerte (como dijera uno de aquellos undívagos, "sus alas de gigante le impiden caminar").
Se les llamó POETAS. Uno de ellos, conocido como Federico García Lorca, entró a este averno un cinco de junio de 1898 por la abertura de Fuente Vaqueros (Granada, España) y encontró la tronera de escape por fusilamiento en algún lugar de la carretera que une Vízmar y Alfacar (en su misma Granada) hacia el amanecer del 19 de agosto de 1936 a manos de los fascistas de Granada que se habían levantado en Marruecos el 17 de julio del mismo año, dando origen a la Guerra Civil Española. Con Lorca cayeron también el maestro don Dióscoro Galindo quien había osado retirar el crucifijo de la escuela, algo que la Iglesia ni olvida ni perdona (otra vez la mordaz carcajada de Ironía, que hace coincidir estos recuerdos con la reacción de los españoles contemporáneos por la visita de Ratzinger), Fermín Roldán, cobrador de tributos que fue sacado de su casa y llevado directamente al lugar del crimen y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. 
Sobre García Lorca, su vida y su obra existe suficiente información de fácil acceso; por tanto, me limitaré a registrar mi perplejidad con una muestra de la alígera y musical ternura garcíalorquiana y el ululatos de otro de los Cronopios, don Antonio Machado.
Romance de los peregrinitos
Hacia Roma caminan
dos pelegrinos
a que los case el papa,
porque son primos
Sombrerito de hule
lleva el mozuelo
y la pelegrinita,
de terciopelo,
Al pasar por el puente
de La Victoria
tropezó la madrina
cayó la novia.
Han llegado a Palacio
suben arriba
y en la Sala del Papa
los desaminan.
Ha preguntao el Papa
de donde eran
Ella ha dicho de Cabra,
y el de Antequera.
Ha preguntao el Papa 
cómo se llaman,
El ha dicho que Pedro,
y ella que Ana.
Ha preguntao el Papa
que qué edad tienen.
Ella dice catorce,
y él diecisiete.
Ha preguntao el Papa
que si han pecao,
ella dice que un beso
que él le ha robao.
Y a la pelegrinita
que es vergonzosa
se le ha puesto la cara,
como una rosa.
Y ha respondío el Papa
desde su cuarto:
"¡Quién fuera peregrinito,
para otro tanto.
Las campanas de Roma
ya repicaron,
porque los peregrinos,
ya se han casao. F.G.L.
El crimen fue en Granada
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga.
Salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada. A.M.

martes, 26 de abril de 2011

Gonzalo Rojas. Volver al hueco oscuro que tanto se ha añorado

A pesar de que (o precisamente por ello) la mayoría de aprendices de plumífero pretendemos ingresar al oficio literario por el sendero aparentemente trillado de la versificación "poética"; y de que, muchas veces con las plumas (¿el teclado?) maltrechas(o), acabamos resignándonos a la triste verdad de nuestra completa incompetencia en las difíciles lides de expresar en palabras la sublimación (alquímica, psicoanalítica, emocional y estética) de nuestra relación personal con el mundo que nos puebla, es justo reconocer que existen unos cuantos bendecidos por las musas que se dan el lujo de morir de arrugas después de haber acumulado un mamotreto de versos y colmado una estantería con trofeos, diplomas, medallas y demás símbolos de reconocimiento a su trabajo. Ayer, 25 de abril, como para aprovechar los festejos del "día del idioma español", a la edad de 93 años, el poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, región del Biobío, 20 de diciembre de 1917 -Santiago de Chile, abril 25 de 2011) decidió viajar a ese lugar presuntamente oscuro y frio que tanto evocó en sus poemas. En lo personal, no me identifico con su poesía (abrumadoramente cultista y arrítmica para mi gusto); pero, por supuesto, no es este el espacio ni el momento para entrar en disquisiciones de crítica literaria y, menos aún, para pretender demeritar una obra de cuyo acervo dan fe las innumerables páginas de la red que reseñan su obra y lamentan su deceso. Pienso que un hombre que logró sobrevivir a la tragedia pinochetera sin acomodarse a la barbarie, merece por lo menos una mención póstuma.
¿A qué mentirnos?
Vivimos, gran Quevedo, vivimos tiempo que ni se detiene, ni tropieza, ni vuelve.
¿A qué mentirnos con la llama del perfume, con la noche moderna
de los cinematógrafos, antesalas terrestres del sepulcro?
Pongamos desde hoy el instrumento en nuestras manos.
Abramos con paciencia nuestro nido para que nadie nos arroje por lástima al reposo.
Cavemos cada tarde el agujero después de haber ganado nuestro pan.
Que en esa tierra hay hueco para todos: los pobres y los ricos.
Porque en la tierra hay un regalo para todos:
los débiles, los fuertes, las madres, las rameras.
Caen de bruces. Caen de cabeza o sentados.
Por donde más les pesa su persona, todos caen y caen.
Aunque el cajón sea lustroso o de cristal. Aunque las tablas
sin cepillar parezcan una cáscara rota con la semilla reventada.
Todos caen y caen, y van perdiendo el bulto en su caída,
¡hasta que son la tierra milenaria y primorosa!
Al silencio
Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.
Asma es amor
                                                    A Hilda, mi centaura
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.
Carta del suicida
Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
porque ella sale y entra como una bala loca,
y abre mis parietales y nunca cicatriza,
Así sople el verano o el invierno,
Así viva feliz sentado sobre el triunfo
y el estómago lleno, como un cóndor saciado,
Así padezca el látigo del hambre,
así me acueste
o me levante y me hunda de cabeza en el día
como una piedra bajo la corriente cambiante.
Así toque mi cítara para engañarme, así
se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,
marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
unas sobre otras hasta consumirse.
Juro que ella perdura porque ella sale y entra
como una bala loca,
me sigue a donde voy y me sirve de hada.
La concubina 
1. Éste es el diálogo último: hasta aquí
estoy oyendo el remezón de tu risotada
con emputecimiento y todo,
en la guerra
se gana o se pierde y yo perdí,
y tú perdiste igual, no hay pelitos recónditos
que suavicen el enigma: útero es útero y falo es falo, no hay
aura ni distinción, ni mucho menos Danza,
haces tu número
en la feria y te vas, todo es comercio de hombre
y de mujer, no hay pelitos recónditos y uno es todos sus animales
a la vez y por lo visto quién engaña a quién, ésta es la bestia
-tú y yo- que somos.
2. De esto se pare y se muere, la guerra es ésta,
dejemos los sentidos para ocasiones más
olorosas, el beso lo dejemos para el dialecto
delicado y
concubino, ésta es la fiereza, mi rey, acuéstese
de una vez en este hueco de placer:
de ahí saldrá más entero
3. que de adentro de su madre. Usted es un arrepentido
y un lastimado, lo que no corresponde a un rey
por mucho que haya engendrado en cuanto rey tan alta dinastía:
tres semanas de arrullo bastan, lo que le falta a usted
es cuchillo y sangre de cuchillo para cortar abajo
el tajo,
de la putrefacción a la ilusión.
Las pudibundas
Mujeres de 50 a 60 hablando en un rincón de austeridad
frenéticas contra el falo, ¡a las horas!,
cuando ya se ha ardido mucho y se ha tostado
el encanto, hirondelas, y lo frustrado
se ha vuelto arruga. Trampa,
no todo será lujuria pero qué portento
es la lujuria con su olor a
lujuria, con su fulgor
a mujer y hombre nadando
en la inmensidad de esos dos metros
crujientes con
sábanas, o sin, en un solo beso
que es pura imantación mientras afuera la Tierra dicen que gira
y ellos allí libres. Gloriosos
y gozosos, embellecidos por los excesos. Que hablen
lo que quieran de gravedad menesterosa
esas pudibundas. Ay, cuerpo, quién
fuera eternamente cuerpo.
Latín y jazz
Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong, lo reoigo
en la improvisación del cielo, vuelan los ángeles
en el latín augusto de Roma con las trompetas libérrimas, lentísimas,
en un acorde ya sin tiempo, en un zumbido
de arterias y de pétalos para irme en el torrente con las olas
que salen de esta silla, de esta mesa de tabla, de esta materia
que somos yo y mi cuerpo en el minuto de este azar
en que amarro la ventolera de estas sílabas.
Es el parto, lo abierto de lo sonoro, el resplandor
del movimiento, loco el círculo de los sentidos, lo súbito
de este aroma áspero a sangre de sacrificio: Roma
y África, la opulencia y el látigo, la fascinación
del ocio y el golpe amargo de los remos, el frenesí
y el infortunio de los imperios, vaticinio
o estertor: éste es el jazz,
el éxtasis
antes del derrumbe, Armstrong; éste es el éxtasis,
Catulo mío,
¡Tánatos!
Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación...
De “Contra la muerte”
 Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure
en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.
Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.
Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá
en el fondo.
Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.
Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.
De izq. a der: Manuel Rojas-Hernán San Martín- Pablo Neruda- Fernando Alegría y Gonzalo Rojas

Morbo y aura del mal
                    He cultivado mi histeria con placer y terror,
ahora tengo siempre vértigo, y hoy, 23 de enero de 1862,
he padecido una advertencia: he sentido revolotear sobre mí
el aire del ala de la imbecilidad. Ch. B.
Del treponema pallidum que hizo estragos en las estrellas -Nietzsche,
Hiperión
y otros pastores del abismo- habrá
diez volúmenes en la ventolera de las lenguas, con
o sin ideogramas, la versión
de los Septuaginta dice producto
del sol, concupiscencia
dice la Vulgata,
lo bueno
agrega por su parte Baudelaire es que al alma no le da sífilis,
al cerebro le da
por comercio directo con la hermosura.

jueves, 21 de abril de 2011

Descender al Hades para resucitar al tercer día

A Jesucristo

Colgado estás del áspero madero
cual lábaro de paz en las alturas
dislocadas las finas coyunturas,
pidiendo amor con grito lastimero

¡Veinte siglos así! Y hasta el postrero
sol que ilumine ignotas desventuras,
remachadas las férreas ligaduras
te ofrecerás al universo entero.

Plúgote así para que el hombre insano
torne al bien; sus oráculos inciertos
deje, y no tema tu cautiva mano;

para que por ciudades y desiertos,
hallarte pueda el pecador humano
los amorosos brazos siempre abiertos. 
 Guillermo Valencia  (Popayán, Colombia, 20 de octubre de 1873 - Popayán, 8 de julio de 1943)

Los dados eternos

D
ios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938)