jueves, 10 de febrero de 2011

Man Ray en Bogotá: Una exhibición anacrónica y sin sentido

Adiez años del centenario del lanzamiento oficial de la obra de Emmanuel Rudzitsky (Filadelfia, Estados Unidos 27 agosto de 1890 -Paris, Francia; 18 de noviembre de 1976), conocido en el ambiente artístico de las Plásticas como Man Ray, el Museo de Arte del Banco de la República (Bogotá, Colombia) montó una exposición retrospectiva de su obra con una duración que podríamos calificar de generosa: desde octubre 15 de 2010 hasta febrero 7 de 2011 con carácter de total gratuidad tanto para los costes de entrada como para las facilidades de acceso y las comodidades internas del tour. Para quien viaje a Bogotá desde cualquier "apartado rincón del territorio nacional" con el afán pseudo turismero de visitar museos y demás "sitios de interés cultural" (que no se me ocurre cuáles puedan ser), la experiencia puede resultarle altamente informativa si se deja impresionar por el anecdotario escrito sobre la vida "bohemia" y la "influencia estética" del artista como impulsador de los movimientos Dadaísta y Surrealista (información, por demás, de fácil consecución en la red). En lo personal, una obra artística que sea facilmente superada por el ámbito en que se la expone me plantea cuestionamientos sobre su intrascendencia estética y me siembra sospechas e inconformidades sobre los gestores y administradores del sistema oficial de cultura de Bogotá que dilapidan fortunas en logística, curaduría y montaje de un artista cuya obra pertenece más a los espacios académicos que a las esferas de la llamada Cultura Popular (aquella a la que se tiene fácil acceso sin requerimientos de formación teórica especializada y que es, en últimas, la que difunden los mass media, los museos y el folclor). Y es que, descontextualizada del momento histórico y el entorno artístico que le correspondió vivir, la obra de Man Ray luce hoy ingenua y carente de significancia; las aparentes transgresiones que constituyen el núcleo de su expresión artística evocan más los caprichos solitarios de un niño rebelde que la búsqueda irreverente de nuevas posibilidades semióticas; carece de la depuración de Dalí, la fuerza de Picasso o el trazo de Andy Warhol, con quien es inevitable la asociación; la obviedad en el discurso de sus performances, el facilismo en la composición y la torpeza en el trazo, remiten más a las tareas de cuarto semestre en plásticas que a la obra de un artista consumado. Dije que el ámbito de la exposición superaba la calidad de la obra... observe Usted la secuencia de imágenes y saque sus conclusiones..