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lunes, 12 de diciembre de 2011

La macabra danza de los pacificadores

Desde los míticos tiempos de Homero, aquel ciego cronista de la Grecia oscura, los invasoress torturan y asesinan a sus enemigos y exhiben las piltrafas a los aterrados perdedores. Es un comportamiento atávico impreso con hambre, miedo y odio en los genes más salvajes de nuestro instinto de primates. La saga de nuestra evolución ha pintarrajeado de heroismo, justicia o privilegio divino las atrocidades que unos individuos (al amparo de SUS leyes) aplican sobre otros (satanizados y criminalizados por leyes espurias) 
Baste leer algún episodio de la historia universal para asistir con ojos de angustia a la macabra danza de los héroes, conquistadores, misioneros y toda esa laya de asesinos, violadores y saqueadores que se han acostumbrado a adquirir poderes sustentándose en el terror, el dolor y la muerte. Asi, pues, que unos individuos, descendientes de una genealogía de usurpadores, consideren necesario llegar “hasta las últimas consecuencias” para conservar su apropiación de los capitales y el poder sobre las personas, es algo que uno acaba tolerando por la fuerza de la claudicación impuesta.
Pero, con lo que no se puede estar de acuerdo, ya sea por un obsoleto sentido de la dignidad o por ingenua creencia en el respeto a la ética como única tabla de salvación del género humano; o, incluso, por un terco resabio estético que intenta exigirle a los "humanos" un comportamiento digno de los ideales de su especie, es que se pretenda hacérsele cómplice del frenesí antropofágico mediante la información tergiversada de los acontecimientos. Desde el pentagónico enroque del Worl Trade Center a inicios de la anterior década, nos han venido restregando el espectáculo de sus invasiones pseudojusticieras enmascaradas con el ya sospechoso antifaz de su "democracia".
Los hemos visto incendiar a Irak y a Libia, asesinando a sus gobernantes y continuamos observando impotentes cómo introducen en los paises de la Unión Arabe el tósigo de su "primavera".
Y la peste se transmite, en algunos casos no por contagio sino por emulación. En estos últimos tres años Juan Manuel Santos, ya sea fungiendo de ministro de la guerra o como presidente del pais de SU guerra, ha puesto en práctica las mañas aprendidas cuando fue alumno de la Escuela de las Américas para hacer ver su saña masacradora como un esperanzador instrumento de paz.
Que Luis Edgar Devia Silva (Raúl Reyes), Victor Julio Suárez Rojas (Jorge Briceño Suárez o Mono Jojoy) y Guillermo León Sáenz (Alfonso Cano) comandantes guerrilleros de las FARC murieran abatidos por bombardeos aéreos, es tema que podría admitirse bajo las circunstancias propias de una confrontación bélica (aunque la desproporción en el uso de la fuerza exige un análisis objetivo); pero que sus cadáveres fueran exhibidos en condiciones grotescas, con la complicidad de los medios, sin que ni un solo miembro de la sociedad civil hiciera sentir su voz de indignación, si deja en el ambiente la preocupante sensación de que la sociedad colombiana ha sido permeada por un odio irracional o por un miedo bastante racional. En cualquiera de los casos, todos salimos perdiendo.
Como para aportar una pequeña ilustración sobre la naturaleza de los hechos y la caracterización ideológica de uno de sus actores, adjunto la carta que el médico cardiólogo Rodrigo Londoño Echeverri (Timoleón Jiménez o Timochenko), quien asumió la comandancia del ejército guerrillero, le envía al presidente de Colombia. Ud. amigo(a) lector(a), léala, saque sus conclusiones y, lo más importante, deme su opinión.
Así no es, Santos, así no es
Todos tenemos que morirnos, Santos, todos. De eso no va a escaparse nadie. Unos de un modo y otros de otro. Unos por una causa y otros por otra. Algunos escogen una muerte heroica, gloriosa, profundamente conmovedora. Otros prefieren morirse de viejos, de un infarto o diabetes, tras una larga enfermedad en una cama o endrogados en medio de un burdel. Es como la vida, unos prefieren pasarla haciendo dinero y engordando como cerdos, o practicándose cirugías para conservarse jóvenes, pisoteando a los demás y dándose ínfulas. Otros escogen caminos más nobles. Y son muy felices así. Es un asunto de conciencia. Pretender intimidarlos para que acepten vivir como los primeros es un error.
Y todavía más grave es matarlos. Pretender exhibirse como modelo de civilización y decencia dando la orden de despedazarlos a punta de bombas, plomo y metralla. O como sea. Por ejemplo, de dos balazos por la espalda cuando se llega en la noche a casa. O molidos a golpes en una celda. O desmembrados con una motosierra. O con la cabeza mochada a machete. Al expresar el dolor que la torturaba por la muerte de su Jefe, decía una guerrillera que hombres como él quedarán para la posteridad y el pueblo los recordará como lo que fueron, inmortales. Otro enviaba una nota a sus mandos diciendo, aquí estamos para ayudar en todas las tareas que ustedes nos orienten. Les brindamos nuestra solidaridad en este momento.
Yo no sé. Pero eso de ostentar poder y mostrarse amenazante y brutal, no puede ganar las simpatías de nadie. De nadie que no sea ostentoso y brutal como el que lo hace. La historia nos enseña que a la inmensa mayoría de seres humanos les repugna ese tipo de fanfarronadas. De niños aprendemos que sólo los ogros más malvados suelen actuar de ese modo. Y con el tiempo aprendemos a asociar esas conductas a los seres más perversos. Matar salvajemente a un ser humano, con métodos notoriamente desproporcionados, para pararse sobre su cadáver y señalar a otros que les tiene reservado el mismo tratamiento, tiene la virtud de producir un efecto contrario. Ningún hombre se dejará humillar de ese modo.
Homero fue un maestro en desentrañar el alma. Tras dialogar con Príamo, Aquiles comprende la dimensión de los troyanos y la bajeza de la causa griega. Asume lo miserable de haber paseado el cadáver de Héctor, atado a su carro, frente a sus seres queridos y su pueblo. Por eso decide inmolarse en la refriega, para no aparecer como vencedor con ese ejército. Son los gestos de grandeza moral los que hacen imperecederos a los hombres. Sólo las mentes más enfermas y enajenadas pueden sentir alguna simpatía por Adolfo Hitler. Aunque en su momento muchos lo hubieran aplaudido. El tiempo terminó por ubicarlo en el infame lugar que le correspondía. Creo que a los Santos y Pinzones les reserva una suerte similar el destino.
No puede ser de otro modo. El grado de ruindad moral que exhiben horroriza al más sano de los juicios. Muy poca gente conoce en el reinado de cuál emperador romano fue crucificado Jesús. Pero creo que por encima de las propias creencias, en todas partes se profesa el más elevado respeto por él. Porque prefirió el suplicio y la cruz antes que renunciar a sus ideas. Y porque esas ideas abrigaban un altísimo grado de humanidad. Eran buenas, buscaban la felicidad general, ensalzaban a los pobres e incluso fustigaban a los ricos, proclamaban que todos los hombres eran iguales. Sólo proponía a hombres y mujeres que lo abandonaran todo y lo siguieran en la propagación de esa fe, de esa verdad, decía. Pero lo coronaron de espinas, lo abofetearon, lo crucificaron y lancearon. Se burlaron de él. Habían preferido liberar en su lugar al peor de los criminales. Sin embargo fue ese Cristo el que los sobrevivió a todos. Pese a que hubieran perseguido por siglos a sus seguidores. De nada sirvió arrojarlos a los leones ante la aclamación general de la plebe en el circo.
Esta gente lleva medio siglo en esto, Santos. Algunos, de cabeza blanca, cuentan historias de sus días en Marquetalia. Otros hablan de los años en el Guayabero, de los primeros diálogos cuando Belisario. Hasta afirman que si entonces el gobierno hubiera pensado mejor, las cosas en el país hubieran sido muy distintas. La soberbia ha podido más que la razón. Muchos cuentan experiencias de la guerra integral de Gaviria y su creación de las brigadas móviles. Y muchísimos más vivieron aquí lo del Caguán. Una enorme masa llegó después a estas filas. En ese devenir, seguramente, se han presentado múltiples deserciones y traiciones. Pero no ha sido lo determinante. Son más y más los revolucionarios y cuadros convencidos.
Esta gente ha construido una epopeya sin antecedentes en ningún lugar ni época histórica. No hubiera sido posible sin el más extraordinario altruismo. Ni siquiera las fuerzas especiales del Ejército pudieron operar en el terrible invierno de esas abruptas cordilleras guerrilleras. Pero allá mismo viven ellos, aman, sueñan un mundo mejor y luchan por conseguirlo. Primero, entre groseros chistes, exhibieron el cuerpo despedazado de Raúl Reyes. Después recogieron exultantes la mano arrancada a Iván Ríos. Rugieron orgullosos más tarde cuando con toneladas de bombas quitaron la vida al Mono. Ahora, llorando de felicidad, dan el parte ensangrentado sobre Alfonso. Macabro rostro el de esa bella democracia.
La cabeza de José Antonio Galán, así como cada una de sus extremidades, exhibidas a manera de escarmiento para evitar otro alzamiento comunero, no lograron impedir la gesta por la independencia. Ni su triunfo. El pueblo empeñó en ello miles de muertos y heridos, gran ruina y enormes sufrimientos. Hubiera sido mejor de otra manera, pero la Corona no quiso. Las FARC son miles y miles de revolucionarios que soportan las más duras condiciones porque creen firmemente en su causa. No ganan un solo centavo, no poseen nada material, el movimiento les da lo que necesitan. Y el movimiento son todos ellos. Son una impresionante creación histórica, aquí, en Colombia, ante nuestros ojos. Así no es Santos, así no es.

Timoleón Jiménez Comandante del Estado Mayor Central FARC-EP
Noviembre 2011

viernes, 8 de octubre de 2010

De El Comandante Che - En el día del Guerrillero Heroico

Ernesto Guevara de la Serna (Rosario, Argentina, 14 de junio de 1928- La Higuera, Bolivia, 9 de octubre de 1967) La Higuera, una pequeña localidad de un poco más de 100 habitantes, ubicada al sur de la provincia Vallegrande en el departamento de Santa Cruz, Bolivia, ingresó a los anales de la Historia Universal de la Infamia por las ejecuciones de Willy Cuba  y El Che el 9 de octubre de 1967 después de su rendición en la batalla de la Quebrada del Churo. A 43 años de la oblación, todo comentario al respecto puede resultar anacrónico,  ininteligible o, en el mejor de los casos, redundante ante el océano de documentos que hoy proliferan sobre el tema. Así pues, para rendir mi debido homenaje, publico el siguiente compendio de algunas anotaciones hechas por el Che en su libreta de apuntes cuando andaba por el Congo, en un momento posterior al 22 de mayo de 1965. El tema del escrito recoge su sentir ante "la noticia más triste de la guerra”: el anuncio que Osmany Cienfuegos le hiciera de la posible muerte de Celia, su madre. Las fotos son de los profesores chilenos Patty Cepeda y su compañero Eduardo Rea. (las negritas son mías) 
"En conversación telefónica desde Buenos Aires informaban que mi madre estaba muy enferma, con un tono que hacía presumir que ese era simplemente un anuncio preparatorio. [...] Tuve que pasar un mes en esa triste incertidumbre, esperando resultados de algo que adivinaba pero con la esperanza de que hubiera un error en la noticia, hasta que llegó la confirmación del deceso de mi madre. Me lo dijo como se deben decir estas cosas a un hombre fuerte, a un responsable, y lo agradecí. No me mintió preocupación o dolor y traté de no mostrar ni lo uno ni lo otro. ¡Fue tan simple! Además había que esperar la confirmación para estar oficialmente triste. Me pregunté si se podía llorar un poquito. No, no debía ser, porque el jefe es impersonal: no es que se le niegue el derecho a sentir, simplemente, no debe mostrar que siente lo de él; lo de sus soldados, tal vez. 
-Fue un amigo de la familia, le telefonearon avisándole que estaba muy grave, pero yo salí ese día 
-Grave, ¿de muerte? 
-Sí. 
-No dejes de avisarme cualquier cosa. 
-En cuanto lo sepa, pero no hay esperanzas. Creo. 
Ya se había ido el mensajero de la muerte y no tenía confirmación. Esperar era todo lo que cabía. Con la noticia oficial decidiría si tenía derecho o no a mostrar mi tristeza. Me inclinaba a creer que no. El sol mañanero golpeaba fuerte después de la lluvia. No había nada extraño en ello; todos los días llovía y después salía el sol y apretaba y expulsaba la humedad. Por la tarde, el arroyo sería otra vez cristalino, aunque ese día no había caído mucha agua en las montañas; estaba casi normal. 
---Decían que el 20 de mayo dejaba de llover y hasta octubre no caía una gota. Decían... pero dicen tantas cosas que no son ciertas.---¿La naturaleza se guiará por el calendario? No me importaba si la naturaleza se guiaba o no por el calendario.--- En general, podía decir que no me importaba nada de nada, ni esa inactividad forzada, ni esta guerra idiota, sin objetivos. Bueno, sin objetivo no; sólo que estaba tan vago, tan diluido que parecía inalcanzable, como un infierno surrealista donde el eterno castigo fuera el tedio. Y, además, me importaba. Claro que me importaba.
"Hay que encontrar la manera de romper esto", pensé. Y era fácil pensarlo; uno podía hacer mil planes, a cual más tentador, luego seleccionar los mejores, fundir dos o tres en mío. simplificarlo, verterlo al papel y entregarlo. Allí acababa todo y había que empezar de nuevo. Una burocracia más inteligente que lo normal; en vez de archivar, lo desaparecía. Mis hombres decían que se lo fumaban, todo pedazo de papel puede fumarse, si hay algo dentro. Era una ventaja, lo que no me gustara podía cambiarlo en el próximo plan. Nadie lo notaría. Parecía que eso seguiría hasta el infinito. Tenía deseos de fumar y saqué la pipa. Estaba, como siempre, en mi bolsillo. Yo no perdía mis pipas, como los soldados. Es que era muy importante para mí tenerla. En los caminos del humo se puede remontar cualquier distancia, diría que se pueden creer los propios planes y soñar con la victoria sin que parezca un sueño: sólo una realidad vaporosa por la distancia y las brumas que hay siempre en los caminos del humo. Muy buena compañera es la pipa; ¿cómo perder una cosa tan necesaria? ¡Qué brutos!
No eran tan brutos: tenían actividad y cansancio de actividad. No hace falta pensar entonces y ¿para qué sirve una pipa sin pensar? Pero se puede soñar. Si, se puede soñar, pero la pipa es importante cuando se sueña a lo lejos; hacia un futuro cuyo único camino es el humo o un pasado tan lejano que hay necesidad de usar el mismo sendero. Pero los anhelos cercanos se sienten con otra parte del cuerpo, tienen pies vigorosos y vista joven; no necesitan el auxilio del humo. Ellos la perdían porque no les era imprescindible, no se pierden las cosas imprescindibles. 
¿Tendría algo más de ese tipo? El pañuelo de gasa. Eso era distinto; me lo dio ella por si me herían en un brazo, sería un cabestrillo amoroso. La dificultad estaba en usarlo si me partían el carapacho. En realidad había una solución fácil, que me lo pusiera en la cabeza para aguantarme la quijada y me iría con él a la tumba. Leal hasta en la muerte. Si quedaba tendido en un monte o me recogían los otros no habría pañuelito de gasa; me descompondría entre las hierbas o me exhibirían y tal vez saldría en el Life con una mirada agónica y desesperada fija en el instante del supremo miedo. Porque se tiene miedo, a qué negarlo. Por el humo, anduve mis viejos caminos y llegué a los rincones íntimos de mis miedos, siempre ligados a la muerte como esa nada turbadora e inexplicable, por más que nosotros, marxistas-leninistas explicamos muy bien la muerte como la nada. Y, ¿qué es esa nada? Nada. Explicación más sencilla y convincente imposible. La nada es nada; cierra tu cerebro, ponle un manto negro, si quieres, con un cielo de estrellas distantes, y esa es la nada-nada; equivalente: infinito. Uno sobrevive en la especie, en la historia, que es una forma mistificada de vida en la especie; en esos actos, en aquellos recuerdos. ¿Nunca has sentido un escalofrío en el espinazo leyendo las cargas al machete de Maceo?; eso es la vida después de la nada. Los lujos; también. No quisiera sobrevivirme en mis hijos: ni me conocen; soy un cuerpo extraño que perturba a veces su tranquilidad, que se interpone entre ellos y la madre. Me imaginé a mi hijo grande y ella canosa, diciéndole, en tono de reproche: tu padre no hubiera hecho tal cosa, o tal otra. Sentí dentro de mí, hijo de mi padre yo, una rebeldía tremenda. Yo hijo no sabría si era verdad o no que yo padre no hubiera hecho tal o cual cosa mala, pero me sentiría vejado, traicionado por ese recuerdo de yo padre que me refregaran a cada instante por la cara. Mi hijo debía ser un hombre; nada más. mejor o peor, pero un hombre. Le agradecía a mi padre su cariño dulce y volandero sin ejemplos. ¿Y mi madre? La pobre vieja. Oficialmente no tenía derecho todavía, debía esperar la confirmación. Así andaba, por mis rutas del humo cuando me interrumpió, gozoso de ser útil, un soldado.
-¿No se le perdió nada? 
-Nada -dije, asociándola a la otra de mi ensueño.
-Piense bien. Palpé mis bolsillos: todo en orden. 
-Nada. 
-¿Y esta piedrecita? Yo se la vi en el llavero.
-¡Ah, carajo!. 
Entonces me golpeó el reproche con fuerza salvaje. No se pierde nada necesario, vitalmente necesario. Y, ¿se vive si no se es necesario? Vegetativamente sí. Un ser moral no, creo que no, al menos. Hasta sentí el chapuzón en el recuerdo y me vi palpando los bolsillos con rigurosa meticulosidad, mientras el arroyo, pardo de tierra montañera, me ocultaba su secreto. La pipa, primero la pipa; allí estaba. Los papeles o el pañuelo hubieran flotado. El vaporizador, presente; las plumas aquí; las libretas en su forro de nylon. sí; la fosforera, presente también, todo en orden. Se disolvió el chapuzón.
Sólo dos recuerdos pequeños llevé a la lucha; el pañuelo de gasa, de mi mujer y el llavero con la piedra. de mi madre, muy barato éste, ordinario; la piedra se despegó y la guardé en el bolsillo. ¿Era clemente o vengativo, o sólo impersonal como un jefe, el arroyo? ¿No se llora porque no se debe o porque no se puede? ¿No hay derecho a olvidar, aún en la guerra? ¿Es necesario disfrazar de macho al hielo? Qué sé yo. De veras, no sé. Sólo sé que tengo una necesidad física de que aparezca mi madre y yo recline mi cabeza en su regazo magro y ella me diga: "mi viejo", con una ternura seca y plena y sentir en el pelo su mano desmañada, acariciándome a saltos, como un muñeco de cuerda, como si la ternura le saliera por los ojos y la voz. porque los conductores rotos no la hacen llegar a las extremidades. Y las manos se estremecen y palpan más que acarician, pero la ternura resbala por fuera y las rodea y uno se siente tan bien, tan pequeñito y tan fuerte. No es necesario pedirle perdón; ella lo comprende todo: uno lo sabe cuando escucha ese "mi viejo"... -¿Está fuerte? A mí también me hace efecto; ayer casi me caigo cuando me iba a levantar. Es que no lo dejan secar bien, parece. ---Es una mierda, estoy esperando el pedido a ver si traen picadura como la gente. Uno tiene derecho a fumarse aunque sea una pipa, tranquilo y sabroso ¿no?..

sábado, 2 de octubre de 2010

La mano que mueve las cuerdas es la garra que araña desde las sombras

 
¡Bravo! Han logrado hacer concreto el oximoron de la inteligencia estúpida. A fuerza de obvias prestidigitaciones, incesantes reiteraciones, grotescas demostraciones y evidentes representaciones, consiguieron hacer invisible lo visible, admirable lo vulgar, institucional lo ilegal, respetable la obscenidad, refinado el chamboneo y corriente lo anormal. En el esperpéntico escenario de la neo-política colombiana, los protagonistas son guiñoles reciclados que ejecutan su accionar con la intensidad de la cuerda que los hala. Los espectadores, muchos de ellos "gente que aplaudió y bendijo las licencias de un legalismo entreverado de arbitrariedad y de trampa"*, mezcla de credulidad, impavidez, resignación y curiosidad, nos contorsionamos para mirar tras la tramoya tratando inútilmente de descubrir al titiretero; pero, sobre el teatrino todo es oscuro y aunque se presiente el frenesí entre bambalinas y de los páneles circundantes nos llegan los ecos de una perorata amable y esperanzadora, todos sentimos que seguimos asistiendo al mismo espectáculo de violencia, hipocresía y revanchismo al que fuimos introducidos por primera vez hace ya ocho siniestros años. "Ya se siente. Mucha gente que se benefició con este experimento de plata en una mano y fusil en la otra, de una vela a Dios y otra al Diablo, de diminutivos y palabrotas, de humildad simulada y soberbia con poncho; mucha gente que se benefició de este régimen que sabía siempre cuándo abrir los ojos y cuándo cerrarlos; dónde no enterarse de nada (como con DMG) y dónde enterarse de todo (como en los teléfonos intervenidos por orden del poder)"* .. Después de todo, los protagonistas del actual entremés "democrático" son las mismas marionetas de las representaciones anteriores, y sus oscuros libretistas alteran levemente el tono de los textos pero cuidan de no modificar la intencionalidad (o, como dirían los semiólogos, la función perlocutiva) de los discursos; "ahora volverá al clásico respeto de las apariencias, a la misa piadosa, al habla bien castiza, a la respetabilidad republicana que nos legaron nuestros mayores, y tratarán de cerrar la grieta que se abrió en las viejas murallas del poder, por donde rezumó una cierta pestilencia"*. Hicieron parecer como si toda la descarada corrupción de los burócratas, la insaciable ambición de los terratenientes, la postración servil y cobarde de los congresistas, el desborde cruel y oneroso de los militares y la saña esquizoide y mezquina del salgareño fuesen la mise en scène de una obra teatral montada para consolidar las distintas interacciones del vodevil democrático colombiano.
Todo hacía suponer que había un acuerdo explícito para proteger la cabeza del gobierno, que, en últimas, resumía en su gestión nuestros "doscientos años de tradición democrática". Pero, quienes, como Diógenes, tenemos agudeza de perro, siempre oliscamos detrás de la pantomima un andamiaje mucho más sofisticado desde el cual extendían sus garras unos personajes que ahora, cuando nuestras pupilas se están acostumbrando a la oscuridad, comienzan a hacerse evidentes. "Tratarán de no ver que mientras los reflectores iluminaban la trama brutal de las guerrillas y las cadenas infames en los cuellos de los secuestrados, procuraban hacer invisibles las masacres y las fosas comunes de los otros"*. A medida que se van disipando las sombras, se van materializando en su grosera desnudez los IVNIS, individuos voladores no identificados (/voladores/ que hacen voladuras), los "procuradores", y los traficantes de los partidos políticos. "Nos dirán que cesó la negra noche, con todos los fantasmas que reinaron en ella, y los consentidos del poder vendrán a recibir como siempre, a manos llenas, las auroras de su invencible luz. Pero me temo que no será tan fácil recoger esa cosecha de paz y de prosperidad sin asumir el precio inevitable."* Lo que mortifica de todo ello, es la sensación de aislamiento e impotencia para protestar por el insulto a nuestra inteligencia, proferido por las bocazas del exministro de defensa que ahora funge como presidente de la república y el procurador ordoñez, que justifica su venalidad exonerando corruptos y legitima su misoginia usurpándole la investidura de Senadora democráticamente elegida a Piedad Córdoba y declarando "delito de lesa humanidad" el aborto de menores de edad. "Todos descubrirán con horror que, además de los secuestros y los otros crímenes de las guerrillas, el fruto podrido de cien años de exclusión y de eterna violencia contra los campesinos, otros horrores prosperaron. Porque así fue siempre nuestra democracia: odio eterno a los crímenes de los que combaten el poder y perdón eterno a los crímenes de los que defienden el poder."* En cuanto al ahora presidente, es increible que no note las similitudes de procedimiento entre los bombardeos a Raúl Reyes y al Mono Jojoy, ni se moleste en analizar las "coincidencias" entre el bombardeo al mono, su viaje a Nueva York, su discurso en Naciones Unidas, el regreso "triunfal" del salgareño, ni sienta vergüenza de seguir sacando conejos de unos supercomputadores que salen indemnes ¡de 30 toneladas de dinamita! (el mío cayó de una altura de 40 cms. y se le jodió el sistema operativo con backup y todo) y un largo etcétera de declaraciones en defensa de las atrocidades uriberas. "Por ahora el poder parece haber vuelto a las manos de los predestinados: el río vuelve a su cauce. Pero todos sabemos que la supuesta estabilidad de los últimos años no nace de la industria, ni de la agricultura, ni de la creación de empleo, ni ha modificado la horrible estructura de distribución del ingreso que ha sido la causa de todas nuestras catástrofes."* 
Todas las citas con asterisco son tomadas de "¿La hora del olvido?" de William Ospina, Diario El Espectador, sept. 5 de 2010 (la idea no era glosar el texto del poeta, a quien le rindo mis disculpas si al enterarse se considera tergiversado) La ilustración en blanco y negro es de Honoré Daumier y la caricatura inferior es de Mico, publicada en El Espectador, oct. 3 de 2010

jueves, 23 de septiembre de 2010

La muerte del Mono ¿De qué se alegran, quiénes y por qué?

La primera y más decisoria de las batallas que perdió la lucha armada en Colombia hace casi tres décadas (desde el gobierno nefasto de Belisario Betancur 1982/86), fue la de la penetración ideológica de las nuevas generaciones, el distanciamiento forzado de las bases sociales que cada vez están más acosadas y desprotegidas y la desligitimación política de su causa. La mayoría, si no la totalidad de los policías, soldados y paramilitares (todos provenientes del sótano social) involucrados en la confrontación a favor del ala oficialista, está conformada por individuos menores de 30 años que desde su nacimiento han sido enajenados con una intensa campaña propagandista según la cual todo aquel que se oponga o critique las tropelías de la clase dominante es un narcoterrorista al que hay que eliminar para "devolverle la tranquilidad al estado social de bienestar y derecho". Pero, algunos años antes, en la época ya romántica cuando la Rebelión era un imperativo categórico de jóvenes, campesinos, obreros e intelectuales y la única respuesta posible a los abusos de los poderosos, los ejércitos del pueblo constituían, como expresión armada, la única esperanza de cambio o mejoramiento de las condiciones de vida de trabajadores y menesterosos, y el alzamiento en armas era una reacción universalmente apoyada por el estatus de beligerancia que confería a las acciones del combate el carácter jurídico de delito político, lo cual representaba, de alguna manera, el reconocimiento oficial del derecho constitucional al inconformismo, la rebeldía y la búsqueda de alternativas al poder hegemónico de la plutocracia. Hoy, los ideólogos de la derecha, expertos en tergiversar el sentido de las leyes y hábiles en la manipulación de la letra menuda, le han torcido el pescuezo a la filosofía sustentadora del estado de derecho para justificar el asedio, persecución y muerte de todo actor político cuya actividad disidente represente una amenaza para el establishment.
Victor Julio Suárez Rojas, más conocido en el ámbito revolucionario como Jorge Briceño Suárez o Mono Jojoy, jefe militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue abatido sobre la una de la mañana de este jueves tras un bombardeo de la Fuerza Aérea Colombiana en una zona conocida como La Escalera, en la región de La Macarena, departamento del Meta. Nacido el 5 de febrero de 1953 en Cabrera (Cundinamarca), el Mono era uno de los hombres más importantes de las FARC, a cuyas filas se había incorporado como guerrillero raso en 1975 para ir ascendiendo hasta llegar al Secretariado General, convirtiéndose en el segundo al mando y líder de la llamada línea dura de la organización, luego de la muerte de tres de sus más importantes comandantes: Pedro Antonio Marín ‘Manuel Marulanda Vélez’ o ‘Tiro Fijo’; Edgar Devia ‘Raúl Reyes’ e Iván Ríos.
No tenía el carisma del Che, ni el verbo de Luther King, ni la estructura política de Fidel, ni la suerte de Mahatma Gandhi, pero el sólo saber de su existencia avivaba el rescoldo de la esperanza en algunos cambios estructurales al estado social de bienestar y derecho. 
En la operación conjunta de las cuatro fuerzas militares, que comenzó hace dos noches, participaron  30 aviones supertucano de la Fuerza Aérea, 26 helicópteros del Ejército y unos 400 uniformados de la Fuerza de Tarea Omega. "Una fuente militar ha confirmado que en un operativo de las cuatro fuerzas militares se dio de baja a un grupo de guerrilleros y en el día de hoy (jueves), hace unas horas, se encontró el cuerpo de alias Mono Jojoy", relató Guillermo Mendoza Diago, Fiscal General encargado. Según la información suministrada por las redes sociales, también habría caído la compañera sentimental del Mono junto con Henry Castellanos "Romaña" y Carlos Antonio Lozada, miembros del Secretariado y otros 20 combatientes. Unos 600 hombres están realizando la operación rastrillo para capturar a, al menos, 15 guerrilleros que se dieron a la fuga y que podrían estar heridos. 
Dice el viejo y conocido refrán que quien no conoce la historia está condenado a repetirla: Creer como parece creerlo el ex presidente Ernesto Samper (1994-1998), que por la vía guerrerista se puede "pacificar" el pais; “estamos muy cerca de que se pueda encontrar una salida al conflicto armado colombiano, precisamente por estas acciones militares, la persona que queda al frente de la organización es alguien que sigue la línea política de las FARC contra la línea militar que tenía “Jojoy” , así que estamos en un momento óptimo para pensar en un final del conflicto”, es desconocer la experiencia de José Antonio Galán, Guadalupe salcedo, Carlos Pizarro Leongómez, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa y todo el partido Unión Patriótica de Colombia, criticos y opositores al sistema de su época que por cometer la torpeza de claudicar ante el tirano se hicieron objeto de traición y víctimas de asesinato sistemático, selectivo y rencoroso.
Más allá de la efusividad mediática por esta nueva ordalía, puede resultar un ejercicio interesante hacernos algunas preguntas como: ¿Por qué razón, motivo o circunstancia, cada vez que un mandadero colombiano tiene que presentarse en Naciones Unidas a rendir informe a sus patrones, se produce una noticia de un "asalto exitoso" a un enemigo del "sistema democrático"?, ¿Cuántas bombas se arrojaron sobre qué área?, ¿Quién responde por el daño ambiental al área de la Macarena, declarada Santuario de Flora y Fauna?. ¿Cuánto le cuesta al fisco nacional cada una de las bombas y munición disparada?, ¿y la parafernalia: combustible, equipo, vitualla, asesores, etc.?, ¿De quién, o quienes son las tierras bombardeadas?, ¿Verdaderamente, todos los muertos son guerrilleros, o se completa la cifra con uno que otro campesino de la región (colateral damages)? La operación ocurre un día después del comunicado emitido por las FARC en el que reiteran su disposición de iniciar un diálogo con el gobierno para lograr una salida política al conflicto armado que se ha mantenido desde hace más de cuatro décadas, pese a los fuertes enfrentamientos de las últimas semanas, ¿a quiénes no les conviene tal solución? Cada vez somos menos los dolientes de los héroes clandestinos (¿cómo más se puede ser "héroe"?); pero los que quedamos sabemos que cada muerte de un luchador del pueblo sólo contribuye a acelerar la marcha hacia el abismo social en que nos precipitamos inexorablemente.