lunes, 4 de enero de 2010

Albert Camus- Una evocación existencialista del "último de los justos"



Hoy, 4 de enero, se cumplen 50 años de ausencia involuntaria (había dicho el día anterior a su muerte por accidente de automóvil en Villeblerin, Francia, que "no conocía nada más idiota que morir en un accidente de auto") de este hombre triste, considerado el representante del existencialismo ateo, que durante sus precarios 44 años de existencia se había liado a trompadas con la vida desde su nacimiento en Mondovi (actualmente Drean, Argelia) el 7 de noviembre de 1913 en un hogar de colonos, quedando huérfano de padre antes de cumplir los 3 años. A pesar de todas las adversidades, obtuvo una beca de esas que recibían los hijos de las víctimas de la guerra, y la aprovechó para cursar su primaria, culminar el bachillerato y estudiar... ¡Filosofía y letras! Definitivamente, hay que ser un extranjero de sí mismo para, desconociendo todas las vicisitudes y penurias por las que está pasando en este valle de lágrimas, malgastar la oportunidad de estudiar una profesión "lucrativa". Por su delicada salud lo rechazaron hasta en el ejército, al que se presentó en 1939 como voluntario; obviamente, tampoco lo emplearon como profesor, le dijeron que era a causa de su avanzada tuberculosis. Al fín consiguió una chamba como corresponsal del Alter Republicain, en el que publicó, ese mismo año Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940 se casó por segunda vez, se instaló en París y se hizo corresponsal del París-Soir. Durante la Segunda Guerra Mundial logró hacerse miembro activo de la Resistencia francesa dentro del grupo Combat, que publicaba en la clandestinidad el periódico Combat, del cual se mantuvo como redactor en jefe. En 1942, aún en plena guerra, publicó El Extranjero una novela breve basada en el ensayo El mito de Sísifo escrito ese mismo año, y ambientada en Argelia, como la mayoría de sus narraciones siguientes. La vida lo dotó a golpes de dificultades de una percepción "existencialista" del mundo en que vivía. Una visión que supo reflejar tanto en sus obras de teatro El malentendido (1942) y Calígula (1944), como en la novela La peste (1947), por la que recibió el Premio de la Crítica; pero, puesto que, al fin y al cabo, toda visión fatalista o nihilista del ser humano cierra su ciclo claudicando en una resignación cuasi mística, el sufrido Camus acabó tendiendo hacia un sentimiento de solidaridad ante el sufrimiento humano en Los Justos (1949) y en el polémico y complejo ensayo El hombre rebelde (1951), que lo llevó a finalizar su amistad con Sartre. Otras de sus obras más conocidas son las novelas El revés y el derecho (1937), Cartas a un amigo alemán (1948), La caída (1956); la obra de teatro Estado de sitio (1948); los relatos El exilio y el reino (1957) y Los poseídos (1959) y una colección de sus trabajos periodísticos con los títulos Actuelles (3 vols., 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). Sus Cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964). En 1971, con el carácter de obra póstuma, le fue publicada Una muerte feliz (su primera novela) y en 1994 fue publicada, incompleta, El primer hombre, la autobiografía noveladala en que trabajaba cuando murió, tres años después de haber recibido, en 1957, el Premio Nobel de Literatura. La Huesuda, que a veces es piadosa, sabia y digna, lo libró oportunamente de la deshonra de verse contradiciendo sus sagrados principios en el sopor de aquella existencia confortable que tanto insistían en despreciar sus personajes. Es el triste destino del rebelde que al envejecer le cambie su alma a Fausto por aquellos placeres que juró despreciar. Que me contradigan los vejetes retrógrados colombianos que medraron a la sombra de ese mísero chamizo cultural de los años setenta, conocido como "Nadaismo" y que hoy, panzones, babosos y tembleques, tienden sus catres en el bazar del tirano para mendigar un saludito.