lunes, 11 de octubre de 2010

La salvaje esperanza- Octubre 12, el festín de los vencidos

Nos tratan de ignorantes y subdesarrollados porque nos destruyeron.
Arrasaron las raíces y los frutos de la cultura de América –Eldorado en sabiduría- y nos negamos a sobrevivir con la cultura del asesino: la razón y el fusil.
Fundieron nuestros dioses en monedas de oro.
Nuestros templos los convirtieron en bancos.
Nuestros palacios en burdeles del poder tirano.
¡Monstruosa iniquidad!
 Los blancos dominadores forjaron las cadenas: silenciaron nuestros cantos cósmicos y condenaron al fuego del olvido la Deidad que custodiaba el destino y guiaba nuestros pasos por el astro: ¡La Esperanza!
En su avasallamiento salvaje nos secaron las fuentes de la tradición y la trascendencia y nos forzaron a sangre y fuego  a la deserción de nuestro ser. Mutilaron nuestros sueños.
Cuando aullamos de sed se nos dio de beber en los cántaros secos del código penal y el evangelio romano: el saqueo de los vándalos del alma, la feroz inquisición, teología de bárbaros.
Éramos reyes y nos volvieron esclavos.
Éramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Éramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Éramos felices y nos civilizaron.
¿Quién refrescará la memoria de la tribu?
¿Quién revivirá nuestros dioses?
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.
Gonzalo Arango (no tengo certeza de si este texto está en Fuego en el altar -Plaza&Janés 1974- o en Providencia, idem 1972, yo lo extraje de un recorte de prensa de la época, porque todas las versiones que aparecen en otros sitios y blogs están incompletos) En la fotografía, mujeres Emberá-katío (unas cuantas sobrevivientes) mendigando en las calles de Bogotá después de haber sido exiliadas de su tierra por los agentes paramilitares al servicio de los ganaderos y las mega represas hidroeléctricas.