jueves, 10 de junio de 2010

Episodios de nuestra América que es mejor nunca olvidar

Ahora, cuando el salgareño atropella a la Justicia colombiana con su parlache de culebrero enfurecido por la valiente y esperanzadora condena al coronel plazas vega, asesino despiadado del Palacio de Justicia hace 25 años, vale la pena rescatar del olvido histórico el Juicio sumario oral por traición “al pueblo y a la nación” que el grupo guerrillero Montoneros le aplicó el 31 de mayo de 1970 al ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu en Timote, a 150 kilómetros de Buenos Aires, Argentina, conmoviendo a una sociedad que, en aquel entonces, se hallaba polarizada entre adeptos y disidentes del régimen dictatorial de Alejandro Lanusse. Aún restallaban los ecos de la tarde del 16 de junio de 1955, cuando varios helicópteros y cientos de miembros de las Fuerzas Armadas dispararon indiscriminadamente contra una multitud peronista que se manifestaba a favor de su caudillo en la Plaza de Mayo. Hubo más de 300 muertos y miles de heridos. Aún no cerraban las heridas ni se apagaban los rencores por el recuerdo de la tarde en que Susana, la hija del General Juan José Valle, acudió junto con su madre a la casa presidencial de Olivos para implorarle clemencia al jefe de Estado, invocando la amistad que su padre y Aramburu habían compartido. Aramburu les mandó a decir que dormía la siesta.
Entre los muchos crímenes imputados, Aramburu soportaba el haber hecho parte del plan que con el pomposo sobrenombre de "Revolución libertadora" derrocó al populista Juan Domingo Perón para posesionarse como presidente de facto en noviembre de 1955, haber ordenado el fusilamientos del General Juan José Valle y 26 civiles, acusados de conspirar contra su régimen  en el alzamiento de 1956 y, el más imperdonable de todos, haberse ensañado contra la memoria de Eva Duarte de Perón, desapareciendo su cadáver, “el único testimonio material que nos quedaba de la compañera Evita”, ordenando decapitar todos sus bustos, rebautizando las ciudades y estaciones del metro cuyos nombres hiciesen alguna referencia a los nombres de Perón o Evita y llegando, incluso, a prohibir so pena de cárcel, que se pronunciara sus nombres. Como si todo ello fuese poco, durante los casi tres años que duró en el poder, clausuró los espacios de participación al Partido Peronista y, en plena Guerra Fría, alineó a Argentina con Washington y auspició el ingreso del país al Fondo Monetario Internacional. El segundo día del juicio, cuando surgió el tema de la “compañera Evita”, como la llamaban los Montoneros, Aramburu pidió a sus jueces que apagaran la grabadora, “Sobre este tema no puedo hablar por un problema de honor. Lo único que les puedo asegurar es que ella tiene cristiana sepultura”, dijo. Luego les prometió que haría aparecer el cadáver y pidió lápiz y papel. A la mañana siguiente confesó que Eva Perón estaba sepultada en Roma, con  un nombre falso y bajo custodia del Vaticano, y que la documentación del robo de su cadáver se encontraba en una caja de seguridad del Banco Central a nombre de un coronel Cabanillas. 
El escueto comunicado emitido por los Montoneros,  fechado el 1º de junio, bajo el encabezado “Al Pueblo de la Nación”, rezaba: “La conducción de Montoneros  comunica que hoy a las 7.00 horas fue ejecutado Pedro Eugenio Aramburu. 
Que Dios Nuestro Señor se apiade de su alma. Perón o Muerte, Viva la Patria”.