viernes, 25 de marzo de 2011

Liz Taylor - Stanley Kubrick, los colores de la mirada en el cine


Desde mi pretensiosa y no muy fundamentada opinión, la Taylor no era una super actriz de esas que, digamos, influyera en la evolución del trabajo actoral (a pesar de sus cinco nominaciones a los premios oscar de La Academia, de haber obtenido dos de ellos y de haber sido reconocida como la séptima mejor estrella femenina de Los Primeros Cien Años del Cine Norteamericano por el American Film Institute en 1999); pero, dados su numerosa filmografía, la calidad del elenco que la acompañó en gran parte de ella y el célebre violeta de sus ojos, me parece inapelable el deber de reseñar su deceso este miércoles 23 de marzo de 2011 en el hospital Cedars-Sinai Medical Center de Los Angeles, California. Elizabeth Rosemond Taylor nació en Hampstead, un barrio del noroeste de Londres. Tanto su padre, un comerciante de arte, como su madre, Sara Viola Warmbrodt (una ex actriz cuyo nombre artístico era Sara Sothern) eran originarios de Arkansas City, Kansas, Estados Unidos.
Precisamente, fue doña Sara Viola quien la introdujo desde niña en el universo de los plató, las luminarias y la acción:  En 1944, a la edad de 12 años, junto con Mickey Rooney y Angela Lansbury, actores también jóvenes, se hizo famosa con la película National Velvet, que narraba las peripecias de un caballo de carreras. A sus 14 añitos rodó El coraje de Lassie y poco después una versión de Mujercitas. Su siguiente gran éxito sería El padre de la novia (1950), junto a Spencer Tracy con la dirección de Vincente Minnelli. Y desde entonces aportó su imagen a la historia del cine con películas como Un lugar en el sol (1951) con Montgomery Clift, Ivanhoe (1952) con Robert Taylor y Joan Fontaine y Gigante (1956) con James Dean y Rock Hudson. Además de recibir dos premios Óscar por Una mujer marcada (1960) y ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) alcanzó el récord, sólo igualado por Marlon Brando, de cuatro nominaciones a las estatuillas en cuatro años consecutivos:  Postulada en la categoría de Mejor Actriz por su trabajo en El árbol de la vida (1957), Cat on a Hot Tin Roof (La gata sobre el tejado de zinc, 1958, junto a Paul Newman (su interpretación la hizo acreedora a su segunda nominación al premio Óscar por Mejor Actriz y primera candidatura al galardón BAFTA como Mejor Actriz Británica); Suddenly, Last Summer (De repente el último verano, 1959, junto a Katharine Hepburn y Montgomery Clift, cinta que le proporcionaría su primer Globo de Oro y otra nominación al Óscar). Su estatus de "Estrella" quedó consolidado en 1963 cuando protagonizó Cleopatra, la película más costosa en la industria cinematográfica hasta entonces (la Taylor fue la primera actriz en cobrar la, en ese tiempo escandalosa, suma de un millón de dólares, que multiplicó por siete debido a los múltiples retrasos y contratiempos del rodaje y a las gabelas de taquilla contempladas en su contrato). Fue en el rodaje de esta película cuando conoció a Richard Burton, con quien se casaría dos veces para completar su exótica colección de siete esposos en ocho matrimonios. Chao, Liz... ¡Que te rompas una pierna!
Pero, como los dioses suelen volver al Olimpo en Primavera, este mes de marzo ha sido escogido como el vehículo oficial de, ése sí IMPRESCINDIBLE en la historia del cine arte o cine de culto, Stanley Kubrick (el Bronx de Nueva York, Estados Unidos, 26 de julio de 1928 – Harpenden, Hertfordshire, Reino Unido, 7 de marzo de 1999). Ahora, a doce años de su partida, resignados a ver cómo degenera el concepto fundacional del cine como Séptimo Arte por el del cine industria, quizá resulte útil rendirle un modesto tributo a la memoria de quien, a mi parecer, es uno de los Directores más determinantes de la historia del cine, al lado de Orson Welles, Andrei TarkovskiSergéi Eizenshtéin,  Akira Kurosawa, la Nueva Ola francesa, el Neorrealismo italiano, el Nuevo Cine Alemán y Dogma 95; de todos los cuales pareció haber tomado elementos del simbolismo, la coreografía, el encuadre, la composición, la narrativa, el montaje y el manejo de los tiempos (en alguna de sus entrevistas aludió a Max Ophüls y Sergéi Eisenstein como sus dos referencias cinematográficas más influyentes, el primero por su trabajo con la cámara y el segundo por su técnica de montaje). Aunque es posible que, más que a todos aquellos, hubiese debido la magistralidad de su arte a la práctica de sus tres disciplinas favoritas:  la fotografía, que practicaba desde niño con una cámara réflex, regalo de sus padres y gracias a la cual pudo trabajar para la revista Look, donde se labró una reputación profesional haciendo reportajes fotográficos a importantes estrellas del momento; la música en general, el jazz en particular (llegó a tocar la batería en la Taft Swing Band) que le permitió a lo largo de toda su carrera decidir todos los aspectos relacionados con la banda sonora de sus películas, hasta el punto de llegar a prescindir de compositor para seleccionar piezas de música clásica, como en 2001: Odisea del espacio,  en la cual sustituyó en el último momento la banda sonora original de Alex North  por la versión clásica de Así habló Zarathustra de Richard Strauss; y el ajedrez que agudizó su percepción de la totalidad y fortaleció su capacidad de análisis de los detalles; gracias a su práctica subsistió durante un inestable período de su vida y se lo reconoció homenajeándolo en algunas de sus películas (Atraco perfecto o 2001: Odisea del espacio) Si se juzga su maestría por la cantidad de películas realizadas, quizá no salga bien librado ("sólo" trece películas); pero, si se tiene el privilegio de apreciar su trabajo en películas como 2001- Odisea del espacio, La naranja mecánica, El resplandor, Lolita, Full Metal Jacket y Dr. Strangelove, sólo se puede exclamar un estruendoso ¡Ufff! 
Finalmente, de las pocas figuras vinculadas a la farándula colombiana que se hayan ganado el aprecio popular y el respeto general por el innegable valor de su trabajo incansable en pro de La cultura, Doña GLORIA VALENCIA DE CASTAÑO, junto con su amante esposo Don Alvaro Castaño Castillo, ocupa un lugar destacado en el sentimiento de todos los colombianos. Ayer 24 de marzo, precisamente en el Dia del Locutor, se nos fue y desde ya nos está haciendo falta. Gracias Doña Gloria, por todo lo que nos brindó.