viernes, 29 de enero de 2010

Jaime R. Echavarría. Muchas gracias maestro por todo lo vivido

Muy mal ha comenzado este 2010 para la tradición musical y el floclor colombianos. En una sola semana de fin de mes se nos ha llevado a dos de sus figuras esenciales. Aún no nos reponemos de la pérdida del maestro Abadía Morales, cuando sufrimos el impacto de la partida de Jaime Rudesindo Echavarría Villegas, conocido en el ambiente musical colombiano como Jaime R. Echavarría (Medellín, Antioquia, 13 de noviembre de 1923 - Medellín,29 de enero de 2010). Graduado de la facultad de Ingeniería Química de la Universidad Pontificia Bolivariana, Jaime erre fue un paisa raizal cuya hiperactividad lo llevó a jugar exitosamente como empresario, ingeniero químico, gobernador de Antioquia, embajador de Colombia en Etiopía y Suiza, director nacional de comercio exterior, columnista de opinión del diario El Espectador y músico  y compositor, empírico (nunca cursó estudios musicales) desde 1961, cuando hizo su debut como intérprete de sus canciones para el sello Sonolux, tocando él mismo el piano con el magistral acompañamiento en la  guitarra del insigne maestro nortesantandereano Luis Uribe Bueno (Salazar de las palmas, Santander del Norte, marzo 7 de 1916 - Medellín julio 10 de 2000).
Con tanta actividad, era natural que su producción musical no fuese muy abundante en cantidad; pero ese detallito está superado por la calidad de canciones como Noches de Cartagena, Muchacha de mis amores, Serenata de amor, Cuando voy por la calle, Me estás haciendo falta, Adorada y Sueño, que han sido interpretadas por artistas de la talla de María Martha Serra Lima, Helenita Vargas, Armando Manzanero y Garzón y Collazos, entre muchos otros. ¡Gracias Maestro por su legado y un trago doble a su memoria! 

miércoles, 27 de enero de 2010

Carta abierta a Samuel Moreno Rojas, Alcalde Mayor de Bogotá, Colombia


De mi más considerada estima.

Respetable señor: Le escribo ésta, motivado por un par de inquietudes de esas que bien podríamos llamar "futuristas"; pero, cuya fuerza inercial, a mi modesto parecer, están sentando en el tiempo actual las bases de una calamidad local en lo urbanístico, y política en lo social. Paso a pormenorizarle los detalles de estos dos temas de preocupación que, en últimas, son uno solo: En cuanto al primero de ellos, el urbanístico, es indiscutible que en la historia del desarrollo urbano de Bogotá, su nombre tendrá que figurar al lado de los de Fernando Mazuera Villegas y Virgilio Varco Vargas, alcaldes de esta ciudad en 1957/8 el primero y  1966/9 el segundo; quienes, quizás debido a sus profesiones (constructor e ingeniero civil, respectivamente), tuvieron la capacidad de  pensar a Bogotá como una ciudad capital que debía desarrollar gigantescos y audaces proyectos urbanísticos. Hoy, 50 y 40 años después de construidas las avenidas 26 (El Dorado), Décima (Fernando Mazuera Villegas) y la 68 (Congreso Eucarístico), usted ha asumido el titánico reto de actualizar esas superestructuras y proponer alternativas contemporáneas para la solución del caos del transporte urbano. Es indudable  que la Bogotá futura tendría que reconocerle la importancia de tales decisiones. Justamente, es respecto a ese "reconocimiento" que quiero ligar el segundo tópico de esta misiva: Señor Alcalde, dejemos claro, sin ningún tipo de subterfugios, que usted es un excelente ser humano y, como tal, quizá usted sea  un muy competente administrador y un impecable tecnócrata; pero en el intríngulis del ejercicio público, usted está demostrando ser un pésimo político. Por supuesto, la coyuntura polítiquera (la parafernalia uribista y parauribista) le ha hecho especialmente dificil su gestión; pero, es ahí donde yo, como ciudadano de a pie, parodiando a don José Ortega y Gasset,  reclamo mi derecho a que el lider natural de mi comunidad sea superior a sus circunstancias. Llegó usted a la alcaldía precedido de las excelentes gestiones de Antanas y Peñalosa, quienes nos hicieron creer el cuento de que estábamos en via de presenciar la transformación de la tradicional Bogotá gris, mugrosa, fria y apática en una metrópoli moderna, limpia y cívica de la cual hasta llegamos a sentirnos orgullosos por un fugaz momento. Para mala suerte de Antanas, Peñalosa y los bogotanos, la ciudad tuvo que padecer posteriormente la administración de Lucho Garzón, quien tiró por la borda todos los avances en cultura cívica, ordenamiento del transporte público y trabajo de infraestructura. La nostalgia por los sueños de Antanas y Peñalosa y el inconformismo con el desastre de Garzón, llevó a los bogotanos a depositar masivamente su confianza en usted, como alguien con quien era posible encontrar nexos de identidad para volver a soñar, con la conciencia plena del mensaje que se le estaba enviando a los uribistas y demás pandilla de los partidos tradicionales, de los cuales conocemos bastante bien su hambre de poder y su ambición de riqueza; también era sabido a lo que se podía quedar expuesto en la medida en que su administración fuese objeto de la pugnacidad presidencial que mueve todos sus alfiles para entorpecer su gestión. Pero, creimos en usted, en su entereza de carácter y, sobre todo, pensamos equivocadamente, en que su militancia en el PDA era una garantía de poder y unidad para el logro exitoso de las metas propuestas. Señor alcalde, como en la fabulilla aquella de la mujer del César, no basta con ser buen gobernante, hay que parecerlo; pero usted,  con su tranquilidad de conciencia y su evidente satisfacción por el logro personal realizado, da la impresión de que tal vez no se ha dado cuenta de que usted es el último alcalde de un partido que agoniza, precisamente porque las ambicioncitas personales de sus dirigentes nunca les permitieron ser unidad y porque personas como usted, prefirieron la comodidad de un trabajo arduo y silencioso al liderazgo recio y contundente que el momento histórico demandaba. Para desgracia de su administración y de Bogotá, todos los habitantes de esta ciudad, condenados a que en el 2012, cuando su gestión sea heredada por un uribista que se dedicará a regresar a la ciudad a sus antiguas condiciones negociando los recursos, usurpando el erario público y enriqueciéndose a punta de notarías, zonas francas y encarecimiento del suelo,  achacaremos a su parsimonia la culpa de nuestra frustración. ¿Sabe por qué, señor alcalde? Porque usted no quizo, o no supo cómo hacerlo, acompañar su gestión con un trabajo pedagógico que avivara nuestro sentido de pertenencia y nuestro compromiso cívico con el embellecimiento y modernización de la ciudad. En ninguno de los frentes de obra existe una valla informativa que nos despierte el orgullo por la magnitud del trabajo en cuestión. ¿Qué pasa con sus "asesores de imagen"? Mientras avivatos como Abadía, en Cali, o Salazar, en Medellín, nos abruman con sus pautas radiales, su oficina de prensa no le gasta una monedita a una cuña institucional o a una campaña de información ciudadana, pareciera que se diesen por satisfechos con la programación sosa y provinciana del Canal Capital. En cuanto a su relación con el PDA. ¿Cómo así que la maquinaria oficial le hace lo que le hizo al personero Rojas Birri y al secretario de educación Abel Rodriguez y usted no levanta su voz para exigirles respeto a los oportunistas y solidaridad a su partido?
A propósito, ya que este partido está en sus últimos chapaleos ¿por qué no lidera nuevas alianzas?, ¿A usted no le da pesar ver a lumbreras como Jorge Robledo haciendo campañas tan precarias, tan faltas de ideología política, como la de empapelar los extramuros con apologías a la personalidad individual (Robledo soy yo) o desaprovechar el potencial de eminencias como el doctor Carlos Gaviria? Por favor, señor alcalde, piénsese por un momento como líder de una comunidad que lo eligió y lo necesita y aproveche este último año de su mandato para emprender una campaña fuerte y dinámica de consolidación de las metas urbanísticas propuestas, pero, sobre todo, de recuperación de la imagen de liderazgo de un partido de oposición que reivindique en los bogotanos la confianza en la gestión pública de sus líderes y la esperanza de una mejor calidad de vida en una ciudad bella y amable.
A no ser que usted ya se dé por satisfecho en la palestra política y esté contemplando la posibilidad de retirarse a una plácida vida de negocios en N.Y. o Miami,  permítame decirle como ciudadano que lo aprecia que su mercé no deja entrever ningún futuro en la carrera política, ni siquiera como embajador o congresista, simplemente, porque el partido que hoy lo avala no va a existir (si ya hasta su primer nombre ¿recuerda? Alianza Democrática fue tomado ya sabe por quienes).
Le ritero mi consideración y aprecio
De usted su servidor
Dorian Villa S.



jueves, 21 de enero de 2010

Maestro Guillermo Abadía Morales, una ausencia que lamentaremos demasiado tarde


"Un hombre que no conoce sus raíces difícilmente puede ser universal" GAB. Pausado y silente, como debe haberlo aprendido de los sabios ancianos de la selva, intolerante a la estupidez humana como pudo haberse contagiado de los poemas de Charles Baudelaire, politicamente discreto como lo heredó por recesividad de su tio abuelo el presidente Miguel Abadía Méndez y socarronamente indiferente a las boberías del diario trasegar, como se lo enseñó su mentor Fernando González, el indigenista, lingüista y folclorista Guillermo Abadía Morales (8 de mayo de 1912), decidió ayer, 20 de enero, abandonar sobre este planeta (en un rincón del barrio Chapinero) a su esposa Marina Rey Matiz, sus ocho hijos (que no le decían papá, sino Maestro), su Remington 40 que lo acompañó por más de cuatro décadas, sus vitrinas abarrotadas de libros, documentos, pergaminos y folletos, un mapa de Colombia con las tribus indígenas, un machete, un carriel, un escritorio y un legado cultural que comenzó a entretejer desde el momento mismo en que habiendo concluido sus 5 años de estudios de Farmacia  y Medicina en la Universidad Nacional, decidió en 1934 internarse durante diez años (hasta 1944) en las selvas colombianas para estudiar a fondo los lenguajes, creencias, mitos y tradiciones de sus pueblos indígenas, quienes lo sedujeron con su estilo de vida y "pureza de carácter": "Entonces me dediqué al indigenismo. Viajé a Urabá y estuve seis meses entre los indios Cuna, un grupo chibcha. Seguí al Atrato donde compartí con los Catíos y Emberá (...). Le di la vuelta al país haciendo mi índice de clasificación lingüística de 105 tribus indígenas. Gasté 10 años en esa correría". Dentro de ese trabajo recopiló grabaciones magnetofonícas, únicas en su género, que hoy reposan en su archivo particular. Además de haber sido el punto de partida para el estudio etnográfico en la historia de Colombia, ese estudio sentó las bases para la localización exacta de las 105 tribus indígenas establecidas en el territorio colombiano mediante las Coordenadas North-West (conocidas como "Clasificación Abadía") y su clasificación en nueve familias lingüísticas. A su regreso a Bogotá, en 1944, se vinculó al Conservatorio de Música de la Universidad Nacional en la clase de Sociología para el desarrollo; además organizó para esta universidad el Museo Organológico y clasificó los instrumentos musicales del folclor. Cofundador con el poeta Jorge Rojas de el Instituto Colombiano de Cultura, COLCULTURA, Abadía Morales fue el primer locutor de la radio HJN que luego se transformó en la Radiodifusora Nacional de Colombia, para la cual desarrolló más de 7.000 programas de Actualidad Folklórica y Cursillos de Folklore, que permanecieron al aire semanalmente durante 64 años, hasta que por decisión oficial la radiodifusora fue convertida en RTVC (y ahora está en la mira de Jose Obdulio y sus secuaces).
También escribió cerca de una treintena de libros, entre ellos El ABC del folclor colombiano, Guabinas y Mojigangas y El correo de las brujas. Recibió numerosas condecoraciones a lo largo de su trayectoria, incluida la Cruz de Boyacá, en 1997. Junto con el inolvidable  musicólogo, poeta, traductor, profesor, ingeniero y periodista Otto de Greiff Hausler (Medellín, noviembre 7 de 1903 - Bogotá, agosto 31 de 1995) constituyó el testimonio, la voz y el oráculo del saber vernáculo y ecuménico que hoy se ve gravemente amenazado por el proceso comercial y unificador de los ritmos  y las melodías. El compromiso asumido por su hijo Leonardo Abadía (quien ha estado al frente de preservar su legado) de lanzar una fundación que permita perpetuar su herencia cultural, incluidas publicaciones y miles de horas de grabación en la Radiodifusora Nacional, debe ser responsabilidad de todos aquellos que tengamos algún tipo de relación activa o pasiva con el hacer cultural.

lunes, 4 de enero de 2010

Albert Camus- Una evocación existencialista del "último de los justos"



Hoy, 4 de enero, se cumplen 50 años de ausencia involuntaria (había dicho el día anterior a su muerte por accidente de automóvil en Villeblerin, Francia, que "no conocía nada más idiota que morir en un accidente de auto") de este hombre triste, considerado el representante del existencialismo ateo, que durante sus precarios 44 años de existencia se había liado a trompadas con la vida desde su nacimiento en Mondovi (actualmente Drean, Argelia) el 7 de noviembre de 1913 en un hogar de colonos, quedando huérfano de padre antes de cumplir los 3 años. A pesar de todas las adversidades, obtuvo una beca de esas que recibían los hijos de las víctimas de la guerra, y la aprovechó para cursar su primaria, culminar el bachillerato y estudiar... ¡Filosofía y letras! Definitivamente, hay que ser un extranjero de sí mismo para, desconociendo todas las vicisitudes y penurias por las que está pasando en este valle de lágrimas, malgastar la oportunidad de estudiar una profesión "lucrativa". Por su delicada salud lo rechazaron hasta en el ejército, al que se presentó en 1939 como voluntario; obviamente, tampoco lo emplearon como profesor, le dijeron que era a causa de su avanzada tuberculosis. Al fín consiguió una chamba como corresponsal del Alter Republicain, en el que publicó, ese mismo año Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940 se casó por segunda vez, se instaló en París y se hizo corresponsal del París-Soir. Durante la Segunda Guerra Mundial logró hacerse miembro activo de la Resistencia francesa dentro del grupo Combat, que publicaba en la clandestinidad el periódico Combat, del cual se mantuvo como redactor en jefe. En 1942, aún en plena guerra, publicó El Extranjero una novela breve basada en el ensayo El mito de Sísifo escrito ese mismo año, y ambientada en Argelia, como la mayoría de sus narraciones siguientes. La vida lo dotó a golpes de dificultades de una percepción "existencialista" del mundo en que vivía. Una visión que supo reflejar tanto en sus obras de teatro El malentendido (1942) y Calígula (1944), como en la novela La peste (1947), por la que recibió el Premio de la Crítica; pero, puesto que, al fin y al cabo, toda visión fatalista o nihilista del ser humano cierra su ciclo claudicando en una resignación cuasi mística, el sufrido Camus acabó tendiendo hacia un sentimiento de solidaridad ante el sufrimiento humano en Los Justos (1949) y en el polémico y complejo ensayo El hombre rebelde (1951), que lo llevó a finalizar su amistad con Sartre. Otras de sus obras más conocidas son las novelas El revés y el derecho (1937), Cartas a un amigo alemán (1948), La caída (1956); la obra de teatro Estado de sitio (1948); los relatos El exilio y el reino (1957) y Los poseídos (1959) y una colección de sus trabajos periodísticos con los títulos Actuelles (3 vols., 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). Sus Cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964). En 1971, con el carácter de obra póstuma, le fue publicada Una muerte feliz (su primera novela) y en 1994 fue publicada, incompleta, El primer hombre, la autobiografía noveladala en que trabajaba cuando murió, tres años después de haber recibido, en 1957, el Premio Nobel de Literatura. La Huesuda, que a veces es piadosa, sabia y digna, lo libró oportunamente de la deshonra de verse contradiciendo sus sagrados principios en el sopor de aquella existencia confortable que tanto insistían en despreciar sus personajes. Es el triste destino del rebelde que al envejecer le cambie su alma a Fausto por aquellos placeres que juró despreciar. Que me contradigan los vejetes retrógrados colombianos que medraron a la sombra de ese mísero chamizo cultural de los años setenta, conocido como "Nadaismo" y que hoy, panzones, babosos y tembleques, tienden sus catres en el bazar del tirano para mendigar un saludito.

sábado, 2 de enero de 2010

El paredón del blog 7- De ritos, rituales y otros embelecos


No soy agorero ni ritualista, por lo tanto, carezco de elementos de juicio para comprender toda la tramoya montada individual y colectivamente alrededor del 24 y 31 de diciembre de todos los años. En lo personal, me es una fecha terriblemente abrumadora que me obliga a ver el lado grotesco de mis seres queridos obstinados en atarugarse de pavo, natilla, buñuelos, vino y galletas, ¡A plena Media Noche! y en "estrenar" interiores amarillos, empacharse de uvas como preparándose para un tour de "mula", darle la vuelta a la manzana con una maleta repleta de ropa mal empacada, abrazarse como si  llevaran largo tiempo sin verse, prometer que cambiarán lo incambiable y lloriquear amargamente... todo ello en un solo acto y, otra vez, ¡A plena Media Noche!. Por eso y muchas otras razones, me siento profundamente identificado con lo expuesto por Lucky Tovar en su afortunado blog http://puntoh.ning.com/profile/Lucky:
Lo oriental mola
Conozco a una chica que cada día llegaba al bar donde yo trabajaba, siempre con prisas, con la respiración acelerada y los nervios de un filete barato: -¡¡Lucky, corre, date prisa, un café con la leche fría corriendo, que llego tarde!!- soltaba del tirón y sin respirar, -pero ¿Dónde vas con tanto estrés?- le pregunté un día, a lo que me contestó, -¡¡a clases de relajación, y voy tardísimo!! Teniendo en cuenta que llevaba tres meses yendo, está claro que la estaban timando; o eso, o era la peor alumna de la clase. Pero eso no le importaba porque ella es una apasionada de la cultura oriental y de todas esas filosofías que tan de moda están últimamente a este lado del Meridiano de Greenwich. Tai Chi, Yoga, Meditación Trascendental, Chi Kung, Sushi, Shin Shan, Tamagotchi, Manga, Nissan; toda la sabiduría (y otras cosas) que crearon hace milenios unas personas a las que, hasta hace poco solo llamábamos “chinos”, llenan estanterías de libreros, escaparates de tiendas de deporte, gimnasios de clubes sociales y salones de actos de hogares del pensionista.
Aquella chica, y otros cuantos miles de occidentales, están empeñados en adoptar una serie de enseñanzas que aparecieron hace milenios, desarrolladas por y para personas que se ríen y lloran por motivos diferentes a los nuestros, sienten y aceptan de forma distinta y hasta visten distintos lutos. La sociedad del individualismo y las programaciones televisivas personalizadas, se empeña en impregnarse de una cultura enfocada al grupo, donde el individuo está por debajo del colectivo, y quien hace algo mal deshonra a todo su equipo, o a toda su familia, o a toda la empresa en la que trabaja. Desde países en los que todos hacen lo mismo y al mismo tiempo, queremos traernos filosofías que hablan del desapego, para usarlas en sociedades donde la egolatría es religión procesada por millones de personas que aman más a su coche que al gato del vecino.
Es verdad que hay occidentales a quienes les funciona toda esa parafernalia asiática y hasta les cura la ciática, pero aunque pasaran siete años en el Tibet, comieran a diario viendo las películas de David Carradine y se atiborraran de jengibre, dudo que jamás llegasen a entender el verdadero significado de algo que forma parte de la vida y la cotidianidad de quienes lo inventaron. Mí estresada clienta intentó incluso convencerme: que si pierdes el estrés, que si te curan la ansiedad, que si te quitan las tensiones… pero es que mi estrés, mis ansiedades y mis tensiones, son mías ¿Me las van a quitar y encima tengo que pagarles? Pues hasta ahí podíamos llegar, que está el patio como para regalar tensiones. Pero claro, aquella chica era una gran admiradora de todo lo oriental, a pesar de todo lo que se queja cuando se habla de la jornada laboral de sesenta y cinco horas semanales ¿Cuántas horas creerá que trabajan los japoneses?
Vaya por delante mi respeto al libre albedrío, pero es que la mayoría de esas ciencias, culturas y actitudes orientales, no están pensadas para respetar ese libre albedrío: las culturas orientales se enfocan a eliminar el individualismo. No pienses demasiado, y menos aún por ti mismo; olvídate de lo que conseguiste con tu esfuerzo, pues todo debe ser efímero. Sirve al grupo por encima de tus propios intereses, deja la mente en blanco para relajarte, olvídate del carácter que tu propio entorno a ayudado a forjar; no seas tú, pasa a ser grupo… no vaya a ser que te de por poner al grupo en tela de juicio. Todo esto era utilizado cuando los grandes señores feudales necesitaban ser seguidos, sin concesiones, por todo su abnegado pueblo, hacia algunas de las innumerables guerras que se libraban en todo oriente. La marcialidad no es más que el fruto del vaciado total de voluntad y auto conservación. Pero claro, en una sociedad donde las capas altas han conseguido contagiar al resto su adoración al Dios Esnob, lo oriental mola.
© Lucky Tovar