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miércoles, 16 de marzo de 2011

Los terremotos de Japón; una calamidad de PlayStation

Son tragedias de tal magnitud, que sospechar de sus orígenes nos hace ver como locos  paranoicos o maniáticos mesiánicos. Pero, a los colombianos que vimos estupefactos la manera en que el pueblo de Armero (departamento de Tolima, Colombia) fue borrado del mapa  con 20.000 de sus habitantes por una avalancha de lodo y piedras el 13 de noviembre de 1985, siete días después del holocausto del Palacio de Justicia, cuando parecía inevitable el Juicio de responsabilidades sobre belisario betancur (cobarde presidente de la república que se escondió mientras los militares perpetraban la masacre), cada vez que contemplamos un desastre natural como los terremotos de Chile, Haití y Japón, se nos vuelven a aparecer los fantasmas de una intervención político-técnico-militar con fines que cada vez resultan más obvios y predecibles.
El "muestreo" de los efectos físicos, sociológicos, económicos y políticos en tres paises representativos de los tres mundos de la geopolítica global puede brindar información definitiva en el diseño de estrategias macrofinancieras de escala global como recurso extremo del sistema capitalista para retrasar su inexorable crack.  En el caso de Haití como pais perteneciente a la esfera de los paises tercermundistas, una catástrofe como la del 12 de enero de 2010 en el cual fallecieron 316.000 personas, dinamizó la circulación de efectivo bajo la cobertura de envío de tropas y donaciones voluntarias justificadas como "ayuda humanitaria" (un año después, Haití sigue igual y el billete retornó a la banca). El terremoto de Chile (país del mundo dos), el 27 de febrero de 2010, con apenas 525 muertes, permitió observar que en paises en los que se ha consolidado un sistema oligárquico autóctono son más eficaces los métodos de penetración ideológica, represión militar y apertura de mercado. El terremoto de Japón, competidor fuerte por el predominio económico en los paises del mundo uno) era un  terremoto largamente esperado, no sólo por vulcanólogos y estudiosos de los sismos, sino por el grupillo de personajes a quienes se alude en esta entrada.
Vivimos (y morimos) en un mundo en el que vemos materializarse los más alucinantes relatos de la Ciencia-ficción. Ya no se trata del rumor apocaliptero sobre "el fín de los tiempos" y hay que estar muy  rallado (y rayado) para tomar los acontecimientos como una "señal" de la inminente "segunda venida de cristo" o pretender descubrir tras los eventos la infantil injerencia de unos "hombrecitos grises" o vestidos de negro, o protagonistas oscuros de rituales masónicos que planean y ejecutan intervenciones a escala sobre el ecosistema y la existencia de algunos individuos, quien sabe con qué fines. ¡No! Hoy los conspiradores  y sus fines son groseramente vistosos: TRUSTS & CASH (Ver Esto no es una pipa). En el año 2007 Benjamín Fulford, un inquieto periodísta canadiense, publicó un informe sobre una "misteriosa" conspiración contra Japón cuyo objetivo eran las centrales nucleares. Fulford analizaba las causas por las que se producen  acontecimientos tan terribles como el tsunami de Indonesia, el ciclón de Myanmar o el terremoto de China, todos ellos ligados a razones políticas y económicas concebidas y ejecutadas por ostensibles figuras del poder político del sistema capitalista. 

El núcleo operativo de esas acciones es un complejo sistema de generación y teledirección de ondas energéticas bajo forma de rayos e, incluso, de bolsas de plasma, conocido como Proyecto HAARP (Ver mi entrada respectiva)  Para aquellos que aun duden de la existencia de esta mortal y terrible arma, una de las personas que aparece en el video explicando en qué consiste el tal proyectico es el encargado de Relaciones Públicas del Proyecto HAARP. 
De todas maneras, trátese de paises del tercer, segundo o primer mundo, las víctimas objeto de los experimentos vivencian y transmiten su drama en relación directa con los intereses publicitarios de los medios informativos. Las imágenes de los haitianos exhibiendo su miseria ante el morbo lastimero de los noticieros  tuvieron una diagramación diametralmente opuesta a las escenas de solidaridad y coraje de los chilenos y ni qué decir de las imágenes dantescas de la tragedia japonesa, en las cuales pese a la violencia arrasadora de los acontecimientos y el número creciente de víctimas se siente una "distancia" entre la  realidad padecida por los japoneses y la intensidad dramática con que los percibimos los televidentes. Quizás sea la influencia espiritual del Sintoismo, tal vez sea la traza genética de los herederos de las consecuencias de la segunda guerra mundial; incluso puede haber vestigios de la disciplina samuray en el aparente mutismo del carácter japonés, lo cierto es que los muchos reportes gráficos y televisivos sobre la tragedia no lograron trasmitirme una emoción coherente con la trascendencia del evento. Hay tanta geometría en las escenas, tanto de coreografía en el comportamiento de los damnificados, tanto esmero en el cuidado de los objetos materiales por encima de su propia protección, que acaban haciéndose irreales, como de juego de playstation o escena de godzilla.
 
 
 
 
Nota: Algo bueno (con perdón) del stand by impuesto por la expectativa de las plantas nucleares es que tuvieron que desentenderse de Libia ¿Cómo se percatarían de que no valía la pena tratar de desestabilizar un conglomerado tribal?