viernes, 2 de octubre de 2009

En sus 60 años de revolución. Viva China, cabrones

Con una población mayormente agricultora, el proletariado chino, que había tenido un crecimiento vertiginoso en la década de los 20 del siglo XX, habitaba un pais fragmentado en extensas regiones dominadas por los “Señores de la Guerra”. Agobiados por todo tipo de arbitrariedades y por los impuestos (que habitualmente superaban con creces lo obtenido en la cosecha), los campesinos pobres fueron materia prima para la revolución agraria puesta en marcha en miles de aldeas. A ellos se sumó la más grande movilización de mujeres que se haya registrado en el siglo XX contra las condiciones ancestrales de semiesclavitud características de la cerrada sociedad patriarcal china. Aun no se masificaba el incipiente Partido Comunista fundado en 1921 por un puñado de cincuenta militantes, aunque entre 1925 y 1927 se había registrado un poderoso ascenso revolucionario (cuyo fracaso es atribuido a la influencia de las tendencias burocráticas de José Stalin y la Tercera Internacional, que impusieron la subordinación de los obreros a la “burguesía nacional” de Chiang Kai Shek y su partido, el Kuomintang). En 1934, a causa de la derrota infligida por Chiang Kai Shek con el aplastamiento de la República Soviética Campesina fundada en noviembre de 1931 por Mao Tse Tung, se dio inicio a la “Gran Marcha hacia el Norte”, clausurando el movimiento revolucionario campesino del sur.
Sucedió que en 1931 Japón habia iniciado la colonización de China ocupando la península de Manchuria hasta avanzar en 1937 sobre la China continental. Ello generó un creciente movimiento de resistencia antijaponesa, librado fundamentalmente en el área rural, mediante la estrategia militar de la guerra de guerrillas. El PC y su Ejército Popular eran un movimiento de masas, con un ejército guerrillero-campesino, de estructuras verticales cuyo líder indiscutido, Mao, compartía la concepción stalinista de desarrollar un pacto de unidad con la burguesía (lo cual permitiría la modernización capitalista de China, posteriormente, en otra etapa, se avanzaría hacia un sistema socialista). Para ello estaba dispuesto a constituir un gobierno burgués con el Kuomintang (una concepción “frentepopulista” o de conciliación de clases). Fue asi como en octubre de 1945, luego de la derrota del Japón, el Kuomintang y el PC sellaron un acuerdo para la “reorganización nacional” de una China semicolonial, que incluía desde la formación de un gobierno de coalición encabezado por Chiang hasta la unificación de las fuerzas armadas. Pero, al dictador Chiang no le interesaba la coalición con los comunistas y trató de liquidar tanto a la guerrilla campesina como al PC. Desde julio de 1946 desconoció los acuerdos y empezó a presionar con sus ejércitos en las zonas dominadas por el Ejército Popular. Obligado por la ruptura de los pactos y presionado por los hostigamientos de Chiang, después de muchas dudas, debates internos e intentos fallidos de negociación, el PC asumió la confrontación,desatando una guerra civil que en tres años culminaria victoriosa con la toma del poder por Mao, quien, al poco tiempo de asumir el gobierno tiene que enfrentar en Corea el poderío propagandístico y la fuerza militar del capitalismo estadinense y en el interior las luchas por la tierra iniciadas por los campesinos pobres que, habiendo sido incorporados a la guerra de guerrillas contra el invasor japonés primero y luego contra Chiang, reclamaban los frutos de su victoria en un proceso multitudinario de revolución agraria, yendo mucho más allá de lo que indicaban las ordenanzas aceptadas a regañadientes en 1946 y enfrentándose no sólo a los terratenientes (que hasta Mao aceptaba), sino a los campesinos ricos, reordenando el reparto de tierras, estableciendo la lucha de clases en el campo y dando origen a las comunas revolucionarias que impusieron su poder en las aldeas. Este enfrentamiento “izquierdiza” la política del gobierno y lo obliga a lanzarse contra los restos burgueses en el país. Se inician los grandes juicios contra los “contrarrevolucionarios” y la confiscación o transformación en sociedades mixtas de la mayor parte de las empresas capitalistas de China. El triunfo revolucionario del primero de octubre de 1949 significó para las masas chinas comenzar a dejar atrás una situación de atraso y superexplotación del trabajo agrario para dar paso al desarrollo de megaproyectos económicos que traerían nuevas ópticas a las eternas problemáticas humanas y sociales, hasta llegar a ser la actual superpotencia que puede demostrar con su ejemplo no solo la importancia politica de la defensa de una ideologia de distribucion equitativa de la riqueza, sino la realidad de la convivencia armonica de los objetivos capitalistas en un sistema socialista.