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lunes, 8 de noviembre de 2010

La Marihuana, en busca de la ignominia

 “En los últimos tiempos algunos renegarán de la fe dando oídos a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas, inducidos por la hipocresía de impostores cuya conciencia se halla marcada al rojo vivo, que prohíben el matrimonio y ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes y los que conocen la verdad los coman y den gracias a Dios por ello” (Timoteo 4:1).
Ahora que el Referendo gringo sobre la legalización de la marihuana ha puesto "de moda" hablar sobre los degenerados que la defienden y la gente de bien que la condena, quizás valga la pena tratar de hacer un paneo sobre la historia del cáñamo y sus derivados grifa, kif, hachís. Comencemos, pues, remontándonos hasta el año -4000, periodo en el que ya era cultivada la Cannabis sativa para elaborar textiles, según los retazos de tejidos hallados en excavaciones arqueológicas (los restos más antiguos de fibra de cáñamo  han sido hallados en China con una datación del -4000; aunque los restos hallados en Turquestán con  datación de un milenio posterior, hace considerar la posibilidad de que sea una planta cultivada originalmente en el Asia central), y vayamos de ahí a las primeras referencias históricas, que datan del año -2737, cuando el emperador chino Shen-Nung prescribe la resina del cáñamo para “la debilidad femenina”, el gota, el reuma, el estreñimiento, la malaria, la gripe y los desmayos, advirtiendo que "tomado en exceso tiende a mostrar monstruos, si se usa durante mucho tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo" Kwang-ti, otro emperador chino, en su libro Nei-Ching recomienda el uso de las flores del cáñamo para curar las heridas abiertas; del jugo fresco de las hojas para curar las picaduras del escorpión; de la resina adherida a la cáscara de la semilla para estimular el sistema nervioso; de las semillas para combatir las inflamaciones de la piel, o como tónico para el cabello, o como antídoto al envenenamiento del azufre, reconstituyente, laxante y diurético, además de ser muy apropiadas para extraer los gusanos a los recién nacidos y a los animales…Ah… y la fibra para fabricar cuerdas y tejidos (los chinos fueron los primeros en producir papel en el siglo I y los escritos más antiguos -textos budistas de los siglos II y III- están escritos sobre tejidos de cáñamo).
La cannabis fue considerada la más sagrada de las plantas.
Antiguas fuentes sánscritas hablan de las píldoras de la felicidad, un compuesto a partir de cáñamo y azúcar. A base de cáñamo era la amrita, bebida de la inmortalidad que en la mitología hindú corresponde grosso modo a la ambrosía de los dioses olímpicos (según los primeros vedas, sobre todo el cuarto o Atharva Veda, el cáñamo brotó cuando cayeron del cielo gotas de amrita). En India, el cáñamo, denominado chraas o bhang, tiene tal importancia que en algunas zonas se utiliza con funciones de moneda, como medio de intercambio comercial. La religión védica arcaica veneró la planta denominándola vijonia (fuente de felicidad y victoria) y ananda (fuente de vida): Se tomaba para aliviar la fiebre, el insomnio, la disentería, la lepra, la caspa, las jaquecas, la tosferina, la oftalmia (y otros males en los ojos). Desde el siglo –XV se celebra y conoce el cáñamo en diversas preparaciones: con agua (poust), con alcohol (loutki) y con opio (mourra). Los sacerdotes Sardu viajaban a través de la India y del mundo entero compartiendo pipas de fumar llenas de cannabis (chilum). Según su fe, el dios Shiva trajo la cannabis desde el Himalaya para que los hombres tuvieran felicidad y conocimiento. Para la tradición brahmánica ortodoxa su uso agiliza la mente, otorga salud y larga vida, concede deleite, valor y deseos sexuales potenciados. En el capítulo 9:16 del Bhagavad- gita, Krishna dice Yo soy la hierba que cura, mientras que en el Canto Quinto del Bhagarat-purana las preparaciones líquidas son la bebida favorita de Indra, el dios guerrero que representa a los invasores arios.  En Mesopotamia, hacia el periodo del dominio asirio -IX su uso aparece mencionado como incienso ceremonial y con funciones medicinales al lado del opio, la mandrágora, la cerveza y el vino. Heródoto (-484 a -425) describe una especie de sauna donde los persas arrojaban grandes trozos de cáñamo (lo más seguro en forma de haschisch) sobre piedras calentadas y se embriagaban aspirando el humo como los griegos bebiendo el vino, no está claro si con fines religiosos o recreativos.
La cannabis ha sido utilizada para los rituales religiosos. La religión zoroástrica tenía como sacramento fundamental para la clase sacerdotal el uso de la planta del cannabis. En el texto sagrado Zend-Avesta, que incluye más de 10.000 plantas medicinales, el profeta persa Zoroastro le da al cáñamo el primer lugar. La Biblia cristiana no rechaza su consumo e incluso algunos pasajes hacen referencia directa a lo bueno y útil que es utilizar hierbas como la cannabis: Bajo la denominación de Suama era bebido en la zona de Sinaí y fumado en las sinagogas; Salomón lo canta con el nombre de kalamo y Timoteo (4:1) admoniza sobre su prohibición “ En los últimos tiempos algunos renegarán de la fe dando oídos a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas, inducidos por la hipocresía de impostores cuya conciencia se halla marcada al rojo vivo, que prohíben el matrimonio y ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes y los que conocen la verdad los coman y den gracias a Dios por ello”. En Tíbet, la difusión del budismo impuso su uso como un auxiliar para la meditación trascendental. Muchas tradiciones, escritos y creencias budistas indican que el mismo Siddhartha, Buda, antes de anunciar las cuatro verdades nobles, estuvo durante seis años inhalando y comiendo únicamente cáñamo y sus semillas. Muchos estudios revelan que el misticismo de los sacerdotes sufíes procede de los seguidores de Zaratustra que sobrevivieron a la conquista musulmana entre los siglos VII y VIII d. C.
En cuanto a la que hoy conocemos como “cultura occidental”, hacia el -1500 llega la cannabis a Europa procedente de oriente, propagándose hacia las zonas central y septentrional. Ni los griegos ni los romanos la cultivaron sistemáticamente, pero desde el siglo -VII la obtenían de los celtas (en Marsella se ofrecían cuerdas, velas y estopas a todo el Mediterráneo). El cáñamo se usaba en los ritos dionisíacos y en las liturgias de Eleusis para revelar a los iniciados los arcanos del mito de Deméter. Los sacerdotes, que llevaban el nombre de eumólpidas (cantores de melodías benignas), se decían hijos de la luna para hacer de mediadores entre la tierra y el cielo. La Odisea narra cómo cuando Telémaco, que durante el banquete ofrecido en su honor por Menelao evoca el destino de su padre Ulises y cae con todos los comensales  en una profunda melancolía; entonces, Helena ordena a los criados que echen nepenthés (una decocción de cáñamo con vino resinado y mirra, de uso tradicional para animar las reuniones privadas) en las copas y la sonrisa vuelve a los labios de todos los que estaban allí. Diodoro Sículo, historiador de la época de Cesar, escribe que las mujeres de Tebas preparaban mediante cáñamo una pócima que tenía el mismo efecto que el nepente de Homero. Dioscórides (20 al 60 d. C.), médico griego residente en Roma, autor de la primera farmacopea basada en plantas medicinales, habla del cáñamo y de las visiones y alucinaciones placenteras que provoca. Tal como se deduce de algunas breves anotaciones de Lucilio, Plinio, Columela y Celso (siglo II d. C.), en Roma se utilizaba principalmente la fibra para confeccionar vestidos y para las gúmenas (maroma gruesa para atar áncoras) y las velas de las naves. Su extracto era utilizado para mantener alta la moral de los marineros en los momentos difíciles (en un trirreme cartaginés de guerra del siglo -III recuperado en 1969 en Isla Larga fueron halladas dos ánforas llenas de hachís). El kiphy, que es un incienso ceremonial de posible psicoactividad, entre cuyos ingredientes hay una “resina” (probablemente de cáñamo), forma ya parte de las reuniones de los ricos, este producto era importado desde Egipto y era muy costoso. En la Metamorfosis de Ovidio se habla de un tal Glauco que toma “hierba” de extraños efectos. Por Galeno, médico de la corte imperial (129 al 200 d. C.), sabemos que era frecuente ofrecer flores de cáñamo en reuniones sociales para incitar la hilaridad y el disfrute (costumbre aprendida de las sociedades ateniense o de los celtas). El fumar hachís egipcio era una excentricidad (valía una fortuna), mientras que el opio se consideraba un bien básico para el hogar romano. Al iniciarse el siglo IV, el edicto de Diocleciano sobre precios fija el del modius castrense de opio – con una capacidad para 17,5 litros- en 150 denarios, cuantía que sigue siendo extremadamente módica si se compara con los 80 denarios que costaba el kilo de hachís... 
En fin, como suelo decir, el giro político-policivo tras el que se ha encubierto la explotación económica de la marihuana, es una historia larga que merece ser contada. Yo dejo aqui, por cuestiones de espacio, lamentando no haber llegado hasta los antecedentes de la situación actual, que deben ser divulgados, si es que alguien quiere algún dia desenmascarar las causas ocultas de la persecución obsesiva a una planta indefensa.