jueves, 15 de julio de 2010

Y la vida se va sin darnos cuenta

 ¡Ah! la memoria de los tiempos idos... aquella evocación que ancló a los viejos a su espacio vital con el lazo irrompible de los sentimientos... Recordar es vivir, decían ellos, bajando del desván para sus nietos un álbum con retratos blanquinegros, o remendando la colcha de retazos de su vida cosida con esfuerzos.
¿De qué se nutre la nostalgia? Preguntó alguna vez Benedetti, el poeta uruguayo. Muchas son las opciones, según quien le responda: Del sueño de un amor, solloza el olvidado; del sabor de la tierra nativa, lamenta el exiliado; de recuerdos de infancia, de gocecitos íntimos dulcemente guardados... En fin, que la nostalgia, fue un sentimiento esencial para condensar el alma de los pueblos en esa entelequia (entelecheia) agónica que por doscientos años, desde La Ilustración hasta la década de los ochenta del siglo XX fue alimentada y difundida como Cultura. Infortunadamente los humanos aprendemos a andar a tropezones, y al convertir a los fabricantes de artilugios en andadores que guiaran nuestros pasos nos hicimos dependientes de sus ruedas y acabamos perdiendo las nociones del tiempo y rompiendo los hilos que hacían universales los afectos. Quienes hayan nacido al final de esa época escuchan referencias sin entender el tema:  Espíritu, Fantasmas, Familia nuclear, Tradición, Empleo estable, Imaginación, Estudio, Disciplina, Utopía, Amistad, Rebeldía, Socialismo...  Los comerciantes de bisutería han hecho del Pasado, el Presente y el Futuro un muladar de objetos sin espíritu, un patrón medidor de inmediateces desechables, un container de metas sin encanto. Hoy, El Pasado es negocio de iglesias que lo comercializan con rituales apócrifos de Tradición y Fe; El Presente se desvanece en la obsolecencia de las enseñanzas de la escuela incapaz de actualizarse, y El Futuro es una cosa incierta que explotan los políticos con  la exótica etiqueta de Esperanza. El tema sigue abierto y es casi inagotable... Para entender de qué estoy hablando, mire el cuadro de imágenes y trate de reconocer, o recordar, los objetos allí reproducidos (clique sobre la imagen para verla ampliada). Quiero cerrar con tres preguntas casi esotéricas: ¿Cómo podríamos contener un espíritu cósmico si no estamos anclados a tiempos anteriores? ¿Cómo encontrarle el sentido a la existencia si no se tiene conciencia del presente? ¿Para qué comprometernos con los requerimientos de la vida, si no existe ilusión para el futuro?