lunes, 22 de febrero de 2010

El proyecto HAARP: Una espada de Damocles de un GB de ondas de radio de alta frecuencia penetrando letalmente en nuestra atmósfera

Esta primera década del siglo 21 nos está permitiendo ser testigos del cumplimiento de una serie de “profecías” de ésas que los productores cinematográficos calificaron en su momento de fantásticas y los estudiosos de los géneros literarios etiquetaron en el subgrupo de la ciencia ficción. La Aldea Global vislumbrada por Marshall McLuhan en su Galaxia Gutenberg (1962), las cámaras omniscientes de Orwell en su novela 1984, las expediciones extra siderales de Bradbury, las nanotecnologías de Chester Gould (creador de Dick Tracy) y los robots de Asimov son hoy elementos cotidianos que no nos sorprenden ni nos maravillan. Una hábil estrategia de mercadeo dirigida al estímulo del consumismo mediante el desarrollo frenético y masivo de gadgets electrónicos ha terminado haciéndonos tan familiar y corriente la aparición de cualquier nuevo adminículo tecnológico, que ya ni siquiera se nos ocurre cuestionar su utilidad, ni mucho menos desconfiar de los posibles efectos “colaterales” de su uso frecuente (cáncer, sordera, mutaciones genéticas, deterioro ambiental…) o sospechar de su potencial capacidad para irrumpir en nuestra privacidad. Son implicaciones sobrellevables (como diría un chistoso, gadgets del oficio)… pero, más allá del uso vulgar de algunas pequeñas tecnologías, la maquinaria bélica del imperio de las sombras consolida su hegemonía de terror y muerte mediante la creación y aplicación ultra secretas de una nueva generación de armas que ni las imaginaciones más fantasiosas de la llamada Teoría de la Conspiración (los Hombres de Negro, el incidente Roswell, el Club Bilderberg y las peripecias descritas en las novelas de Dan Brawn…) hubiesen podido concebir. Cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela o la inteligencia militar rusa nos llaman la atención sobre las inocultables evidencias de intervención humana en las causales del cambio climático mundial y en el diagrama de sucesión lineal de los terremotos en Venezuela (8 de Enero 2010), Honduras (11 de Enero 2010) y Haití (12 de Enero 2010) que casualmente se produjeron todos a la misma profundidad (10Kms.), soltamos un risita despectiva y les endilgamos el calificativo de locos. Por todo eso es que resulta tan urgente e importante para estos sistemas alternativos de comunicación, echar a rodar la bola informativa sobre las súper tecnologías secretas que atentan contra la estabilidad planetaria. Tal es el caso del proyecto HAARP, High Frequency Advanced Auroral Research Project (Proyecto de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia) que financian la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la Universidad de Alaska en unas instalaciones militares situadas en Gakona, Alaska, cuyo factor de desarrollo se basa en la emisión de un billón de ondas de radio de alta frecuencia (1 GW =1.000.000.000 W) que atraen los elecrojets aureales (la electricidad que flota sobre el planeta) a la tierra con el objetivo de condensarlos en una gran estación generadora que modifica la corriente para generar ondas LF (Low Frecuency) y VLF (Very Low Frecuency) las cuales pueden ser teledirigidas para penetrar en la tierra o en el mar en busca de refugios subterráneos, depósitos de mísiles y submarinos sumergidos o bombardear la ionosfera para controlar los procesos climáticos y generar condiciones físicas de desestabilización estratégica desencadenando inundaciones, sequías, huracanes y terremotos localizados. Parece un libreto extraído de James Bond o de Los Vengadores (quien te haya visto una vez, nunca te olvidará, Emma Peel), ambientado con la tensión ética entre el intento académico de ampliar el conocimiento de la física de la alta atmósfera, el interés político de generar ambientes favorables a las condiciones de vida (incluso, hay reportes de los “esfuerzos” de la administración estadinense por realizar estudios del impacto del cambio climático en nuestro mundo y de incrementar el nivel de ozono estratosférico) y la ambición desbocada de los trust de la industria armamentista más la esquizofrenia del aparato militar.
¿Estaremos viviendo el comienzo de una nueva era de armas geofísicas capaces de modificar el clima a escala local y ser empleadas contra países inermes?
El programa HAARP es la evolución tecnológica de un sistema integrado de armamentos vendidos al gran público como proyectos para mejorar nuestro conocimiento de la física de la alta atmósfera. Tres de ellos a destacar son: El Project Starfish (1962), orientado a realizar experimentos de modificación de las frecuencias y la intensidad de los cinturones de Van Allen; el Solar Power Satellite Project SPS (1968), para generar una constelación de satélites geoestacionarios capaz de interceptar la radiación solar y transmitirla en rayos concentrados de microondas a la tierra y el ROTHR (Radar Re localizable Sobre el Horizonte, por sus siglas en inglés) que se inicio en la época de la guerra fría para detectar misiles y aviones de gran tamaño que, ocultos tras la curvatura de la tierra, no podían ser detectados por los radares convencionales (para este tipo de detección, los ROTHR utilizan la ionosfera a manera de espejo para reflejar impulsos electromagnéticos). Aunque terminado de instalar en abril de 2004, el HAARP se fraguó en los años 80 del siglo pasado y empezó a tomar forma en la década de los 90 derivado del proyecto Military Implications SPS (1978) cuyo fin era intervenir la red mundial de comunicaciones que utiliza la ionosfera como pantalla reflectora y usar los satélites orbitantes para concentrar la radiación solar y redirigirla como un rayo capaz de destruir misiles u objetos enemigos. La primera fase del sistema HAARP (180 antenas más un conjunto de transmisores de alta frecuencia que funcionan como una sola pieza convirtiendo las ondas de baja frecuencia en rayos de alta frecuencia para bombardear intensivamente la atmósfera) fue instalada en 1992 por el sistema IRI Ionosfheric Research Instrument subsidiaria de BAES British Aerospace Systems y complementada por APTI Advanced Power Technologies Inc, una subsidiaria de ARCO Atlantic Ritchfield Corporation. En 1994 ARCO fue adquirida por el binomio British Petroleum-AMOCO OIL COMPANY USA, pero le vendió APTI, junto con las patentes, a E- Systems uno de los más grandes contratistas del mundo en la dotación de equipamientos militares High Tech y producción de equipos electrónicos de navegación y reconocimiento, incluidos sofisticados equipos de espionaje (participó en la provisión y equipamiento del Doomsday Plan [el sistema que permite al Presidente de los EU. manejar la guerra nuclear] y la operación Tormenta del Desierto). Estrechamente relacionado con la CIA y organismos parecidos E-Systems registra ventas anuales de unos 1.800 millones de dólares, de los cuáles unos 800 millones son para proyectos tan secretos que ni el Congreso de los Estados Unidos puede determinar su uso final. Con la compra de APTI, E-Systems adquirió la estratégica tecnología de la guerra climática, la cual incluye la patente #4.686.605 “Bernard J. Eastlund’s” titulada Métodos y Aparatos para alterar una región de la atmósfera, la ionosfera y la magnetosfera terrestre. Un año después de esta compra, E-Systems fue comprada por Raytheon que, a través de su subsidiaria E-Systems es ahora la propietaria de las patentes para la guerra climática, pasando del cuarto renglón en la lista de los contratistas de la industria militar estadinense a ser el más grande comerciante de equipos electrónicos de guerra del mundo. El programa es tan controvertido como peligroso. A todas luces se observa cómo este programa puede distorsionar o desplazar la ionosfera, aumentar las concentraciones de ozono y nitrógeno, modificar la absorción de los rayos solares, provocar lluvias radioactivas, desviar aviones, misiles, desatar un caos en las comunicaciones mundiales y ser un perfecto sustituto de las bombas nucleares. Sus defensores aducen un sinfín de ventajas de carácter científico, geofísico y militar, pero sus detractores están convencidos de que podría traer consecuencias catastróficas para nuestro planeta, desde arriesgadas modificaciones en la ionosfera, hasta alteraciones electromagnéticas de la mente humana. Desde un punto de vista militar, podría tratarse de la más sofisticada arma geofísica que, actuando como el más potente calentador ionosférico del mundo, puede intensificar tormentas, prolongar sequías y desatar tempestades y tsunamis sobre territorio “enemigo” y, desde una perspectiva política, constituye un instrumento de dominio capaz de desestabilizar selectivamente los sistemas agrícolas y ecológicos de regiones enteras.
Así consiguen manipular el clima
Los estudios científicos han descubierto que los vientos de la alta atmósfera (sobre los 50 km de altura) juegan un papel importante en el chorro, que a su vez controla las estructuras del clima. Uno de los objetivos del HAARP es afectar la intensidad y dirección de los vientos zonales y del chorro mediante la modulación de las corrientes del electrojet. Para tal fin, el HAARP alimenta el mayor calentador ionosférico de la tierra aprovechando los recursos del gas natural infrautilizado en Alaska. La función del calentador es lanzar haces de energía electromagnética (ondas de baja frecuencia) a la ionosfera para que, al colisionar con las capas altas de la atmósfera, provoquen un espejo energético. Entre las patentes que forman la médula espinal del proyecto HAARP (unas doce) se destaca la #4.686.605 del físico tejano Bernard Eastlund, que estuvo clasificada por orden expresa del gobierno durante todo un año y cuyo fundamento es un "método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera y/o magnetosfera" (Eastlund asegura que su invento podría, además, controlar el clima). En realidad, el calentador ionosférico de Eastlund es diferente a otros conocidos hasta la fecha: la radiación de radiofrecuencias (RF) se concentra y enfoca en un punto de la ionosfera, proyectando una cantidad de energía que puede alcanzar hasta los 10 gigavatios. La enorme diferencia de potencial generada (dicen Begich y Manning) podría cambiar e incluso desplazar la ionosfera, modificar la absorción de los rayos solares y aumentar las concentraciones de ozono y nitrógeno. Una posibilidad que no se debe descartar,sobre todo a tenor de las opiniones de científicos de la Universidad de Stanford, que aseguran que el clima mundial podría ser controlado mediante la transmisión de señales de radio relativamente pequeñas a los cinturones de Van Allen (pequeñas señales activadoras pueden controlar energías enormes por resonancia). El científico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning, autores del libro Angels don’t playthis harp (Los ángeles no tocan esta arpa) advierten entre sus inquietantes hipótesis que las consecuencias de este tipo de programas son más destructoras que las pruebas nucleares. Una afirmación que ha llevado a Begich a concluir que si el HAARP operase al 100% podría crear anomalías climatológicas sobre ambos hemisferios terrestres, ya que el cambio climatológico de un hemisferio desencadenaría una respuesta reflejo en el otro hemisferio. Otra científica, la Dra. Rosalie Bertell, resume: "Se relaciona (este programa) con cincuenta años de programas intensos y crecientemente destructivos para comprender y controlar la atmósfera superior. Sería precipitado no asociar HAARP con la construcción del laboratorio espacial que está siendo planeado separadamente por los Estados Unidos. HAARP es parte integral de una larga historia de investigación y desarrollo espacial de naturaleza militar deliberada. Las implicaciones militares de la combinación de estos proyectos son alarmantes… La capacidad de la combinación HAARP/Spacelab/cohete espacial de producir cantidades muy grandes de energía, comparable a una bomba atómica, en cualquier parte de la tierra por medio de haces de láser y partículas, es aterradora. El proyecto será probablemente "vendido" al público como un escudo espacial contra la entrada de armas al territorio nacional o, para los más ingenuos, como un sistema para reparar la capa de ozono". 
¿Qué saben de estas cosas los gobernantes del Primer Mundo?
Además de la manipulación climática, HAARP tiene otros usos relacionados con el dominio geopolítico, en la medida en que las frecuencias de sus ondas pueden provocar un caos total en las comunicaciones terrestres y marítimas, así como destruir misiles o aviones e, incluso, afectar negativamente al cerebro. Tal amenaza no es desconocida por los gobiernos del Primer Mundo.  A ese respecto, Beguich afirma que existe un informe sobre el desarrollo de un sistema capaz de manipular y trastornar los procesos mentales humanos mediante la radiación pulsada de frecuencias de radio sobre extensas zonas geográficas y aporta un informe de la Cruz Roja Internacional en el que advierte de los efectos perniciosos de las bandas de frecuencia de la energía radiada que transmite el HAARP. Como para atenuar las eventuales reacciones de algunos grupos conservacionistas, en 1977 se firmó la convención ENMOD que prohíbe expresamente el desarrollo de armas que puedan interferir o cambiar el clima. En su resolución de 28 de enero de 1999 sobre medio ambiente, seguridad y política exterior (A4-0005/1999), el Parlamento Europeo señala que el programa HAARP manipula el medio ambiente con fines militares y solicita que se establezca un convenio internacional que prohíba su desarrollo. Pero, el material más completo sobre las implicaciones de esa tecnología lo brindan los escritos de Zbigniew Brzezinski, ex Consejero de Seguridad Nacional en el gobierno Carter y J.F. Mac Donald, consejero científico del presidente Johnson, quienes informan del uso de los transmisores de energía para la guerra física y medio-ambiental y exponen algunos resultados que dejan ver cómo se puede afectar negativamente la salud física y mental mediante la radiación de ondas de baja frecuencia. Queda mucho por decir- Ojalá estos apuntes lleguen a un espíritu inquisidor que quiera profundizar en las investigaciones y divulgar oprtunamente sus descubrimientos.
www.globalresearch.ca/articles/gil401A