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lunes, 6 de junio de 2011

Chava Flores, un cronista musical urbano al que no se debe olvidar

A México no se le ama. A México se le lleva en el alma. Los colombianos, en particular, tenemos con esa nación una hermandad de cultura, sueños e historia imposible de ignorar. Es ese un sentimiento que, como la sangre al cardio, recorre el espectro de los afectos en un viaje de ida y vuelta. Si hasta se cuenta que Doroteo Arango (Pancho Villa) y  el bambuco yucateco son de origen antioqueño, y está comprobado que don Pedro Vargas (el tenor de las Américas) era de Chiquinquirá, Boyacá, un departamento de Colombia. Ha sido en México donde los autores más importantes de la literatura colombiana, desde Porfirio Barbajacob hasta nuestro esencial Gabo, han establecido su hogar definitivo, y es en Colombia donde "con más sentimiento" se interpreta la música popular "mejicana"; no puedo imaginarme una serenata sin mariachis, ni una fiesta de cumpleaños sin Las Mañanitas, ni un final de fiesta casera o un paseo en la última banca de un chiva (camión, bus, línea o escalera) sin un popurrí de rancheras, como tampoco creo posible encontrar un solo colombiano al que no se le haya "chispotiado" alguna expresión del Chavo del 8 y su pandilla, o cursado su bachillerato sin haber leído alguno de los prodigiosos relatos de El llano en llamas...  
El Muralismo, el tequila, los burritos, los tacos, Octavio Paz, Rulfo, Sabines, Fuentes, Cantinflas, Agustín Lara, María Félix, Javier Solís, José Alfredo, Manzanero... es una lista de nunca acabar de la cual forma parte entrañable Salvador Flores Rivera (14 de enero de 1920 - 5 de agosto de 1987, Ciudad de México), conocido en el ambiente artístico como Chava Flores. Este señorazo es uno de esos artistas que, pese a su rico, complejo y sólido basamento social, intelectual y afectivo (Baste ver su página) y a su reconocida carrera en el cine y la televisión de su país (siete películas y más de docientas canciones), fue poco, casi nada, difundido en los paises suramericanos, pienso (y no se me ocurre minguna otra sinrazón) que sus verdades les resultaban incómodas a los dueños de la lana. A este Señor, todo el Honor... A quien se interese en su música, pos,ahí va gûey

miércoles, 12 de enero de 2011

María Elena Walsh- Alguién te rescatará para ir cantando...


CComo todos los Años Nuevos, este 2011 también inició sacudiendo el desván. Esta vez comenzó por el sector músico-literario: María Elena Walsh (Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina, 1 de febrero de 1930 – Buenos Aires, 10 de enero de 2011), música y escritora que vivió a besos y mordiscos el destino de sombra con que la signó el negro fantasma de Juan Ramón Jiménez, entre la pléyade artística y creadora de los años 60 y 70 (el Boom, Borges, Cortázar, Violeta, Alfonsina, Atahualpa, Cafrune, Mercedes, Sylvia Plath...) De su vida y extensa bibliografía se consigue abundante información en la wiki y, por supuesto entre sus paisanos blogueros, que no escatiman superlativos para su persona y su obra. Así que me conformaré con reproducir algunas de sus estrofas, como para hacernos una idea de la (una vez más, y sin eufemismos) irreparable pérdida para las letras y el arte latinoamericanos.
EL REINO DEL REVÉS
Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.
Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.
Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.
Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pekinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.
Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1.530 chimpancés
que si miras no los ves.
Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempies
van montados al palacio del marqués
en caballos de ajedrez.
Vamos a ver como es
el Reino del Revés.
EL 45
Te acordás hermana qué tiempos aquellos,
la vida nos daba la misma lección.
En la primavera del 45
tenias quince años lo mismo que yo.
Te acordás hermana de aquellos cadetes,
del primer bolero y el té en El Galeón
cuando los domingos la lluvia traía
la voz de Bing Crosby y un verso de amor.
Te acordás de la Plaza de Mayo
cuando «el que te dije» salía al balcón.
Tanto cambió todo que el sol de la infancia
de golpe y porrazo se nos alunó. 
Te acordás hermana qué tiempos de seca
cuando un pobre peso daba un estirón
y al pagarnos toda una edad de rabonas
valia más vida que un millón de hoy.
Te acordás hermana que desde muy lejos
un olor a espanto nos enloqueció:
era de Hiroshima donde tantas chicas
tenían quince años como vos y yo.
Te acordás que más tarde la vida
vino en tacos altos y nos separó.
Ya no compartimos el mismo tranvía,
sólo nos reúne la buena de Dios.
COMO LA CIGARRA
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aqui
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
SERENATA PARA LA TIERRA DE UNO
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
REQUIEM DE MADRE
Aquí yace una pobre mujer
que se murió de cansada.
En su vida no pudo tener
jamás las manos cruzadas.
De este valle de trapo y jabón
me voy como he venido,
sin más suerte que la obligación,
más pago que el olvido.
Aleluya, me mudo a un hogar
donde nada se vuelve a ensuciar.
Nadie me pedirá de comer
en mi última morada
no tendré que planchar ni coser
como condenada.
Cantan ángeles alrededor
de la eterna fregona
y le cambian el repasador
por una corona.
No lloréis a esta pobre mujer
porque se encamina
a un hogar donde no hay que barrer,
donde no hay cocina.
Aleluya esta pobre mujer
bienaventurada,
ya no tiene más nada que hacer
y ya no hace nada.
CANCION DE CUNA PARA GOBERNANTE
Duerme tranquilamente que viene un sable
a vigilar tu sueño de gobernante.
América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.
Duerme mientras arriba lloran las aves
y el lucero trabaja para la cárcel.
Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie,
parece que no quieren que tú descanses.
Rozan con penas chicas tu sueño grande.
Cuando no piden casas pretenden panes.
Gritan junto a tu cuna.
No te levantes aunque su grito diga:
"Oíd, mortales".
Duérmete oficialmente, sin preocuparte,
que sólo algunas piedras son responsables.
Que ya te están velando los estudiantes
y los lirios del campo no tienen hambre.
Y el lucero trabaja para la cárcel.

lunes, 11 de octubre de 2010

La salvaje esperanza- Octubre 12, el festín de los vencidos

Nos tratan de ignorantes y subdesarrollados porque nos destruyeron.
Arrasaron las raíces y los frutos de la cultura de América –Eldorado en sabiduría- y nos negamos a sobrevivir con la cultura del asesino: la razón y el fusil.
Fundieron nuestros dioses en monedas de oro.
Nuestros templos los convirtieron en bancos.
Nuestros palacios en burdeles del poder tirano.
¡Monstruosa iniquidad!
 Los blancos dominadores forjaron las cadenas: silenciaron nuestros cantos cósmicos y condenaron al fuego del olvido la Deidad que custodiaba el destino y guiaba nuestros pasos por el astro: ¡La Esperanza!
En su avasallamiento salvaje nos secaron las fuentes de la tradición y la trascendencia y nos forzaron a sangre y fuego  a la deserción de nuestro ser. Mutilaron nuestros sueños.
Cuando aullamos de sed se nos dio de beber en los cántaros secos del código penal y el evangelio romano: el saqueo de los vándalos del alma, la feroz inquisición, teología de bárbaros.
Éramos reyes y nos volvieron esclavos.
Éramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Éramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Éramos felices y nos civilizaron.
¿Quién refrescará la memoria de la tribu?
¿Quién revivirá nuestros dioses?
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.
Gonzalo Arango (no tengo certeza de si este texto está en Fuego en el altar -Plaza&Janés 1974- o en Providencia, idem 1972, yo lo extraje de un recorte de prensa de la época, porque todas las versiones que aparecen en otros sitios y blogs están incompletos) En la fotografía, mujeres Emberá-katío (unas cuantas sobrevivientes) mendigando en las calles de Bogotá después de haber sido exiliadas de su tierra por los agentes paramilitares al servicio de los ganaderos y las mega represas hidroeléctricas.