viernes, 13 de mayo de 2011

Una bengala en esta noche oscura para otear un horizonte incierto

Cuando le preguntamos a alguien de aquellos "adultos venerables" nacido en los años cincuenta del siglo pasado, cuya edad rondaba entre los 17 y 20 años al momento del asesinato del Che en Bolivia el 9 de octubre de 1967; o entre los 20 y 25 el 11 de septiembre de 1973 cuando la bellacada pinochetera contra Salvador Allende en Chile, cuando le preguntamos, digo, por qué no hizo nada para hacer sentir su descontento y escuchamos una respuesta llena de lugares comunes como que eran unos fascinerosos que tenían que ser eliminados para erradicar la propagación de la plaga comunista, y vemos nuestra propia actitud frente a la invasión a Irak, el vil ahorcamiento de su presidente, el asesinato sobre seguro de Osama Bin Laden y lo que están haciéndole a Libia, tal vez debamos comenzar a pensar qué les contestaremos a los inexorables inquisidores que dentro de 20 o 30 años nos hagan las preguntas respectivas. 
Como para facilitar la "comprensión intuitiva" de lo que puede estar aconteciendo en esos rincones oscuros a los que no llega la mass media, anexo este documento, el cual, debo advertir, creí haber colgado el 9 de mayo; pero descubro ahora que por cualquier diablillo enfermizo no apareció en portada; espero que esta vez funcione; sería lamentable privarnos de un texto tan revelador.      
Reminiscencias de mi vida, Muamar Gadafi.
Durante 40 años o más, no lo recuerdo, hice todo lo posible por dar a la gente casas, hospitales, escuelas, y cuando tenía hambre, le di alimento, incluso convertí Bengasi en tierra cultivada desde el desierto, resistí ataques de ese cowboy Reagan, cuando mató a mi hija huérfana adoptada, trataba de matarme a mí, en su lugar mató a esa pobre niña inocente, luego ayudé a mis hermanos y hermanas de África con dinero para la Unión Africana, hice todo lo que podía para ayudar a que la gente comprendiera el concepto de la verdadera democracia, en la que comités populares dirigían nuestro país, pero nunca fue suficiente, como algunos me dijeron, incluso personas que tenían casas con diez habitaciones, trajes nuevos y muebles, nunca se dieron por satisfechas, tan egoístas que querían más, y dijeron a estadounidenses y a otros visitantes, que necesitaban “democracia” y “libertad”, sin darse cuenta jamás de que era un sistema desalmado, donde el perro más grande se come al resto, pero les encantaban esas palabras, sin darse cuenta jamás de que en EE.UU., no había medicinas gratuitas, ni hospitales gratuitos, ni viviendas gratuitas, ni educación gratuita, ni alimentos gratuitos, excepto cuando la gente tiene que implorar y hacer largas filas para conseguir sopa, no, no importa lo que hiciera, nunca era suficiente para algunos, pero para otros, sabían que yo era hijo de Gamal Abdel Nasser, el único verdadero líder árabe y musulmán que hemos tenido desde Saladino, cuando reivindicó el Canal de Suez para su pueblo, como yo reivindiqué Libia para mi pueblo; fueron sus pasos los que traté de seguir, para mantener libre a mi pueblo de la dominación colonial – de ladrones que querían robarnos.
Ahora me ataca la mayor fuerza en la historia militar; mi hijito africano, Obama, quiere matarme, arrebatar la libertad a nuestro país, quitarnos nuestra vivienda gratuita, nuestra medicina gratuita, nuestra educación gratuita, nuestros alimentos gratuitos, y reemplazarlos por hurto al estilo estadounidense, llamado “capitalismo”, pero todos nosotros en el Tercer Mundo sabemos lo que eso significa: significa que las corporaciones dirigen los países, dirigen el mundo, y la gente sufre, por lo tanto no me queda alternativa, tengo que resistir, y si Alá lo quiere, moriré siguiendo su camino, el camino que enriqueció a nuestro país con tierra cultivable, alimentos y salud, e incluso nos permitió ayudar a nuestros hermanos y hermanas africanos y árabes a trabajar aquí con nosotros, en la Jamahiriya Libia.
No deseo morir, pero si llega a suceder, para salvar a este país, mi pueblo, a todos los miles que son mis hijos, que así sea.
Que este testamento sea mi voz ante el mundo: que combatí contra los ataques de cruzados de la OTAN, combatí contra la crueldad, combatí contra la traición, combatí a Occidente y sus ambiciones colonialistas, y que permanecí junto a mis hermanos africanos, mis genuinos hermanos árabes y musulmanes, como un fanal de luz, cuando otros estaban construyendo castillos. Viví en una casa modesta, y en una tienda de campaña. Nunca olvidé mi juventud en Sirte, no gasté alocadamente nuestro tesoro nacional, y como Saladino, nuestro gran líder musulmán, quien rescató Jerusalén para el Islam, tomé poco para mí…
En Occidente, algunos me han llamado “loco”, “demente”, conocen la verdad, pero siguen mintiendo; saben que nuestro país es independiente y libre, que no está en manos coloniales, que mi visión, mi camino es, y ha sido claro para mi pueblo: que lucharé hasta mi último aliento para mantenernos libres, que Alá todopoderoso nos ayude a permanecer fieles y libres.
c: Coronel Muamar Gadafi, 5 de abril de 2011