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jueves, 10 de mayo de 2012

De las mutaciones inducidas y la inutilidad de los científicos


Más allá de la Filosofía, las religiones o el Arte, los humanos contemporáneos creemos haber aprendido a defender la calidad de nuestra naturaleza a partir de los presupuestos teoricoprácticos de la indagación científica; sin embargo, como nos lo demuestran los siguientes textos, no sólo ignoramos, sino que nos desentendemos, de las amenazas ocultas que nos acechan cotidianamente hasta en elementos tan insospechados como los recibitos de los cajeros automáticos; tal como lo advierte el primero de nuestros columnistas fusilados, "Los científicos han sabido desde hace mucho tiempo atrás que las variaciones más diminutas en los niveles hormonales influyen sobre el desarrollo fetal"...
Desgraciadamente, la ambición desbordada de los políticos no les permite pensar más allá de sus intereses económicos inmediatos; y la opinión pública, manipulada por un incontrolable sistema propagandísta, se resigna a una engañosa sensación de confort sin levantar el tapete de la crítica para desvelar el universo de amenazas que ya comienza a hacerse notorio. El primer artículo fue publicado el 6 de este mes en El Espectador por Nicholas D. Kristof, columnista de The New York Times, (dos veces ganador del Premio Pulitzer); el segundo, publicado en El Tiempo, es de don Juan Gossain escritor, periodista y exdirector nacional de Noticias de RCN Radio. (Como siempre, itálicas y negritas son mi injustificable intromisión)
Cómo nos dañan los químicos
Por: Nicholas D. Kristof
Los científicos están observando con alarma creciente que algunas sustancias químicas muy comunes que imitan a hormonas pueden tener efectos grotescos.
Un herbicida de amplio uso actúa como una hormona femenina y feminiza a animales macho en el mundo silvestre. De aquí que ranas macho puedan tener órganos femeninos y algunos peces macho efectivamente producen huevecillos. En un lago de Florida contaminado por estos químicos, algunos lagartos macho tienen penes diminutos.
Últimamente, existe también cada vez más evidencia que vincula este tipo de químicos a problemas en humanos. Entre ellos están el cáncer de mama, infertilidad, bajo conteo de esperma, deformidades genitales, menstruación adelantada e incluso diabetes y obesidad.
Philip Landrigan, catedrático de pediatría en la Facultad de Medicina de Monte Sinaí, dice que un defecto congénito llamado hipospadias —un sitio equivocado de la uretra— actualmente es dos veces más común entre varones recién nacidos de lo que solía ser. Él sospecha de los interruptores o disruptores endocrinos, llamados así porque pueden sembrar destrucción en el sistema endocrino que rige a las hormonas.
Los interruptores endocrinos están por doquier. Están en los recibos termales que salen de bombas de gasolina y cajeros automáticos. Están en alimentos enlatados, cosméticos, plásticos y empaques de alimentos. Hágase un estudio de sangre u orina, y seguramente los encontrará ahí, así como en la leche materna de humanos y en el cordón umbilical de bebés recién nacidos.
En este año de campaña electoral en los Estados Unidos, seguramente vamos a oír interminables quejas sobre la excesiva normatividad del gobierno. Pero aquí hay un área en la que los científicos están criticando cada vez más a nuestro Gobierno porque no logra acometer a las grandes empresas químicas y regular los interruptores endocrinos de manera adecuada.
El mes pasado, la Sociedad Endocrina, la principal asociación de expertos en hormonas, reprendió a la Dependencia de Alimentos y Fármacos, la FDA, por no haber logrado prohibir el bisfenol-A, interruptor endocrino común conocido como BPA, de los empaques de alimentos. El año pasado, ocho organizaciones médicas, que representaban genética, ginecología, urología y otros campos, hicieron un llamado conjunto en la revista Science (Ciencia) por una normatividad más estricta para los interruptores o disruptores endocrinos.
¿Qué nuestro gobierno no debería estar tan atento a las amenazas en nuestras tiendas de abarrotes como en las montañas de Afganistán?
Algunos investigadores advierten que los interruptores endocrinos pueden disparar cambios hormonales en el cuerpo que pudieran no aparecer durante varias décadas. Uno de ellos es conocido como DES, una forma sintética de estrógeno, que era administrado con regularidad a mujeres embarazadas para prevenir abortos espontáneos o malestar por la mañana, causando muy poco daño entre las mismas mujeres. Sin embargo, resultó que provoca cáncer vaginal y cáncer de mama varias décadas más tarde en sus hijas, así que ahora está prohibido.
Los científicos han sabido desde hace mucho tiempo atrás que las variaciones más diminutas en los niveles hormonales influyen sobre el desarrollo fetal. Por ejemplo, una gemela se masculiniza ligeramente si el otro gemelo es varón, ya que es expuesta a algunas de sus hormonas. Algunos estudios han arrojado que estas gemelas, en promedio, terminan ligeramente más agresivas y en busca de sensaciones en la adultez, pero presentan índices menores de desórdenes alimentarios.
Ahora, los expertos temen que los interruptores endocrinos tengan efectos similares, actuando como hormonas y atascando el delicado equilibrio para los fetos en particular. La iniciativa más reciente por parte de académicos es un histórico análisis de 78 páginas, el cual será publicado el mes entrante en Endocrine Reviews, la publicación más prominente del campo.
Malformación en la caparazón de una tortuga por desechos plásticos
“Hacen falta cambios fundamentales en pruebas químicas y una determinación de seguridad para proteger la salud humana”, declara este análisis. Lindra S. Birnbaum, la máxima científica ambiental y toxicóloga de los Estados Unidos, aprobó los hallazgos. El artículo fue escrito por un panel de 12 integrantes que pasó tres años estudiando la evidencia. Llegó a la conclusión de que el sistema de seguridad de los Estados Unidos para interruptores endocrinos no funciona. “Para varios interruptores endocrinos bien estudiados, pienso que es justo decir que tenemos suficientes datos para concluir que estos químicos no son seguros para poblaciones humanas”, dijo Laura Vandenberg, bióloga del desarrollo de la Universidad Tufts, que fue la principal autora del panel.
Nuevas e inquietantes investigaciones sobre los efectos a largo plazo de estos químicos se publican de manera constante. Un estudio arrojó que mujeres encinta que presentan niveles mayores de un interruptor endocrino de tipo común, PFOA, tienen probabilidades tres veces mayores de tener hijas con sobrepeso cuando sean adultas.
Sin embargo, el PFOA es inevitable. Está en todo, desde bolsas de palomitas de microondas hasta soluciones limpiadoras de alfombras. Las grandes empresas químicas dicen que todo esto es ciencia sensacionalista. Hasta ahora ha obstruido una estricta regulación en Estados Unidos, incluso al tiempo que Europa y Canadá han adoptado controles más estrictos sobre los interruptores endocrinos.
Sí, existen incertidumbres. Pero los científicos que mejor conocen los interruptores endocrinos ya están aplicando medidas en su gran mayoría para proteger a sus familias. John Peterson Myers, principal científico de Ciencias Ambientales de la Salud y uno de los coautores del nuevo análisis, dijo que su familia había dejado de comprar comida enlatada.
“No usamos plástico en el microondas”, agregó. “Ni usamos pesticidas en nuestra casa. Rechazo los recibos cada vez que puedo. Mi respuesta automática en el cajero automático, sabido por mi banco, es ‘sin recibo’. Nunca pido recibo en una gasolinera”.
Estoy siguiendo el ejemplo de los expertos, y desearía que también lo hiciera la administración Obama. © 2012 New York Times News Service

Sancocho de ácido, carbón y mercurio...
Por: Juan Gossain/ Cartagena de Indias | 9:28 p.m. | 06 de Diciembre del 2010
Gossaín hace eco de denuncias sobre contaminación en la bahía de Cartagena y en Buenaventura. El alcatraz que vuela entre mis sueños lleva en su enorme pico una quimera... (Walt Whitman, Hojas de hierba).
Una mañana de mayo pasado, los viejos madrugadores del pueblo de Marytown, perdido en las costas que bordean el sudeste de los Estados Unidos, se levantaron como todos los días a echarles unas migajas de pan a los pájaros marinos que merodean con mansedumbre por los patios y que se han ido convirtiendo en sus amigos. Lo que vieron los dejó espantados: las gaviotas de cabeza negra, que son tan bellas, también tenían negro el plumaje. Del pico les goteaba una mancha babosa. No podían levantar el vuelo de la arena, con las patas hundidas en una masa de chapapote pastoso, como el asfalto cuando se derrite. Una de las gaviotas miró a la gente pidiendo ayuda. Según cuentan los testigos, más allá de la playa, cerca del río, tres garzas morenas habían muerto con los ojos despepitados. El guiso espantoso que navegaba corriente abajo, matando todo lo que se le atravesara, era la mezcolanza de petróleo crudo de la empresa British, que cayó pocos días antes a las aguas del Golfo de México.
A esa misma hora los alcatraces de la bahía de Santa Marta, al norte de Colombia, desayunaban su ración cotidiana de buñuelos de carbón. El periodista Antonio José Caballero, grabadora en mano, esperaba en la playa el regreso de los pescadores que habían salido a trabajar temprano. Mientras aguardaba, la cámara de su teléfono celular retrató la pala enorme de un barco carbonero que arrojaba al mar el polvo negro que sobró en las bodegas.
A esa misma hora, en las playas legendarias de Juanchaco y Ladrilleros, cerca de Buenaventura, los lancheros de cabotaje que llevan carga y pasajeros por los pueblos que se arraciman en las orillas del Pacífico limpiaban sus motores preparándose para un nuevo día de trabajo. Como si fuera la cosa más natural del mundo, arrojaban al mar el contenido de unos tanques repletos de residuos de gasolina, queroseno y diésel. Un langostino magnífico, que medía un jeme, iniciaba el día tomándose su primera taza de combustible. Cuando vi la fotografía en El País de Cali me dieron ganas de echarme a llorar.
A esa misma hora, en la zona industrial de Cartagena de Indias, abierta sobre la bahía del Caribe resplandeciente, los trabajadores de una compañía empacadora se sentaron a desayunar en los comedores de su empresa. En ese momento volvieron a ver, como venía sucediendo en las mañanas más recientes, que una nata de tizne cubría la superficie del café con leche, y que una mermelada negra, tan semejante al betún de limpiar zapatos, se había pegado al pan y al queso blanco. Entonces, no aguantaron más. Se levantaron todos, sin que nadie los hubiera convocado, y comenzaron a golpear los platos contra los mesones. La algarabía se oyó en media ciudad. Las autoridades ambientales ordenaron el cierre de un muelle vecino, que se dedica a cargar carbón a cielo raso, sin mayores precauciones ni cuidados, sin tubos cerrados ni conductores protegidos. Seis días después el muelle fue reabierto.
A esa misma hora, en la región acuática de La Mojana, que cubre un gigantesco territorio húmedo de los departamentos de Bolívar, Sucre y Antioquia, bajaban resoplando los ríos Cauca y san Jorge, que se desbordan en caños y ciénagas. El apóstol Ordóñez Sampayo, que se ha gastado la vida defendiendo de la contaminación a campesinos, cosechas y animales, apareció en la plaza de Guaranda con el dictamen médico en la mano: los doctores certificaban que los tres niños que nacieron deformes tenían mercurio en el sistema sanguíneo. El terrible mal de Minata, como lo saben los japoneses, porque las empresas en cualquier parte del mundo, en Tokio o en Majagual, arrojan porquerías químicas a las corrientes, y primero se pudren las aguas, y después nacen degenerados los peces y los camarones, y después nacen sin ojos los niños cuyas madres, en aquellos caseríos extraviados de la mano de Dios, consumen esa agua y esos pescados.
En las cabeceras de ambos ríos, las compañías mineras, que buscan oro entre la tierra, hacen sus excavaciones con un sancocho de mercurio y ácidos. Arroyos y acequias se llevan el mazacote. Los bocachicos mueren con la boca abierta en los playones. Las espigas de arroz no volvieron a crecer.En medio del desastre causado por las inundaciones, y como si fuera poco, las yucas harinosas de antes florecen ahora con un hongo químico a manera de cresta. El hambre campea entre los pocos ranchos que no se ha llevado el invierno. Las emanaciones de las lagunas huelen a lo mismo que huele un laboratorio de detergentes. Hay que decir, también, que los empresarios mineros se defienden diciendo que Ordóñez Sampayo está loco. Claro que está loco: ningún hombre cuerdo expone su pellejo ni dedica su vida entera a defender a un ruiseñor, una mojarra, un plátano pintón, una mazorca de maíz o a una mujer embarazada que carga un fenómeno en el vientre.
Epílogo
Aquella mañana, cuando los pescadores de Santa Marta regresaron a la playa, el periodista Caballero los acompañó en su tarea de descamar y abrirles el buche a los escasos pescados que traían.
-¿Qué es eso? -preguntó, intrigado, al ver unas bolas negras en el estómago de un bagre.
-Carbón, amigo -le contestó uno de ellos, levantando el animal-. Pelotas de carbón. Eso es lo que comen ahora.
Caballero tomó más fotografías y se las llevó a algunos funcionarios de la industria carbonera.
-No se preocupe -le contestó el gerente-. Vamos a construir un nuevo muelle de última generación.
-No lo dudo -dijo el reportero, con una mueca de dolor que parecía sonrisa-. No lo dudo: será la última generación.
El día que Caballero me contó esa historia, y me enseñó sus fotografías, ya no sentí ganas de echarme a llorar, como la vez aquella del langostino bañado en combustible. Lo que sentí ahora fue rabia. Cuando ya no quede una sola hoja de acacia, cuando el último pulpo haya muerto atragantado con ácido sulfúrico y cuando nuestros nietos nazcan con un tumor de carbón endurecido en la barriga, entonces será demasiado tarde. Dispondremos de computadores infrarrojos de última generación, pero ya no habrá agua para beber; los celulares de rayos láser se podrán comprar en las boticas, pero el sol no volverá a salir; los niños encontrarán el algoritmo de 28 a la quinta potencia con solo cerrar los ojos, pero dentro de 20 años no sabrán de qué color era una golondrina.
Los invito a todos a ponerse de pie antes de que se marchite el último pétalo. Usen el arma prodigiosa del Internet para protestar. Hagan oír su voz. Que el correo electrónico de los colombianos sirva para algo más que mandar chistes y felicitaciones de cumpleaños. Porque, si seguimos así, el día menos pensado no quedará nadie que cumpla años. Ni quién envíe felicitaciones.

jueves, 15 de marzo de 2012

El paredón del blog 15- Invisible children: la cruda realidad tras la campaña contra Joseph Kony

Nunca antes como hoy, los señores de la muerte y los carroñeros de botines de guerra habían usado con tanto desparpajo y carencia de reato el poder osmótico de las nuevas tecnologías de la comunicación para permear la conciencia política de la opinión pública global con prejuicios étnicos disfrazados de juicios morales o políticos y discursos lastimeros sobre el "reclutamiento de menores", o condena a la "barbarie" de los atavismos culturales de las culturas vulnerables al poder "civilizador" de las ambiciones neoimperiales. La cosa es tan escandalosa, que hasta nuestros aprendices criollos de "intelectual" han tratado de opinar al respecto dejando entrever el desconcierto ideológico y la indecisión política de aquellos individuos que, aunque genéticamente alineados del lado del poder, intentan ser estimados como "intelectuales" de cualquier "centro". Afortunadamente existen blogs como #Pulso ciudadano, analíticos y serios que con suficiente documentación nos ayudan a develar los orígenes de la estrategia propagandista y los móviles económicos de las campañas pseudojusticieras de las organizaciones gringas de derecha, que no de derechos. (Como siempre, itálicas y negrilla son de mi intervención; las imágenes, con excepción del video y la galería comercial de invisible children, son tomadas de #PulsoCiudadano)
Siguiendo con nuestra nota anterior sobre la campaña Invisible Children que ha impactado tanto en las redes sociales, desmenuzamos los intereses de una operación mediática que no incluye ninguna acción humanitaria y es parte de un proyecto de intervención militar en el centro de África. La foto de los fundadores de esta oengé empuñando armas de guerra con grupos genocidas del Sudán del Sur, dice más que mil palabras.
Una foto vale más que mil palabras. Los fundadores de Invisible Children posando con genocidas (Foto: twitter)
Estos son los dos fundadores de Invisible Children: Bobby Bailey, Laren Poole y Jason Russell. No son idealistas que quieren salvar a los niños de la maldad de un psicópata oculto en la selva. Tienen sus ideas, su agenda y no les molesta posar para un grupo armado acusado también de crímenes contra la humanidad.
En el cuerno de África, donde juegan a la guerra todas las grandes potencias, estos documentalitas venden en redes algo que no concuerda con ninguna estrategia humanitaria. Sino todo lo contrario. Sus amigos son el Ejército Popular de Liberación del Sudán, baluarte del estado-protectorado de EU, conocido como Sudán del Sur. Mientras Sudán del Sur implosiona en una creciente locura masiva de violencia étnica y una vez más decenas de miles de seres humanos se ven forzados a escapar para poner a salvo sus vidas, las señales de advertencia apuntan todas ellas a que el plan estadounidense para desestabilizar Sudán ha comenzado a dar sus frutos.
Para empezar, EEUU es quien está pagando los salarios del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA, por sus siglas en inglés, el ejército nacional de Sudán del Sur), habiendo ya desembolsado alrededor de 100 millones de dólares solo en 2011. ¿Es un país realmente independiente cuando una potencia extranjera paga los salarios de su ejército? ¿A las órdenes de quién está realmente ese ejército?
En la actualidad, miles de “cascos azules” de la ONU están fluyendo hacia Sudán del Sur. Esos “mantenedores de la paz” provienen casi en su totalidad de la vecina Etiopía y forman parte del ejército etíope, el mismo que está perpetrando un genocidio/contrainsurgencia en el Ogadén, en el sureste de Etiopía (Seguir leyendo...)
Simulación y guerra: una reflexión desde EU.Lo que hay detrás de la campaña contra Joseph Kony

Pero mejor dejemos en manos de The Daily What una ligera investigación sobre los intereses tras Invisible Children:
El grupo está a favor de la intervención militar directa, y su dinero apoya el ejército del gobierno de Uganda y sus distintas fuerzas militares. Aquí está una foto de los fundadores de Invisible Children posando con las armas y el personal del Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés. Tanto el ejército de Uganda y el Ejército de Liberación Popular de Sudán están plagados de acusaciones de violaciones y saqueos, pero Invisible Children los defiende, argumentando que el ejército de Uganda está “mejor preparado que el de cualquiera de los otros países afectados”, aunque Kony ya no está activo en Uganda y no lo ha sido desde el año 2006 tal y como él mismo admitió. Estos libros se refieren a la violación y el asalto sexual de que son temas perennes también en las Fuerzas de Defensa, el grupo militar que defiende Invisible Children.
No nos malinterpreten: El Ejército de la Resistencia del Señor es mala cosa. Y Joseph Kony es un hombre muy malo, y debe ser detenido. Pero apuntalar la dictadura de Uganda y su brazo militar, que ha sido acusado por la ONU de cometer atrocidades indecibles y se nutre del reclutamiento de niños soldados, no es el camino a seguir tampoco. Los Estados Unidos ya están bastante involucrados en ayudar a la derrota de Kony y su banda de aduladores psycho. Kony está huyendo, después de haber sido expulsado ​​de Uganda y lo más probable es que pronto será capturado, si no está ya muerto. Pero matar a Kony no solucionará nada, al igual que matar a Osama bin Laden no acabará con el terrorismo. El LRA podría colapsar, pero, como señala la revista Foreing Affairs es “un actor relativamente pequeño en todo ese embrollo, tanto un síntoma como una causa de tanta violencia endémica”.
Miope es echarle la culpa de todos los problemas del centro de África a Kony, incluso como punto de partida y solo hará que las personas en peligro estén mucho más en peligro. Enviar dinero a una organización no lucrativa que quiere sofocar las llamas con combustible no está ayudando. ¿Quieres ayudar? ¿Realmente quiero ayudar? Enviar el dinero a organizaciones no lucrativas que están poniendo más del 31% de tus donaciones hacia la reconstrucción de la infraestructura médica y educativa de la región, de modo que los ex niños soldados tengan algo que merezca la pena al volver a casa.Estas son sólo algunas oengés a quien puedes apoyar.
Todos ellos tienen un brillante de cuatro estrellas en Charity Navigator, y, más importante, ningún interés en ser paleros de tropas estadounidenses armados hasta los dientes lanzadas en medio de una guerra tribal de varias naciones para ayudar a un loco contra otro loco. La conclusión es que debemos investigar tales causas a fondo. No mandes el vídeo a un extraño, solo porque un asesino de masas hace que un niño de cinco años de edad, se sienta “triste”. Aprende un poco acerca de las complejidades de las luchas en curso en esta región antes de abogar por la intervención militar directa.
No hay blanco y negro en el mundo. Y para la solución de todo problema importante sólo sirve fijarse en los tonos de gris igualmente inquietantes e invisibles.
Redes y blogs discuten la campaña de Invisible Children.
El tema está en las redes sociales, en Twitter con el hashtag Invisible Children y Uganda, que es TT mundial, y el vídeo contra Joseph Kony se ha visto ya más de 50 millones de veces en apenas 4 días pero igual el mundo geek desconfía cada vez más de estas campañas que han servido recientemente en la guerra civil de Libia o para forzar intervenciones extranjeras bajo pretexto humanitario, tal cual se puede ver hoy en Siria.
Por eso terminamos con este artículo que refleja los cuestionamientos que nacen desde internet Hoy toca mostrar algo que a muchos no va a gustar. Quizás para algunos puedo resultar molesto, desagradable o incluso demagogo. Pero cuando todos van en el mismo sentido siempre me pregunto si no estamos actuando como lemmings camino del precipicio.
Seguro que hoy ya has visto en la tv, twitter o youtube un video (fantástico, muy currado) titulado Kony 2012. Es una campaña de la ONG Invisible Children que busca ayudar a los niños soldados de centroáfrica y pidiendo que se envíen tropas para detener al señor de la guerra Joseph Kony. Por si acaso no lo has visto todavía te dejo aquí el enlace para verlo (es casi media hora).
Ha sido un fenómeno extraordinario, una campaña viral en toda regla. En 72 horas lleva casi 40 millones de visitas, que ahora ya saben un poco más lo que sucede en Uganda.
Su objetivo es lograr que el gobierno americano envíe soldados y tecnología a Uganda para localizar y eliminar a Joseph Kony, que lleva años secuestrando niños para convertirlos en soldados y a niñas para usarlas como esclavas sexuales.
Parar lograr su objetivo de ayudar a otros niños existe una tienda de camisetas, pulseras, chapas… Donde puedes colaborar comprando esos productos. De hecho tienen hasta un “Kit completo” compuesto por todo el lote de productos, al módico precio de 225$. Y están vendiéndolos como churros, ha sido un éxito brutal. Pero…
Claro, en todo hay un “pero”, y en este caso donde se mezclan ONGs, donativo, niños soldados de África… ese pero no puede significar nada bueno. En cuanto me di cuenta del fenómeno Kony busqué información en la red sobre la ONG que estaba apoyando la iniciativa, y gracias a dios existe Reddit, donde otros colgados como yo también leyeron todo lo hay sobre esa ONG a ver si todo estaba en limpio. Y lo que he encontrado no me ha gustado nada, por eso quiero compartirlo con vosotros.
Los datos que a continuación te voy a dejar se han extraído de su propio informe financiero donde detallan en qué se han gastado el dinero recibido de las donaciones. Puedes ver el informe completo aquí. En la página 6 tienes todo detallado:
Este es el desglose de los 8,9 millones de dólares que Invisible Children gastó en 2011:
1,7 millones de dólares en salarios de los empleados de Estados Unidos
357.000$ en realizar el video
850.000$ en gastos de producción
685.000$ en equipos informáticos
244.000$ en “servicios profesionales” (grupos de presión: los conocidos como lobbys)
1,07 millones de dólares en gastos de viaje
400.000$ en alquiler de oficinas en San Diego
16.000$ en entretenimiento…
Sólo 2,8 millones (31%) se utilizaron en su programa de ayuda en África (que a su vez se vio recortado en gran parte por la peculiar burocracia de Uganda).
Cada uno hace lo que quiere con su dinero, es más, nunca te voy a decir lo que tienes que hacer. Pero al menos preocúpate de que no haya aprovechados que basen su negocio en la caridad de las buenas personas como tú.
Si, acepto la crítica que esa cifra es ya una ayuda enorme en una zona tan deprimida como centroáfrica, que mucho más se gastan en armamento o en las campañas electorales (este año de media serán 1.000 millones de dólares por candidato). Pero será algo personal, que no me gusta que me saquen el dinero con temas emocionales.
Ante las dudas expresadas en las redes sociales, Pulso Ciudadano cuenta los crudos intereses que se mueven tras la presunta ayuda a los niños secuestrados, mutilados y utilizados por grupos fanáticos. Otro llamado a la guerra, a la muerte y a la matanza sistemática de inocentes. De buenas intenciones está lleno el infierno…

lunes, 12 de diciembre de 2011

La macabra danza de los pacificadores

Desde los míticos tiempos de Homero, aquel ciego cronista de la Grecia oscura, los invasoress torturan y asesinan a sus enemigos y exhiben las piltrafas a los aterrados perdedores. Es un comportamiento atávico impreso con hambre, miedo y odio en los genes más salvajes de nuestro instinto de primates. La saga de nuestra evolución ha pintarrajeado de heroismo, justicia o privilegio divino las atrocidades que unos individuos (al amparo de SUS leyes) aplican sobre otros (satanizados y criminalizados por leyes espurias) 
Baste leer algún episodio de la historia universal para asistir con ojos de angustia a la macabra danza de los héroes, conquistadores, misioneros y toda esa laya de asesinos, violadores y saqueadores que se han acostumbrado a adquirir poderes sustentándose en el terror, el dolor y la muerte. Asi, pues, que unos individuos, descendientes de una genealogía de usurpadores, consideren necesario llegar “hasta las últimas consecuencias” para conservar su apropiación de los capitales y el poder sobre las personas, es algo que uno acaba tolerando por la fuerza de la claudicación impuesta.
Pero, con lo que no se puede estar de acuerdo, ya sea por un obsoleto sentido de la dignidad o por ingenua creencia en el respeto a la ética como única tabla de salvación del género humano; o, incluso, por un terco resabio estético que intenta exigirle a los "humanos" un comportamiento digno de los ideales de su especie, es que se pretenda hacérsele cómplice del frenesí antropofágico mediante la información tergiversada de los acontecimientos. Desde el pentagónico enroque del Worl Trade Center a inicios de la anterior década, nos han venido restregando el espectáculo de sus invasiones pseudojusticieras enmascaradas con el ya sospechoso antifaz de su "democracia".
Los hemos visto incendiar a Irak y a Libia, asesinando a sus gobernantes y continuamos observando impotentes cómo introducen en los paises de la Unión Arabe el tósigo de su "primavera".
Y la peste se transmite, en algunos casos no por contagio sino por emulación. En estos últimos tres años Juan Manuel Santos, ya sea fungiendo de ministro de la guerra o como presidente del pais de SU guerra, ha puesto en práctica las mañas aprendidas cuando fue alumno de la Escuela de las Américas para hacer ver su saña masacradora como un esperanzador instrumento de paz.
Que Luis Edgar Devia Silva (Raúl Reyes), Victor Julio Suárez Rojas (Jorge Briceño Suárez o Mono Jojoy) y Guillermo León Sáenz (Alfonso Cano) comandantes guerrilleros de las FARC murieran abatidos por bombardeos aéreos, es tema que podría admitirse bajo las circunstancias propias de una confrontación bélica (aunque la desproporción en el uso de la fuerza exige un análisis objetivo); pero que sus cadáveres fueran exhibidos en condiciones grotescas, con la complicidad de los medios, sin que ni un solo miembro de la sociedad civil hiciera sentir su voz de indignación, si deja en el ambiente la preocupante sensación de que la sociedad colombiana ha sido permeada por un odio irracional o por un miedo bastante racional. En cualquiera de los casos, todos salimos perdiendo.
Como para aportar una pequeña ilustración sobre la naturaleza de los hechos y la caracterización ideológica de uno de sus actores, adjunto la carta que el médico cardiólogo Rodrigo Londoño Echeverri (Timoleón Jiménez o Timochenko), quien asumió la comandancia del ejército guerrillero, le envía al presidente de Colombia. Ud. amigo(a) lector(a), léala, saque sus conclusiones y, lo más importante, deme su opinión.
Así no es, Santos, así no es
Todos tenemos que morirnos, Santos, todos. De eso no va a escaparse nadie. Unos de un modo y otros de otro. Unos por una causa y otros por otra. Algunos escogen una muerte heroica, gloriosa, profundamente conmovedora. Otros prefieren morirse de viejos, de un infarto o diabetes, tras una larga enfermedad en una cama o endrogados en medio de un burdel. Es como la vida, unos prefieren pasarla haciendo dinero y engordando como cerdos, o practicándose cirugías para conservarse jóvenes, pisoteando a los demás y dándose ínfulas. Otros escogen caminos más nobles. Y son muy felices así. Es un asunto de conciencia. Pretender intimidarlos para que acepten vivir como los primeros es un error.
Y todavía más grave es matarlos. Pretender exhibirse como modelo de civilización y decencia dando la orden de despedazarlos a punta de bombas, plomo y metralla. O como sea. Por ejemplo, de dos balazos por la espalda cuando se llega en la noche a casa. O molidos a golpes en una celda. O desmembrados con una motosierra. O con la cabeza mochada a machete. Al expresar el dolor que la torturaba por la muerte de su Jefe, decía una guerrillera que hombres como él quedarán para la posteridad y el pueblo los recordará como lo que fueron, inmortales. Otro enviaba una nota a sus mandos diciendo, aquí estamos para ayudar en todas las tareas que ustedes nos orienten. Les brindamos nuestra solidaridad en este momento.
Yo no sé. Pero eso de ostentar poder y mostrarse amenazante y brutal, no puede ganar las simpatías de nadie. De nadie que no sea ostentoso y brutal como el que lo hace. La historia nos enseña que a la inmensa mayoría de seres humanos les repugna ese tipo de fanfarronadas. De niños aprendemos que sólo los ogros más malvados suelen actuar de ese modo. Y con el tiempo aprendemos a asociar esas conductas a los seres más perversos. Matar salvajemente a un ser humano, con métodos notoriamente desproporcionados, para pararse sobre su cadáver y señalar a otros que les tiene reservado el mismo tratamiento, tiene la virtud de producir un efecto contrario. Ningún hombre se dejará humillar de ese modo.
Homero fue un maestro en desentrañar el alma. Tras dialogar con Príamo, Aquiles comprende la dimensión de los troyanos y la bajeza de la causa griega. Asume lo miserable de haber paseado el cadáver de Héctor, atado a su carro, frente a sus seres queridos y su pueblo. Por eso decide inmolarse en la refriega, para no aparecer como vencedor con ese ejército. Son los gestos de grandeza moral los que hacen imperecederos a los hombres. Sólo las mentes más enfermas y enajenadas pueden sentir alguna simpatía por Adolfo Hitler. Aunque en su momento muchos lo hubieran aplaudido. El tiempo terminó por ubicarlo en el infame lugar que le correspondía. Creo que a los Santos y Pinzones les reserva una suerte similar el destino.
No puede ser de otro modo. El grado de ruindad moral que exhiben horroriza al más sano de los juicios. Muy poca gente conoce en el reinado de cuál emperador romano fue crucificado Jesús. Pero creo que por encima de las propias creencias, en todas partes se profesa el más elevado respeto por él. Porque prefirió el suplicio y la cruz antes que renunciar a sus ideas. Y porque esas ideas abrigaban un altísimo grado de humanidad. Eran buenas, buscaban la felicidad general, ensalzaban a los pobres e incluso fustigaban a los ricos, proclamaban que todos los hombres eran iguales. Sólo proponía a hombres y mujeres que lo abandonaran todo y lo siguieran en la propagación de esa fe, de esa verdad, decía. Pero lo coronaron de espinas, lo abofetearon, lo crucificaron y lancearon. Se burlaron de él. Habían preferido liberar en su lugar al peor de los criminales. Sin embargo fue ese Cristo el que los sobrevivió a todos. Pese a que hubieran perseguido por siglos a sus seguidores. De nada sirvió arrojarlos a los leones ante la aclamación general de la plebe en el circo.
Esta gente lleva medio siglo en esto, Santos. Algunos, de cabeza blanca, cuentan historias de sus días en Marquetalia. Otros hablan de los años en el Guayabero, de los primeros diálogos cuando Belisario. Hasta afirman que si entonces el gobierno hubiera pensado mejor, las cosas en el país hubieran sido muy distintas. La soberbia ha podido más que la razón. Muchos cuentan experiencias de la guerra integral de Gaviria y su creación de las brigadas móviles. Y muchísimos más vivieron aquí lo del Caguán. Una enorme masa llegó después a estas filas. En ese devenir, seguramente, se han presentado múltiples deserciones y traiciones. Pero no ha sido lo determinante. Son más y más los revolucionarios y cuadros convencidos.
Esta gente ha construido una epopeya sin antecedentes en ningún lugar ni época histórica. No hubiera sido posible sin el más extraordinario altruismo. Ni siquiera las fuerzas especiales del Ejército pudieron operar en el terrible invierno de esas abruptas cordilleras guerrilleras. Pero allá mismo viven ellos, aman, sueñan un mundo mejor y luchan por conseguirlo. Primero, entre groseros chistes, exhibieron el cuerpo despedazado de Raúl Reyes. Después recogieron exultantes la mano arrancada a Iván Ríos. Rugieron orgullosos más tarde cuando con toneladas de bombas quitaron la vida al Mono. Ahora, llorando de felicidad, dan el parte ensangrentado sobre Alfonso. Macabro rostro el de esa bella democracia.
La cabeza de José Antonio Galán, así como cada una de sus extremidades, exhibidas a manera de escarmiento para evitar otro alzamiento comunero, no lograron impedir la gesta por la independencia. Ni su triunfo. El pueblo empeñó en ello miles de muertos y heridos, gran ruina y enormes sufrimientos. Hubiera sido mejor de otra manera, pero la Corona no quiso. Las FARC son miles y miles de revolucionarios que soportan las más duras condiciones porque creen firmemente en su causa. No ganan un solo centavo, no poseen nada material, el movimiento les da lo que necesitan. Y el movimiento son todos ellos. Son una impresionante creación histórica, aquí, en Colombia, ante nuestros ojos. Así no es Santos, así no es.

Timoleón Jiménez Comandante del Estado Mayor Central FARC-EP
Noviembre 2011

domingo, 14 de agosto de 2011

Charles Manson- El eslabón perdido entre la locura individual y la estupidez gregaria

 
"Mi padre es una prisión, mi madre un sistema, soy lo que ustedes me hicieron. Los miro y me digo: ustedes quieren matarme y yo ya estoy muerto. Toda mi vida estuve muerto" - Charles Manson, en una carta personal en 1996.
Este nueve de agosto se cumplieron 42 años de la noche en que un grupillo de hippies con complejo mesiánico le enviara al mundo el mensaje admonitorio del odio a la vida como clave de una ideología moralizadora. Muchos de los colombianos que hoy leemos esta crónica no estábamos ni en proyecto por aquellas calendas y en nuestro paso por esta mediatizada existencia hemos sido testigos virtuales de masacres mucho más sanguinarias y, por supuesto, igual de estúpidas; sin embargo, y a juzgar por el histérico alboroto con que un grupo ligth de periodistas, feministas y homosexuales ha magnificado los rumores callejeros de una "presunta" golpiza que Hernán Darío Gómez, Director Técnico de la selección colombiana de fútbol mayores, le propinara a un fantasma femenino, se me ocurrió comentar algún aspecto de la referida masacre, como para que quede en el ambiente algún tufillo de razonamiento objetivo sobre los efectos y consecuencias de la apropiación punitiva de los juicios morales por unos individuos reprimidos emocionales, deprimidos sociales, deprivados culturales y alienados mediáticos (nada raro, aunque suene ofensivo, cuando se convive en una sociedad; también yo admito padecer todas esas limitaciones -y algunas otras que no confieso por pudor-).
La barbarie aconteció durante la noche del 9 de agosto de 1969, dos años después del verano del amor y una semana antes del festival de Woodstock. Por ese entonces se tejió alrededor del caso una sarta febril de explicaciones que adjudicaban la verdadera responsabilidad de lo sucedido al desatamiento alucinante de las más oscuras fuerzas demoniacas. Una exótica flora de "Psicólogos", "parapsicólogos", "demonólogos" y hasta "sociólogos", no vaciló en adjudicar el motivo de los asesinatos a la provocación que La danza de los vampiros, una sátira al vampirismo, dirigida por Roman Polanski había constituído para algunos subgrupos sociales (de ésos que hoy denominamos "tribus" o clanes). No era sólo aquella burla; más reciente aún era Rosemary s Baby (La Semilla del diablo), que causó gran revuelo entre grupos esotéricos y fanáticos del satanismo en la sociedad americana de la época.
El caso es que en la mañana del 10 de agosto de 1969 la empleada doméstica de los Polanski (Sharon Tate y Roman Polanski) llega a trabajar a la mansión en el 10.050 de Cielo Drivey en Beverly Hills, Condado de Los Ángeles, California, y se encuentra a boca de jarro con una escena dantesca que parecía concebida por el más alucinado de los tramoyistas: En el salón principal, Sharon (segunda esposa de Polanski, 26 años, ocho meses de embarazo) con 16 puñaladas y los senos cercenados, se bamboleaba suspendida del techo por una cuerda de nylon; del otro extremo de la cuerda, a manera de contrapeso, con la cabeza cubierta con una capucha oscura, pendía el cadáver apuñalado de Jay Sebring, un cotizado peluquero que poseía salones en San Francisco, New York y Londres. Escrita con sangre en la pared la palabra "pig" (cerdo). La misma palabra, esta vez escrita con la sangre de Sharon, estaba en el exterior de la puerta que daba al jardín, donde había otros tres cadáveres: el de Steen Parent a quien dispararon cuando salía, el de Voytek Frykowski, (recibió varias puñaladas en las piernas y murió de un fuerte golpe en la cabeza con la culata de un Buntline) y el de Abigail Folger quien murió degollada. Al día siguiente, Leno LaBianca y su esposa (una típica pareja de cincuentones) fueron hallados muertos en su casa de Los Angeles en circunstancias parecidas: Al señor La Bianca lo apuñalaron cuatro veces en la garganta con un cuchillo de cocina y a su mujer la obligaron a tumbarse boca abajo en la cama, le cubrieron el rostro con la funda de una almohada que anudaron con el cable de una lámpara y le asestaron 41 puñaladas. En las paredes, escritas con su sangre podía leerse Helter Skelter (canción de los Beatles), "Cerdos", “Muerte a los cerdos”, “Sublevaos” y “Caos”. 
Nueve meses después, las investigaciones culminaron en el arresto de un grupo de cuatro miembros de La Familia: Charles Watson, Patricia Krenwinkel, Susan Atkins y Linda Kasabian cuyo lider, Charles Milles Manson les había encomendado la misión. Manson, un hombrecillo nacido en Cincinnati, Ohio en noviembre de 1934, que durante sus largas estancias en prisión había aprendido de la Cienciología creada por Ron Hubbard las técnicas para manipular la voluntad de sus seguidores convirtiéndose en una especie de gurú proxeneta y esotérico que combinaba la provisión de drogas y LSD con un discurso profético-moralista que anunciaba un nuevo "Apocalipsis". Debido, en parte, a la reminiscencia nostálgica del movimiento hippie que se resistía a evolucionar, y en parte al seductor magnetismo del hombrecito, sus predicamentos encontraron eco en algunos grupos de la cultura underground y es notable su influencia y relación con la vida de algunos rockeros: The Beatles (Manson interpretó de manera apocalíptica el H.S. de 1968), Beach Boys (Dennis Wilson fue colaborador cercano de La Familia), Leonard Cohen hace referencia a Manson en la canción The Future; Integrity banda hardore de Bélgica, hace énfasis sobre Manson, los jinetes apocalípticos y la iglesia de Satán en sus portadas y en la temática de su canciones)...
Así narrada la crónica, sería fácil para nuestra simpleza jurídica y resultaría cómodo para nuestro ego deontologista atribuir la saña de la acometida y la crueldad de la escena al estado de enajenación mental y delirio psicodélico de un grupúsculo de “desadaptados sociales”; pero Melody Patterson, ahora actriz de la televisión norteamericana, en una charla con Jacques Harvey periodista del diario Los Angeles Times puso en contexto las circunstancias y dejó en evidencia la vulgaridad de los móviles. Cuando se enteró de la masacre de la villa Polanski y del asesinato del matrimonio La Bianca, de inmediato estableció la vinculación: "Todos esos motivos que se adujeron son ridículos y falsos; la verdad es que toda esa matanza fue para castigar a un vicioso". Sin duda, nadie mejor que ella para conocer la realidad de los hechos: además de amiga de los Polanski, había sido miembro del clan Manson. "El nudo de todo el drama es Jay Sebring, el coiffeur. Yo lo conocía bien y, como todas sus amigas, sabía que él era un perverso sexual: en el subsuelo de su casa, en Beverly Hills, había montado una verdadera sala de torturas. Aunque tal vez esa denominación sea un poco exagerada, pues, en verdad, sus obsesiones y depravaciones jamás causaron verdadero daño físico a nadie". Según relató Patterson, aquel tenebroso sótano contaba con todos los "refinamientos" a los que puede aspirar un sádico: cadenas con esposas que colgaban de las paredes, ruedas sobre las que ataba a sus "víctimas" (por lo general pagadas), látigos, máscaras y toda una larga serie de increíbles utensilios. Los esposos muertos, además de ser el padrino y la madrina de Sebring, le habían prestado el dinero para abrir su primer salón de peinados.
"En Hollywood, muchas chicas estaban al corriente de los gustos de Jay; yo misma he ido varias veces a su casa. En esa época yo vivía con el grupo de Manson, pero, a pesar de las reglas que nos prohibían tener relaciones con el jet-set de Hollywood, a veces iba de visita a casa de Sharon o de Jay". Poco faltó para que la misma Patterson participara en los salvajes crímenes: "En esa secta de hippies, medio mística, medio religiosa, yo procuraba reencontrar la paz que había perdido cuando mi novio murió en un accidente de aviación. Alrededor de diez días antes de la matanza dejé la siniestra familia y retomé mi vida habitual. Pero el día de los asesinatos yo había sido invitada por Jay para ir a casa de Sharon, lo que no pude aceptar, pues Frank Sinatra, que daba una fiesta, me esperaba".
Dos meses después del proceso Melody se enteró de la verdad: "Cuando volví a hablar con Eddy, me dijo que, tres días antes de su muerte, Jay le había contado que en el barrio hippie de Los Angeles se había topado con dos chicas completamente drogadas. Eran, las seis de la tarde; por veinte dólares a cada una, se las llevó a lo que él llamaba su pequeña pieza, donde las tuvo hasta medianoche". Naturalmente, Sebring no había olvidado sus peculiares gustos sexuales: durante seis horas flageló y humilló a las chicas y se burló incansablemente de ellas. Antes de devolverles la libertad, las había hecho transitar por todas las variantes del sadismo. "Entonces, me di cuenta de la verdad; para mí, ya no quedaban dudas acerca del motivo. Es que esas dos chicas eran Patricia Kerwinkel y Leslie Van Houten, dos integrantes del grupo de Manson, que también participaron en los asesinatos. Es muy claro que, cuando ellas le contaron su experiencia con Jay, Manson se enfureció y decidió organizar una expedición punitiva".