
Recurriendo a fórmulas medievales, los alquimistas oficiales intentan sublimar en hassio el plomo del odio y el hierro de la sangre que tiñe los rios y descompone el ambiente. Como quien esparce aerosol para disimular la putrescencia, la piara gubernamental altera las proporciones de los principios morales de convivencia, cambia las etiquetas de los contenidos de la historia y trasvasa las leyes de la Constitución Nacional. Asi, tenemos que asistir al grotesco espectáculo del dueño de la cochera argumentando motivos de presupuesto para no subvencionar a las víctimas y de "autoridad patria" para eludir el castigo penal a los militares, policías y paracos procesados, con pretextos tan apestosos como aquel de que no se puede igualar a los asesinos de uniforme oficial con esos "cobardes terroristas" de los que tanto necesita para mantenerse en el poder; o de que el presupuesto nacional es de 68 billones y la indemnización a las víctimas costaría 88 billones. El de su mayordomo valencia cossio gestionando las leyes de Impunidad Parlamentaria, de Victimarios y de Reelección presidencial es un pudridero que algún día, más temprano que tarde será sacudido, fumigado y clausurado porque, gracias a todos sus esfuerzos por emanar su esencia, ha conseguido que el hedor traspase fronteras y ya periódicos y ONGs de Estados Unidos y Europa comienzan a respingar la nariz y hacer arcadas cuando los visita alguno de estos mefíticos personajes. Sin embargo, quienes por necesidad tenemos que habitar dentro o en la periferia de esta pocilga moral contemplamos impotentes cómo el vaho comienza a cubrir la manera de ver y pensar la interacción humana. De todo esto sólo se podrá obtener una mutación social hacia una nueva generación de colombianos anósmicos, ladrones, mezquinos, mentirosos y salvajes.
