lunes, 19 de abril de 2010

Sobre las necesarias confrontaciones a los discursos moralistas

Ayer, la decadencia de los imperios (Egipto, Persia, Grecia, Roma, Japón, Alemania, Rusia...); hoy, la ruina de los sistemas sociales (monarquías, teocracias, comunismo, socialismo...). Es la consecuente evolución de todo lo que tiene un comienzo (nacimiento - desarrollo - apogeo - cenit ). Pero, la inteligencia humana (o el mal entendimiento de ella), que no está hecha para admitir el fín de los procesos, elaboró una red de explicaciones, raciocinios y justificaciones mediante los cuales intentó postergar el momento final recurriendo al relato mítico de sacrificios y rituales impuestos por los cambios anímicos de divinidades emocionalmente inestables, y esos argumentos se convirtieron en códigos de comportamiento que, en su tiempo, resultaron de gran utilidad para la convivencia y la interacción social. Después de la religión, el instrumento más empleado para imponer manuales conductuales, quizá porque parecería emanar de aquella, ha sido el discurso moral., un conjunto de tabús, ordenamientos y restricciones cuya propagación deontológica para la aplicación colectiva terminará convirtiendo en norma ancestral el cuerpo de costumbres que todos los individuos de una comunidad, pueblo o nación deben incluir en su modelo tradicional de comportamiento para asegurar su supervivencia individual y colectiva. Del planteamiento anterior (para los efectos de lo que aquí quiero exponer) se puede derivar que toda normatización moralista tiene un trasfondo político y que, por lo tanto, es sostenible la hipótesis de que la pérdida  de los valores morales establecidos es uno de los factores determinantes del declive de un sistema social. Al hacer la arqueología de la manera en que una "primitiva" escala de valores  evoluciona hacia abstracciones metafísicas, espiritualistas, legalistas o corporativistas, cobra importacia tratar de descifrar los diversos factores y la forma en que éstos entran en crísis  al ser confrontados por las fuerzas sociales nacientes. Es una dinámica en la que el bagaje axiológico tradicional es estremecido por nuevas reclamaciones consideradas herejías de loquitos, snobs, desadaptados o antisociales por los poderes en cuestión. Ha corrido bastante agua bajo el puente desde la época en que las divinidades hablaban por boca de profetas y arúspices para imponer su decálogo de "buenas maneras" y, qué vaina, nos toca reconocer que el mundo que actualmente disfrutamos hubiese sido imposible sin "herejes" como Akhenaton, Sócrates, Descartes, Copérnico, Darwin, Marx, Bretón, Dalí y una extensa lista de artistas, filósofos, poetas proscritos, malditos, que cumplieron la función catalítica de depurar los tósigos de  la cultura imperante poniendo en entredicho sus creencias y rituales. Lo que resulta irónico es ver cómo los modernos voceros aarónicos de las adaptaciones comportamentales que imponen las condiciones de la banca mundial y las industrias armamentista, química y farmacéutica, incapaces de ver la íntima relación entre cada una de las fichas del dominó capitalista, pregonan a los cuatro vientos las desgracias venideras: Explosión demográfica, crecimiento asintótico de la pobreza, hambrunas, esclerosis de mercado, caída de la Bolsa, escasez de hidrocarburos, despidos masivos, avalanchas migratorias, crac bursátil, recesión, crísis energética, calentamiento global, deshielo polar... y esgrimen su recetario del "buen ciudadano", una sumatoria de noes ( No fume, no haga sexo sin condónno se relacione con menores, no aborte, no se drogue, no critique, no, no, no...) y su reglamento de alcabala pague impuestosexija la factura, venere a los políticos, admire a los militares y financie la guerra (pero deteste el nazismo y cualquier forma de expresión de rebeldía o violencia de perdedores,  aunque no tenga ni idea de qué fenómenos los originan {sería interesante hacer un test sicológico y de conocimientos de historia a toda esa parvada de bienpensados que creen detestar el nazismo porque "es racista"}) De mandato sagrado a precepto moral, y hoy a norma de mercado ... Las campañas, otrora pedagógicas, hoy mediáticas, se concentran en mantener a toda costa el bastión economicista del poder que las sustenta (sacerdotal, monárquico, de sistema político); sin embargo, es urgente preguntarnos si al ceder el poder formativo de la pauta moral a los publicistas y managers empresariales no estamos debilitando a tal grado la función auto-reguladora de la norma moral que acabaremos  escindiendo nuestra mirada entre el recelo o la excesiva admiración a los politiqueros y burócratas que enarbolen las banderas de una ética ciudadana basada en un "respeto" retórico a la vida, ("por la vida hasta la vida misma" ¡!), un culto desmedido a la propiedad privada (todo el concepto occidental de democracia está sustentado en él) y una discriminación mezquina, vanal y superflua de las normas de convivencia (no hables con adultos, no sonrias a extraños, no cuelgues crucifijos en las paredes de tu escuela,  no uses burka...) No pierdo la esperanza de ver llegar el dia en que abramos los ojos y seamos capaces de desglosar la carga de sandeces que se oculta tras el discurso sensiblero de los falsos vitalistas ... Cuando eso ocurra, se activarán nuestras suceptibilidades y acabaremos optando por un comportamiento opuesto a las admoniciones de los predicadores para explorar otros horizontes de los que emergerán saludables y fuertes expresiones culturales generadoras de nuevas formas sociales más generosas y fraternales.

jueves, 8 de abril de 2010

En el clímax del oximoron

Como si se tratara del más democrático y civilizado de los Estados modernos, este cultivadero de palma con su cebadero de corruptos y su solar de desplazados, presenta para las elecciones presidenciales de 2010  un catálogo de  ¡nueve! "candidatos": Un tal Jaime Araujo (no tengo ni idea quién es, ni a qué fuerza social representa; pero, a juzgar por su apellido, es posible que sea costeño emparentado con lo que esa familia ha representado en el sur de Bolivar durante el desastrozo "gobierno" de uribe). Robinson Devia (un fulano al que sólo conocen sus familiares), Jairo Calderón (otro zutano aparecido). Tres vivos-bobos que acabarán negociando su manotadita de votos con uno de los candidatos uriberos, que son casi todos. Realmente, los olés del show se los disputan los otros seis candidatos: Rafael Pardo, Antanas Mockus, Gustavo Petro, Germán Vargas Lleras, Noemí Sanín y Juan Manuel Santos, quién, evidentemente, resultará "vencedor en la contienda". A Germán Vargas Lleras, cuyo lema de partido propone un cambio "radical" (de 360º para seguir igual) le   tocará esperar cuatro años (siendo bastante posible que llene parte del plazo como vice de Santos), hasta cuando el greench haya consolidado las tensiones que nos deja el salgareño (corrupción institucionalizada, banqueros transados, periodistas adocenados, militares desbocados, ganaderos empoderados, narcos politizados y mercaderes foráneos nacionalizados) camufladas bajo los eufemismos  "inversión extranjera" y "seguridad democrática" y, no sólo se le haga fácil, sino que sea indispensable para acabar de convertir las oposiciones semánticas (minorías mayoritarias, justicia venal, ley ilegal, dictadura democrática, falsos positivos, verdades mentirosas, Estado empresarial) en "razones de Estado", abriendo el pais a una política exterior de neoliberalismo tardío que concentrará sus intereses sociales en dar privilegios a los palmicultores, las EPS, los banqueros testaferros, los politiqueros de bancada, los traficantes de servicios públicos y los oficiales superiores de las fuerzas armadas (legales y "de inteligencia")... Con el fin de poner al greench en el solio, la maquinaria uribera inflará ante la opinión pública la ilusión de que la pobre Noemí será el contendiente más fuerte, para desinflarla en la segunda vuelta. Agotados esos tres recursos de la ultra derecha conservadora (no hay nadie más liberalmente conservador que Vargas Lleras), quedaría Rafael Pardo como un muy buen candidato que, como exministro de defensa podría moderar la sed de sangre y el hambre de poder de la bestia militar y, por lo menos, tratar de volver a sus cauces la avalancha de desinstucionalización de poderes, pero la deslealtad de su partido y la furia desatada de la jauría uribera le harían imposible su gestión de gobierno. Al pobre Gustavo Petro lo están utilizando como ariete de tramoya para estocar con humillación el sueño participativo de lo que alguna vez tuviera credencial de Izquierda. Quedan los candidazos motivo de este escrito. No hay ningún lugar a dudas de que con todo y su precaria definición identitaria en cuestiones de política, los académicos matemáticos Antanas Mockus y Sergio Fajardo serían la más envidiable de las mancornas presidenciales de cualquier país; si hasta podría pensarse que estamos por ver cumplirse por partida doble el sueño platónico del filósofo gobernante. Lo serían... si a este moridero de parias no lo explotara una piara de vividores que ha hecho de la  farsa electoral un entremés con mal reparto actoral, decorado de reciclaje y libretos de comparsa. Pero, la lógica ingenua de las buenas intenciones se estrella contra el absurdo coherente de la tradición explotadora. Porque, desde que a los narco ganaderos colombianos se les dió por mal leer a Nicolás Maquiavelo, cursar estudios con  Jair Klein y poner en práctica  lo aprendido en las capacitaciones de la Escuela de las Américas, desterraron de este país toda posibilidad de un gobierno civilista, decente y justo. Mockus y Fajardo acabarán siendo los geniales idiotas útiles de un inútil show mediático cuyo objetivo oculto es hacernos entender que cualquier acción sociopolítica que pretenda desalinearse de la perversa maquinaria uribera está condenada al fracaso.  Al final perderemos todos, porque quemado este espejismo, no querremos saber de ningún otro oasis.

viernes, 26 de marzo de 2010

El paredón del blog 9- Sería un momento histórico si tuviésemos memoria

Lo que hoy somos los colombianos (y lo que nos viene pierna arriba, como dice el saber popular) es el producto de una, no por vulgar y obvia, poco elaborada estratagema orientada a hacernos llevadera la enfermedad del sueño de la que no hemos podido despertar durante los 200 años de esta caricatura de república próximos a ser celebrados. Por eso es tan importante tratar de multiplicar y difundir los escasísimos textos periodísticos que denuncian en su momento las dosis de narcótico que nos administran los alquimistas del feudo. Los que siguen, (tomados de El Espectador del 21 de marzo) tienen a su favor el ser un magistral texto literario ¡de colección! el primero y un preciso y valiente registro de lo acontecido este 14 de marzo, el segundo, al cual, por esas arbitrariedades que nos abrogamos los piratas, le eliminé el punto nueve.
Pin-pan-pun
Por Alfredo Molano Bravo
Seamos francos: el país de los Carlos, Ricardos, Robertos ya no existe. Inclusive, añado, ni siquiera el de los John Jairos o Dandenis. Hoy el reino es de los Yuserlys, Aryeys, Darlenys. Un país llamado desde hace ocho años patria. Fue saliendo a flote poco a poco y coronó contra viento y marea. No hubo prólogos ni presentaciones. No salió de la nada. El milagro se fue sembrando en las sierras, en los valles, en las cordilleras, de abajo arriba, tumbando la selva, desplazando el café, asociándose a las vacas. Fue dominando juntas de vecinos, alcaldías, concejos, parroquias, cuarteles, hospitales, escuelas, directorios. Fue avanzando hacia el centro, hacia el hueso. Compró jueces, aduaneros, curas, sargentos, generales, gerentes. Inatajable, inapelable. Nadie pudo atajarlo. Se fue enraizando, trepando, sustituyendo, dominando. Ni el cáncer ni el pecado ni el mismo patas han sido tan avasalladores. Fue corrompiendo todo lo que tocaba, todo lo que se le oponía, todo lo que se le cruzaba. Hasta que enterró el país. Costó. Costó mucho. No se ha hecho el arqueo de lo que costó porque a nadie le importa. Sólo en el Catatumbo cobró 9.000 vidas. Pero habría que sumar y sumar y sumar: La Negra, Honduras, Mejor Esquina, Trojas de Cataca, Guachicono, La María, Mapiripán, El Naya, Macayepo, El Salado. Y los otros muertos, los asesinados a mansalva, los tiro a tiro. Coronaron. Sus héroes fueron promovidos, exaltados, condecorados, entronizados. Verdaderos patriotas de la nueva patria. Administradores ejemplares de votos y balas y plata. Fundaron una patria donde sólo valen los negocios. Los buenos para los ricos; los malos para los otros, para nosotros, para los electores. Todo debidamente garantizado por las armas, las oficiales y las otras, las asociadas. Todas bien pagadas. El país ha optado. No nos quejemos ¿Podríamos quejarnos? ¿Quién oye? ¿A quién le importa? Echaron mano de una borrachera para justificarse. Se optó por la sangre, la corrupción, el gamonalismo, el favoritismo, la unanimidad. Los cooperantes, las recompensas, las chuzadas, hacen su agosto y llevan ocho. Una vez más, hemos elegido a la misma perra cambiándole la guasca. ¡Qué más da! La suerte está echada y ellos han pasado el Rubicón. Nada los detendrá. No retrocederán. No hay vuelta de hoja. La hoja la tienen —y afilada— sobre nuestra nuca. Al que se mueva lo decapitan. Mientras los negocios prosperen; mientras la bolsa se hinche; mientras se lleven carbón, petróleo, agua, oro, no habrá paz ni en los sepulcros y esa será la patria que hereden nuestros hijos. Uno no puede creer —pero ya es hora— que sean ellos los que han sacado las pistolas, los que ahora dicten la ley, interpreten los códigos, cuenten los votos y se les siga creyendo, votando por ellos, eligiéndolos para que haya más negocios turbios o no; para que reporten más falsos positivos —al fin vienen desde el 84; para que cuenten más desaparecidos que nunca aparecerán porque están enterrados, desmembrados y —lo peor— olvidados. Las repartijas y las rebatiñas están a la orden, son el orden. ¿A quién se le ha ocurrido la idea del Estado? ¿A quién le importan los derechos? ¿Quién los defiende si al fin y al cabo son “pura politiquería”? Hemos llegado a la fase superior de la barbarie, el estado de derecho de las chequeras. Los intereses creados han creado su propio Derecho, lo imponen a su manera y para su provecho exclusivo. ¿Qué más esperamos? Inclinémonos ante la realidad: el país que quisimos está muerto. Nos han derrotado. Nos quedarán ojos para mirar, pero ¿quién hablará en voz alta? ¿Los verdes? ¿Los grises? ¿Los tornasolados? Y entonces: ¿quién los oirá? Apaguemos y vámonos. Pero ¿para dónde? ¿En qué lugar del mundo se desgajan aguaceros como los nuestros? ¿En qué lugar del mundo se taburetea sin ton ni son a la sombra de un almendro? ¿En qué lugar se descuera del prójimo con tanta gana y con tanta inocencia? ¡No, ni modo! Puerto Leguízamo, 18 de marzo de 2010.

Novena de la derrota Por Héctor Abad Faciolince
1- Así ha sido siempre: Al que recomiendo, pierde. No importa: “de derrota en derrota hasta la victoria final”. Yo también sueño, como Martin Luther King, “en el día en que el bien derrotado vencerá al mal triunfante”. 2- Valiente triunfo el del mal. Ya Rasguño les aguó la fiesta a dos triunfadores del pasado domingo: Dilian Francisca Toro y Sammy Merheg. En las elecciones de 2006 —declaró el mafioso— les financió sus campañas políticas. Si hubiera algo de dignidad en este país, la justicia no debería permitir siquiera que se posesionaran. 3- Si “el arte de vencer se aprende en las derrotas”, según Bolívar; si “la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”, como dijo Borges, entonces es posible, en este momento de amargura, no hundirse en la desesperanza. 4- Los liberales acusan al PIN de fraude en el Valle; Cambio Radical acusa a los liberales de fraude en la Costa; el Polo acusa a los conservadores de fraude en Bello y en Medellín; el Partido de la U acusa al Polo de clientelismo en Bogotá; el Polo acusa al Partido de la U de tener candidatos untados de paramilitarismo; los liberales acusan a Cambio Radical de clientelismo en Barranquilla. Todos tienen razón. Despejen uno por uno los elementos de este fuego cruzado: no queda títere con cabeza, todos hacen trampa. 5- Sesenta congresistas de la anterior legislatura están en la cárcel por parapolítica o nexos con el narcotráfico. Antes de entrar la nueva camada de senadores y representantes, ya hay unos 30 cuestionados en su ética pública. Compran votos, usan coacción contra los electores. La Fiscalía tendría que intervenir incluso antes de que se posesionen, para evitar que estos traficantes de la democracia adquieran inmunidad parlamentaria y alarguen sus procesos. Cuando los condenen, será tarde: robando, habrán recuperado la inversión. 6- El mismo Partido Verde de Mockus, supuesto triunfador de los independientes, ya tiene un senador que no se puede posesionar. Cometió actos indebidos en Boyacá y está inhabilitado. El que lo reemplaza, Romero, dicen en Santander, es mucho peor. Y la senadora que más votos sacó, de los Verdes, es una fanática: ganó gracias a una campaña absurda por la cadena perpetua de violadores. Tocó la fibra de los niños, una fibra fácil, teñida de populismo. 7- Lo bueno de la derrota —dice Saramago— es que no es definitiva. Y lo malo de la victoria —añade— es que tampoco lo es. Vean: Uribito celebraba hace ocho días; hoy llora. 8- En el escenario más sucio de la política, el de las elecciones parlamentarias, perdieron los que juegan limpio y ganaron los que se mueven con habilidad en la suciedad. Ganaron, sí, pero ¿qué ganaron? Ganaron otras elecciones teñidas de compra de votos. No hay nada que celebrar.

martes, 23 de marzo de 2010

Bernardo Jaramillo Ossa. Estos hijueputas nos lo mataron

Si existe un momento esencial en la historia de un pais en el que la frase lapidaria de una de sus ofrendas  oficiales al demonio de la muerte es el corolario que mejor define el talante de los agentes del poder institucional y más profeticamente admoniza sobre la venidera negrura del futuro político nacional desde la conciencia plena de su presente agónico, ése es, indudablemente, el del 22 de marzo de 1990 a las 8,05 de la mañana en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, cuando Bernardo Jaramillo Ossa le dijo a su compañera “Mi amor, no siento las piernas. Estos hijueputas me mataron, me voy a morir. Abrázame y protégeme”. Un sicarito de 17 años acababa de descargarle las 33 balas de su mini ingram 380 frente a una "escolta" de 11 agentes del DAS, 2 policías y 2 acompañantes de la UP. Era el epílogo de una estrategia de poder a largo plazoque habían iniciado los narco ganaderos del Magdalena Medio desde la época del gobierno de Julio César Turbay Ayala, cuando acomodaron a alvaro uribe vélez en la dirección de la Aeronáutica Civil Colombiana (1980-1982); para luego instalarlo en la alcaldía de Medellín por un corto período (1982-83) como paso transitorio hacia el Concejo de la ciudad (1984-86) que lo llevaría al Congreso de la república (1986-94), cuya dieta "sacrificaría" para asumir la gobernación de Antioquia (1995-97) en la que fortalecería las bases político-militares que, finalmente, lo atornillarían a la presidencia de la república (2002-10), con las consecuencias que ahora comenzamos a padecer. No hay que ser suspicaz ni paranoico para notar las "coincidencias" entre esa meteórica carrera pública y el surgimiento del ejército paramilitar como estrategia de Estado y el aún impune exterminio de la Unión Patriótica que dejó como saldo el asesinato de dos candidatos presidenciales, nueve congresistas, 70 concejales y decenas de diputados, alcaldes y líderes políticos. Se habla de más de 4 mil víctimas, muchas de ellas desaparecidas (eso, apenas intuyendo el terrible período de desangre que otra vez volveremos a tener sin que ninguna autoridad "sepa" de dónde provienen las motoserradas).
 Ha pasado el tiempo y hoy esa cadena de odio, dolor y muerte es leída con escepticismo e incredulidad por las nuevas generaciones, cuya información sobre la realidad contemporánea de los colombianos ha sido unidireccionalmente canalizada por los escasos medios de información que, obviamente, pertenecen al régimen. Ése es un fenómeno reciente, producto del éxito de aquélla estrategia; pero, en los años 80 y 90 la opinión pública, sobre todo, la del ámbito académico, tenía pleno discernimiento de la barahúnda que dejaba oir sus ecos tras las paredes del Congreso nacional. Fue gracias (o, más bien, por culpa) de todo ese caudal informativo, que Bernardo acertó ¡hace 20 años! en denunciar lo que sería la degradación del conflicto armado colombiano; pero, al advertir el fortalecimiento del narcotráfico mediante la legalización de las estructuras paramilitares y su complicidad con el Estado, estaba cavando concientemente  su tumba. Él, tan inteligente; Él, tan culto; Él, tan curtido en la tragedia campesina del Urabá antioqueño, cometió la ingenuidad ineludible de pretender desarticular el andamiaje paramilitar desde la atalaya de su candidatura presidencial con el arsenal de sus ideas y el cañón de su oratoria: “No se puede ser consecuente con la paz ni hablar de paz mientras no se combate efectivamente a los grupos paramilitares ni se castiga ejemplarmente a los miembros del Estado comprometidos en la violencia contra la población civil”. Días antes del asesinato, Carlos Lemos Simonds, ministro de gobierno del presidenteVirgilio Barco soltó esta perla en una entrevista con Colprensa: "el país ya está cansado y una prueba de ese cansancio es que en estas elecciones votó contra la violencia y derrotó al brazo político de las Farc que es la Unión Patriótica. Se van a enojar porque les estoy diciendo esto, pero ellos saben que es así” . Tenían que asesinarlo. Este país de mierda no puede darse el lujo de tener como presidente a un hombre íntegro, inteligente y claro. Pero, con su asesinato no eliminaron a un hombre: nos desplazaron la esperanza  a punta de mentiras cínicas y fragor de motosierras.