Que en la "batalla de los sexos" nosotros, los miembros del débil sexo (que aún no del sexo débil) tenemos todas las de perder, es una realidad que sólo podrían desconocer los varones adolescentes, los vendedores de desodorantes y demás menjurges "masculinos" y los (o las) de la tercera opción. Es una condición natural que el bello sexo fuerte nos apabulle en la cama, en la pista de baile y en la tolerancia al dolor; pero, que nuestra estúpidez nos lleve a convertir en abierta competencia toda actividad compartida con ellas para demostrar que somos "más fuertes", "más veloces", "más inteligentes" o "más decentes", sólo puede producir el lamentable espectáculo del desahogo de nuestra frustración mediante el chisme, la calumnia y la descalificación rastrera. Es lo que hemos tenido que soportar, sin que nadie reaccione, cuando algunos explotadores del morbo vuelven "noticia" mundial los reclamos personales de Lindsay Lohan por el derecho a su privacidad, desvirtúan los méritos deportivos de Caster Semenya, dictan cátedra moral sobre el comportamiento de Naomi Campbell o ponen en entredicho la feminidad de Lady Gaga (las piernas más bellas que hasta hoy han visto mis ojitos. Míre esas rodillas ¿verdad que son perfectas?). Por supuesto que yo también soy "morboso" y que, por tanto, disfruto no sólo de las fantasías que me suscita la vista de unos buenos tobillos, muslos, nalgas, ombligo, senos, hombros, espalda, cuello y etcétera femeninos, sino del placer de compartir esas imágenes con un amigo cómplice; pero en silencio, para disfrutar el rítmico crescendo de los latidos del corazón:
Hombres y mujeres tenemos los mismos derechos; pero, ¡benditas diferencias!, están ahí para complementarnos. Ninguno de los dos sexos tiene que demostrar que es mejor, simplemente "ser", como te nace del interior, no de acuerdo a un patrón de conducta que te quieran vender. Hoy me costó un poco más llegar pero de nuevo trino en tu ventana.
Hola, pajarito.¡Claro que si! Pero, yo pienso que la "bendición" de esas diferencias está en verlas como COMPLEMENTOS más que como diferencias. Sería maravilloso que cada quien aprendiese a defender hasta con su vida, si fuere necesario, su derecho natural a ser como a bien tenga; pero no bastaría: Es urgente y muy importante comenzar a pararle el mecho a cualquier trastanuta que nos venga con chismes faranduleros sobre el comportamiento o la idiosincracia de cualquiera de nuestros semejantes. Tienes un bello gorgeo. He encendido la chimenea y cargado mi cesta con manzanas verdes, ciruelas bermellón y duraznos dorados para que sigas trinando. Trinos con revoloteos
Que en la "batalla de los sexos" nosotros, los miembros del débil sexo (que aún no del sexo débil) tenemos todas las de perder, es una realidad que sólo podrían desconocer los varones adolescentes, los vendedores de desodorantes y demás menjurges "masculinos" y los (o las) de la tercera opción. Es una condición natural que el bello sexo fuerte nos apabulle en la cama, en la pista de baile y en la tolerancia al dolor; pero, que nuestra estúpidez nos lleve a convertir en abierta competencia toda actividad compartida con ellas para demostrar que somos "más fuertes", "más veloces", "más inteligentes" o "más decentes", sólo puede producir el lamentable espectáculo del desahogo de nuestra frustración mediante el chisme, la calumnia y la descalificación rastrera. Es lo que hemos tenido que soportar, sin que nadie reaccione, cuando algunos explotadores del morbo vuelven "noticia" mundial los reclamos personales de Lindsay Lohan por el derecho a su privacidad, desvirtúan los méritos deportivos de Caster Semenya, dictan cátedra moral sobre el comportamiento de Naomi Campbell o ponen en entredicho la feminidad de Lady Gaga (las piernas más bellas que hasta hoy han visto mis ojitos. Míre esas rodillas ¿verdad que son perfectas?). Por supuesto que yo también soy "morboso" y que, por tanto, disfruto no sólo de las fantasías que me suscita la vista de unos buenos tobillos, muslos, nalgas, ombligo, senos, hombros, espalda, cuello y etcétera femeninos, sino del placer de compartir esas imágenes con un amigo cómplice; pero en silencio, para disfrutar el rítmico crescendo de los latidos del corazón:
Hombres y mujeres tenemos los mismos derechos; pero, ¡benditas diferencias!, están ahí para complementarnos.
ResponderEliminarNinguno de los dos sexos tiene que demostrar que es mejor, simplemente "ser", como te nace del interior, no de acuerdo a un patrón de conducta que te quieran vender.
Hoy me costó un poco más llegar pero de nuevo trino en tu ventana.
Hola, pajarito.¡Claro que si! Pero, yo pienso que la "bendición" de esas diferencias está en verlas como COMPLEMENTOS más que como diferencias. Sería maravilloso que cada quien aprendiese a defender hasta con su vida, si fuere necesario, su derecho natural a ser como a bien tenga; pero no bastaría: Es urgente y muy importante comenzar a pararle el mecho a cualquier trastanuta que nos venga con chismes faranduleros sobre el comportamiento o la idiosincracia de cualquiera de nuestros semejantes. Tienes un bello gorgeo. He encendido la chimenea y cargado mi cesta con manzanas verdes, ciruelas bermellón y duraznos dorados para que sigas trinando. Trinos con revoloteos
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