martes, 22 de septiembre de 2009

La última vuelta al ruedo y el viceversa de Darwin

Que los humanos mueran, es una costumbre que tienen todos los mortales. Que mueran en su edad mayor, dejando una obra de gran valor cultural, es el privilegio que las musas conceden a sus escogidos. Pero, que en un mismo mes, con una distancia de 6 dias, las parcas corten los hilos de 2 de las personalidades más influyentes en el ambiente cultural colombiano de mediados del siglo pasado, justo en este tiempo oscuro en el que se es anciano a los 40, cuando el fuego interior del artista ha sido sustituído por los destellos del publi-reportaje y la incapacidad creativa es disimulada con los maquillajes de los "críticos" a sobre, es un motivo como para una tragedia griega, digno del tecleo mágico-realista de Gabo o de la lente nihilista del cine neo-realista italiano. Ahora, si se quiere mirar el deceso de los mejores desde las perspectivas sociológica o politológica de Malthus y Spencer, decisivas en la construcción darwiniana de la teoría de la evolución de las especies, vemos cómo los conceptos de Transformismo ( cambio gradual de las características de las especies a lo largo del tiempo) y de Selección Natural (concebido como efecto de la variabilidad natural hereditaria de los individuos de una especie), son sustituídos por principios de rentabilidad, moda y cambio permanente. Hoy, cantante, músico o artista plástico que pretenda permanecer durante una década o más, debe satisfacer unos requisitos comerciales extra artísticos: manejo de imagen, agente que lo represente y adaptación de su agenda a las demandas de las casas disqueras y las galerías de arte. ¿Podremos esperar que cualquiera de nuestras flamantes estrellas actuales del espectáculo, pongamos por ejemplo Madona, esté activa cuando cumpla sus 75 añitos, o que cualquiera de los actuales fotógrafos (no se me ocurre nadie en particular) llegue a los 89 obturando cámaras y disparando bondad?
Pues, en Colombi
a tuvimos a Julio Bovea, quien fue el "culpable" de introducir al interior del país las letras y las melodías del vallenato, un rítmo con el que hoy se identifica la colombianidad en cualquier parte del planeta. Se inició con Guillermo Buitrago (IV/1/1920-1949) y, con la voz cantante de Alberto Fernández, su conjunto Bovea y sus Vallenatos inmortalizó los hits más grandes de los cantos de Rafael Escalona (V/26/1927-V/13/2009) a partir del año 1952, cuando grababan con el sello barranquillero Tropical (adquirido después por Discos Fuentes). A finales de los 50 viajó en gira a la Argentina, donde tuvo tan buena acogida que se estableció durante casi toda la década de los 60. "Su éxito allá fue impresionante -afirma Humberto Moreno, de Discos MTM-. Vendían millones de discos allá, en una época en la que el mercado argentino era muy grande. De diez hits al año que había en la Argentina, fácilmente tres eran de ellos". Con sus 75 años, Julio Bovea dejó este mundo el pasado 12 de septiembre, dejando para la historia musical de Colombia una producción de imprescindible conocimiento para estudiosos y compositores.
Seis dias después, el 18 de septiembre, a sus 89 años se nos fue Manuel H., un hombre bello que aunque no fue escritor ni personaje de farándula parecía, además de gozar los favores de la musa Clío, haber hecho un pacto con la imagen. Con su Rollei Flex captó pedazos de la historia de Colombia de mediados y finales del siglo XX, como la muerte del caudillo liberal Jorge Eliétcer Gaitán, la vuelta al ruedo de Gabriel García Márquez en la plaza de toros, todos los presidentes de la república y los principales protagonistas de nuestra historia capitalina. Como lo dejó escrito en su tarjeta de presentación, “Si Manuel H. no te ha retratado, entonces... ¿para qué has vivido?”. En 1945, con 25 años (nació el 14 de julio de 1920), publicó sus primeras fotos en El Diario Liberal que dirigía Alberto Lleras Camargo. Publicó fotos en la revista Estampa y fue reportero gráfico de El Espectador y de El Tiempo. Parco en el hablar, generoso en su sonrisa y desbordado en su producción (deja clasificados 176.726 negativos a color y 510.000 en blanco y negro, todos con sus respectivos contactos), aplicaba a la perfección aquella cita de Debray: La imagen es más virulenta que el escrito.
Hoy, cuando el desarrollo tecnológico le permite
a cualquier amateur tomar fotos más que aceptables con una cámara de bolsillo, terminaremos admitiendo, gracias al recuerdo amable de la figura de Manuel H. que la contundencia de una imagen está dada, más que por la máquina que la congela, por el espíritu que la construye. Gracias Maestro. La foto de la derecha fue tomada por paola Castaño, el 10-IV-2008

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