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martes, 26 de abril de 2011

Gonzalo Rojas. Volver al hueco oscuro que tanto se ha añorado

A pesar de que (o precisamente por ello) la mayoría de aprendices de plumífero pretendemos ingresar al oficio literario por el sendero aparentemente trillado de la versificación "poética"; y de que, muchas veces con las plumas (¿el teclado?) maltrechas(o), acabamos resignándonos a la triste verdad de nuestra completa incompetencia en las difíciles lides de expresar en palabras la sublimación (alquímica, psicoanalítica, emocional y estética) de nuestra relación personal con el mundo que nos puebla, es justo reconocer que existen unos cuantos bendecidos por las musas que se dan el lujo de morir de arrugas después de haber acumulado un mamotreto de versos y colmado una estantería con trofeos, diplomas, medallas y demás símbolos de reconocimiento a su trabajo. Ayer, 25 de abril, como para aprovechar los festejos del "día del idioma español", a la edad de 93 años, el poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, región del Biobío, 20 de diciembre de 1917 -Santiago de Chile, abril 25 de 2011) decidió viajar a ese lugar presuntamente oscuro y frio que tanto evocó en sus poemas. En lo personal, no me identifico con su poesía (abrumadoramente cultista y arrítmica para mi gusto); pero, por supuesto, no es este el espacio ni el momento para entrar en disquisiciones de crítica literaria y, menos aún, para pretender demeritar una obra de cuyo acervo dan fe las innumerables páginas de la red que reseñan su obra y lamentan su deceso. Pienso que un hombre que logró sobrevivir a la tragedia pinochetera sin acomodarse a la barbarie, merece por lo menos una mención póstuma.
¿A qué mentirnos?
Vivimos, gran Quevedo, vivimos tiempo que ni se detiene, ni tropieza, ni vuelve.
¿A qué mentirnos con la llama del perfume, con la noche moderna
de los cinematógrafos, antesalas terrestres del sepulcro?
Pongamos desde hoy el instrumento en nuestras manos.
Abramos con paciencia nuestro nido para que nadie nos arroje por lástima al reposo.
Cavemos cada tarde el agujero después de haber ganado nuestro pan.
Que en esa tierra hay hueco para todos: los pobres y los ricos.
Porque en la tierra hay un regalo para todos:
los débiles, los fuertes, las madres, las rameras.
Caen de bruces. Caen de cabeza o sentados.
Por donde más les pesa su persona, todos caen y caen.
Aunque el cajón sea lustroso o de cristal. Aunque las tablas
sin cepillar parezcan una cáscara rota con la semilla reventada.
Todos caen y caen, y van perdiendo el bulto en su caída,
¡hasta que son la tierra milenaria y primorosa!
Al silencio
Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.
Asma es amor
                                                    A Hilda, mi centaura
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.
Carta del suicida
Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
porque ella sale y entra como una bala loca,
y abre mis parietales y nunca cicatriza,
Así sople el verano o el invierno,
Así viva feliz sentado sobre el triunfo
y el estómago lleno, como un cóndor saciado,
Así padezca el látigo del hambre,
así me acueste
o me levante y me hunda de cabeza en el día
como una piedra bajo la corriente cambiante.
Así toque mi cítara para engañarme, así
se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,
marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
unas sobre otras hasta consumirse.
Juro que ella perdura porque ella sale y entra
como una bala loca,
me sigue a donde voy y me sirve de hada.
La concubina 
1. Éste es el diálogo último: hasta aquí
estoy oyendo el remezón de tu risotada
con emputecimiento y todo,
en la guerra
se gana o se pierde y yo perdí,
y tú perdiste igual, no hay pelitos recónditos
que suavicen el enigma: útero es útero y falo es falo, no hay
aura ni distinción, ni mucho menos Danza,
haces tu número
en la feria y te vas, todo es comercio de hombre
y de mujer, no hay pelitos recónditos y uno es todos sus animales
a la vez y por lo visto quién engaña a quién, ésta es la bestia
-tú y yo- que somos.
2. De esto se pare y se muere, la guerra es ésta,
dejemos los sentidos para ocasiones más
olorosas, el beso lo dejemos para el dialecto
delicado y
concubino, ésta es la fiereza, mi rey, acuéstese
de una vez en este hueco de placer:
de ahí saldrá más entero
3. que de adentro de su madre. Usted es un arrepentido
y un lastimado, lo que no corresponde a un rey
por mucho que haya engendrado en cuanto rey tan alta dinastía:
tres semanas de arrullo bastan, lo que le falta a usted
es cuchillo y sangre de cuchillo para cortar abajo
el tajo,
de la putrefacción a la ilusión.
Las pudibundas
Mujeres de 50 a 60 hablando en un rincón de austeridad
frenéticas contra el falo, ¡a las horas!,
cuando ya se ha ardido mucho y se ha tostado
el encanto, hirondelas, y lo frustrado
se ha vuelto arruga. Trampa,
no todo será lujuria pero qué portento
es la lujuria con su olor a
lujuria, con su fulgor
a mujer y hombre nadando
en la inmensidad de esos dos metros
crujientes con
sábanas, o sin, en un solo beso
que es pura imantación mientras afuera la Tierra dicen que gira
y ellos allí libres. Gloriosos
y gozosos, embellecidos por los excesos. Que hablen
lo que quieran de gravedad menesterosa
esas pudibundas. Ay, cuerpo, quién
fuera eternamente cuerpo.
Latín y jazz
Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong, lo reoigo
en la improvisación del cielo, vuelan los ángeles
en el latín augusto de Roma con las trompetas libérrimas, lentísimas,
en un acorde ya sin tiempo, en un zumbido
de arterias y de pétalos para irme en el torrente con las olas
que salen de esta silla, de esta mesa de tabla, de esta materia
que somos yo y mi cuerpo en el minuto de este azar
en que amarro la ventolera de estas sílabas.
Es el parto, lo abierto de lo sonoro, el resplandor
del movimiento, loco el círculo de los sentidos, lo súbito
de este aroma áspero a sangre de sacrificio: Roma
y África, la opulencia y el látigo, la fascinación
del ocio y el golpe amargo de los remos, el frenesí
y el infortunio de los imperios, vaticinio
o estertor: éste es el jazz,
el éxtasis
antes del derrumbe, Armstrong; éste es el éxtasis,
Catulo mío,
¡Tánatos!
Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación...
De “Contra la muerte”
 Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure
en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.
Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.
Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá
en el fondo.
Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.
Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.
De izq. a der: Manuel Rojas-Hernán San Martín- Pablo Neruda- Fernando Alegría y Gonzalo Rojas

Morbo y aura del mal
                    He cultivado mi histeria con placer y terror,
ahora tengo siempre vértigo, y hoy, 23 de enero de 1862,
he padecido una advertencia: he sentido revolotear sobre mí
el aire del ala de la imbecilidad. Ch. B.
Del treponema pallidum que hizo estragos en las estrellas -Nietzsche,
Hiperión
y otros pastores del abismo- habrá
diez volúmenes en la ventolera de las lenguas, con
o sin ideogramas, la versión
de los Septuaginta dice producto
del sol, concupiscencia
dice la Vulgata,
lo bueno
agrega por su parte Baudelaire es que al alma no le da sífilis,
al cerebro le da
por comercio directo con la hermosura.

viernes, 25 de marzo de 2011

Liz Taylor - Stanley Kubrick, los colores de la mirada en el cine


Desde mi pretensiosa y no muy fundamentada opinión, la Taylor no era una super actriz de esas que, digamos, influyera en la evolución del trabajo actoral (a pesar de sus cinco nominaciones a los premios oscar de La Academia, de haber obtenido dos de ellos y de haber sido reconocida como la séptima mejor estrella femenina de Los Primeros Cien Años del Cine Norteamericano por el American Film Institute en 1999); pero, dados su numerosa filmografía, la calidad del elenco que la acompañó en gran parte de ella y el célebre violeta de sus ojos, me parece inapelable el deber de reseñar su deceso este miércoles 23 de marzo de 2011 en el hospital Cedars-Sinai Medical Center de Los Angeles, California. Elizabeth Rosemond Taylor nació en Hampstead, un barrio del noroeste de Londres. Tanto su padre, un comerciante de arte, como su madre, Sara Viola Warmbrodt (una ex actriz cuyo nombre artístico era Sara Sothern) eran originarios de Arkansas City, Kansas, Estados Unidos.
Precisamente, fue doña Sara Viola quien la introdujo desde niña en el universo de los plató, las luminarias y la acción:  En 1944, a la edad de 12 años, junto con Mickey Rooney y Angela Lansbury, actores también jóvenes, se hizo famosa con la película National Velvet, que narraba las peripecias de un caballo de carreras. A sus 14 añitos rodó El coraje de Lassie y poco después una versión de Mujercitas. Su siguiente gran éxito sería El padre de la novia (1950), junto a Spencer Tracy con la dirección de Vincente Minnelli. Y desde entonces aportó su imagen a la historia del cine con películas como Un lugar en el sol (1951) con Montgomery Clift, Ivanhoe (1952) con Robert Taylor y Joan Fontaine y Gigante (1956) con James Dean y Rock Hudson. Además de recibir dos premios Óscar por Una mujer marcada (1960) y ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) alcanzó el récord, sólo igualado por Marlon Brando, de cuatro nominaciones a las estatuillas en cuatro años consecutivos:  Postulada en la categoría de Mejor Actriz por su trabajo en El árbol de la vida (1957), Cat on a Hot Tin Roof (La gata sobre el tejado de zinc, 1958, junto a Paul Newman (su interpretación la hizo acreedora a su segunda nominación al premio Óscar por Mejor Actriz y primera candidatura al galardón BAFTA como Mejor Actriz Británica); Suddenly, Last Summer (De repente el último verano, 1959, junto a Katharine Hepburn y Montgomery Clift, cinta que le proporcionaría su primer Globo de Oro y otra nominación al Óscar). Su estatus de "Estrella" quedó consolidado en 1963 cuando protagonizó Cleopatra, la película más costosa en la industria cinematográfica hasta entonces (la Taylor fue la primera actriz en cobrar la, en ese tiempo escandalosa, suma de un millón de dólares, que multiplicó por siete debido a los múltiples retrasos y contratiempos del rodaje y a las gabelas de taquilla contempladas en su contrato). Fue en el rodaje de esta película cuando conoció a Richard Burton, con quien se casaría dos veces para completar su exótica colección de siete esposos en ocho matrimonios. Chao, Liz... ¡Que te rompas una pierna!
Pero, como los dioses suelen volver al Olimpo en Primavera, este mes de marzo ha sido escogido como el vehículo oficial de, ése sí IMPRESCINDIBLE en la historia del cine arte o cine de culto, Stanley Kubrick (el Bronx de Nueva York, Estados Unidos, 26 de julio de 1928 – Harpenden, Hertfordshire, Reino Unido, 7 de marzo de 1999). Ahora, a doce años de su partida, resignados a ver cómo degenera el concepto fundacional del cine como Séptimo Arte por el del cine industria, quizá resulte útil rendirle un modesto tributo a la memoria de quien, a mi parecer, es uno de los Directores más determinantes de la historia del cine, al lado de Orson Welles, Andrei TarkovskiSergéi Eizenshtéin,  Akira Kurosawa, la Nueva Ola francesa, el Neorrealismo italiano, el Nuevo Cine Alemán y Dogma 95; de todos los cuales pareció haber tomado elementos del simbolismo, la coreografía, el encuadre, la composición, la narrativa, el montaje y el manejo de los tiempos (en alguna de sus entrevistas aludió a Max Ophüls y Sergéi Eisenstein como sus dos referencias cinematográficas más influyentes, el primero por su trabajo con la cámara y el segundo por su técnica de montaje). Aunque es posible que, más que a todos aquellos, hubiese debido la magistralidad de su arte a la práctica de sus tres disciplinas favoritas:  la fotografía, que practicaba desde niño con una cámara réflex, regalo de sus padres y gracias a la cual pudo trabajar para la revista Look, donde se labró una reputación profesional haciendo reportajes fotográficos a importantes estrellas del momento; la música en general, el jazz en particular (llegó a tocar la batería en la Taft Swing Band) que le permitió a lo largo de toda su carrera decidir todos los aspectos relacionados con la banda sonora de sus películas, hasta el punto de llegar a prescindir de compositor para seleccionar piezas de música clásica, como en 2001: Odisea del espacio,  en la cual sustituyó en el último momento la banda sonora original de Alex North  por la versión clásica de Así habló Zarathustra de Richard Strauss; y el ajedrez que agudizó su percepción de la totalidad y fortaleció su capacidad de análisis de los detalles; gracias a su práctica subsistió durante un inestable período de su vida y se lo reconoció homenajeándolo en algunas de sus películas (Atraco perfecto o 2001: Odisea del espacio) Si se juzga su maestría por la cantidad de películas realizadas, quizá no salga bien librado ("sólo" trece películas); pero, si se tiene el privilegio de apreciar su trabajo en películas como 2001- Odisea del espacio, La naranja mecánica, El resplandor, Lolita, Full Metal Jacket y Dr. Strangelove, sólo se puede exclamar un estruendoso ¡Ufff! 
Finalmente, de las pocas figuras vinculadas a la farándula colombiana que se hayan ganado el aprecio popular y el respeto general por el innegable valor de su trabajo incansable en pro de La cultura, Doña GLORIA VALENCIA DE CASTAÑO, junto con su amante esposo Don Alvaro Castaño Castillo, ocupa un lugar destacado en el sentimiento de todos los colombianos. Ayer 24 de marzo, precisamente en el Dia del Locutor, se nos fue y desde ya nos está haciendo falta. Gracias Doña Gloria, por todo lo que nos brindó.

miércoles, 12 de enero de 2011

María Elena Walsh- Alguién te rescatará para ir cantando...


CComo todos los Años Nuevos, este 2011 también inició sacudiendo el desván. Esta vez comenzó por el sector músico-literario: María Elena Walsh (Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina, 1 de febrero de 1930 – Buenos Aires, 10 de enero de 2011), música y escritora que vivió a besos y mordiscos el destino de sombra con que la signó el negro fantasma de Juan Ramón Jiménez, entre la pléyade artística y creadora de los años 60 y 70 (el Boom, Borges, Cortázar, Violeta, Alfonsina, Atahualpa, Cafrune, Mercedes, Sylvia Plath...) De su vida y extensa bibliografía se consigue abundante información en la wiki y, por supuesto entre sus paisanos blogueros, que no escatiman superlativos para su persona y su obra. Así que me conformaré con reproducir algunas de sus estrofas, como para hacernos una idea de la (una vez más, y sin eufemismos) irreparable pérdida para las letras y el arte latinoamericanos.
EL REINO DEL REVÉS
Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.
Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.
Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.
Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pekinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.
Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1.530 chimpancés
que si miras no los ves.
Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempies
van montados al palacio del marqués
en caballos de ajedrez.
Vamos a ver como es
el Reino del Revés.
EL 45
Te acordás hermana qué tiempos aquellos,
la vida nos daba la misma lección.
En la primavera del 45
tenias quince años lo mismo que yo.
Te acordás hermana de aquellos cadetes,
del primer bolero y el té en El Galeón
cuando los domingos la lluvia traía
la voz de Bing Crosby y un verso de amor.
Te acordás de la Plaza de Mayo
cuando «el que te dije» salía al balcón.
Tanto cambió todo que el sol de la infancia
de golpe y porrazo se nos alunó. 
Te acordás hermana qué tiempos de seca
cuando un pobre peso daba un estirón
y al pagarnos toda una edad de rabonas
valia más vida que un millón de hoy.
Te acordás hermana que desde muy lejos
un olor a espanto nos enloqueció:
era de Hiroshima donde tantas chicas
tenían quince años como vos y yo.
Te acordás que más tarde la vida
vino en tacos altos y nos separó.
Ya no compartimos el mismo tranvía,
sólo nos reúne la buena de Dios.
COMO LA CIGARRA
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aqui
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
SERENATA PARA LA TIERRA DE UNO
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
REQUIEM DE MADRE
Aquí yace una pobre mujer
que se murió de cansada.
En su vida no pudo tener
jamás las manos cruzadas.
De este valle de trapo y jabón
me voy como he venido,
sin más suerte que la obligación,
más pago que el olvido.
Aleluya, me mudo a un hogar
donde nada se vuelve a ensuciar.
Nadie me pedirá de comer
en mi última morada
no tendré que planchar ni coser
como condenada.
Cantan ángeles alrededor
de la eterna fregona
y le cambian el repasador
por una corona.
No lloréis a esta pobre mujer
porque se encamina
a un hogar donde no hay que barrer,
donde no hay cocina.
Aleluya esta pobre mujer
bienaventurada,
ya no tiene más nada que hacer
y ya no hace nada.
CANCION DE CUNA PARA GOBERNANTE
Duerme tranquilamente que viene un sable
a vigilar tu sueño de gobernante.
América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.
Duerme mientras arriba lloran las aves
y el lucero trabaja para la cárcel.
Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie,
parece que no quieren que tú descanses.
Rozan con penas chicas tu sueño grande.
Cuando no piden casas pretenden panes.
Gritan junto a tu cuna.
No te levantes aunque su grito diga:
"Oíd, mortales".
Duérmete oficialmente, sin preocuparte,
que sólo algunas piedras son responsables.
Que ya te están velando los estudiantes
y los lirios del campo no tienen hambre.
Y el lucero trabaja para la cárcel.

viernes, 29 de octubre de 2010

Fernando Garavito QPD: Haciendo gala del humor negro hasta sus últimas consecuencias

Ya ni sé por donde comenzar a escribir... Tal vez deba retomar y hacer mía la rima LX de Bécquer:  "Mi vida es un erial,/ flor que toco se deshoja;/ que en mi camino fatal/ alguien va sembrando el mal/ para que yo lo recoja". Todo me hace sospechar que desde el momento de mi nacimiento un Hado ebrio me designó como acompañantes por este breve paseo a un ángel bromista y un duende perverso. Entrambos la han emprendido contra mis decisiones. A golpes de coincidencias han hecho de mí un Habacuc veintiunsiglero que anticipa acontecimientos o los ve déjàvusarse ante sus atolondrados ojos... En fin, que para no explayarme en lamentaciones cuasi metafisiqueras, quiero referir aquí, más con rabia que con dolor, la bromita, muy de su estilo que acaba de hacerle Fernando Garavito Pardo, El Señor de las Moscas o Juan Mosca, a quien, precisamente, por ésos, sus alias de combate literario, y por ese, su lenguaje iconoclástico con que se burlaba de los momentos fatales, lo había seleccionado para su entrada del 31 de octubre y primero de noviembre en este blog (En Colombia la noche de brujas y el día de muertos se confunden en una sola celebración que, a final de cuentas, tiene más sabor a golosina infantil que a conciencia ritual sobre los avatares de la vida y la muerte y a mí me sigue pareciendo que el Profesor Fernando Garavito conocía la fórmula exacta y administraba los ingredientes precisos para una pócima literaria con tales características). 
La medida de su sazón mamagallista se puede deducir a partir de los títulos de sus publicaciones: Dos libros de poemas: ‘Ja’ (1976), considerado uno de los puntos de ruptura de la nueva poesía en Colombia, e Ilusiones y erecciones (1989). A pesar de su fiasco editorial con el número monográfico Agujeros en las medias (1982), la revista de poesía Golpe de Dados le rindió  un homenaje a su trabajo literario en febrero del  2000 con la edición de un número especial bajo el titulo de Son Neto. 
Y, para comprender su compromiso visceral con la cultura, baste saber que fue esposo de María Mercedes Carranza (con quien parió a Melibea), que en 1970 ideó y puso en marcha el Tren de la Cultura, un museo montado sobre seis vagones de ferrocarril que recorrió el país entero durante cuatro años siendo visitado por seis millones de personas y recomendado por la Unesco como programa cultural para el Tercer Mundo; que entre 1974–75 fundó y dirigió Estravagario, la revista cultural del periódico El Pueblo, de Cali, punto de encuentro y de-partida de los escritores colombianos de la década de los 70; que durante años fue redactor, editor, director y comentarista editorial de El Tiempo, El Espectador y la revista Cambio, y que su erudita, polémica e inteligente columna El señor de las moscas, que durante cuatro años (1998-2002) publicaba semanalmente en El Espectador, fue una de las más leídas en Colombia. En 1993 escribió El corazón de oro, que fue considerada un ejemplo importante de periodismo literario; su columna semanal en The Santa Fe New Mexican recibió el “E. H. Shaffer Award – First Place” otorgado por la New México Press Asociation como “mejor columna en español” del año 2006-2007. Su libro Praxis and Ambigüity of the Enemy recibió el New México Books Award, otorgado por la Asociación de Libreros, como “Best Political Book” en el año 2007. Sus principales trabajos periodísticos se han recogido en seis volúmenes: Reportajes de Juan Mosca (1983), Bogotá, ayer, hoy y mañana (1986), El corazón de oro (1992), País que duele (1995), El vuelo de las moscas (2003), Para militar para paramilitares (2006) y Praxis and Ambiguity of the Enemy (Práctica y ambigüedad del enemigo), que publicó la Universidad de Oklahoma en el 2007. En abril de ese año,  Ediciones B (filial en Colombia de Vergara Editores) incluyó en su fondo editorial Banquete de Cronos, una antología de su trabajo literario. Además es autor de una antología sobre la obra de León de Greiff, coautor de dos antologías de poesía colombiana y autor de una biografía de Eduardo Umaña Luna “maestro de maestros” en Colombia.
Fernando, a quien las muertes de sus esposas y el resentimiento de sus denunciados no lograron encoger su cuniculica risa, miraba transcurrir sus dias forjando espacios de conocimiento y propuestas de cambio a la podredumbre de la moscarria. Su artículo publicado en la revista Código del periódico El Espectador ¿Por qué los autores del desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe Vélez?, ‘motivó’ el cierre de sus dos columnas de opinión en El Espectador: El señor de las moscas y Al desayuno.  
Pero, la gota que rebosó la taza de los odios del régimen fue Álvaro Uribe, El señor de las sombras, una investigación escrita y publicada por el periodista Joseph Contreras de la Harvard University con la asistencia de Fernando Garavito, la cual, obviamente, desencadenó las consecuencias esperadas: amenazas, persecuciones, anónimos… hasta que tuvo que exiliarse en Estados Unidos con Priscilla Welton su segunda esposa  y Fernando y Manuela, los hijos de esa unión. Allí se desempeñó como maestro de kindergarten en una de las escuelas públicas de Santa Fe, Nuevo México durante tres años (aparte de las primeras letras, sus alumnos de cinco y seis años aprendieron con él sistemas para afirmarse en el proceso cultural y quizás hayan contemplado desde una perspectiva limpia y diáfana las implicancias del humanismo del siglo 21). Del año 2003 al 2005 fue becario de Cities of Asylum, la organización mundial de protección a los escritores y la libertad de pensamiento. Además, alcanzó a recibir algunos reconocimientos por sus libros  ‘Ja’, Reportajes de Juan Mosca, País que duele y El corazón de Oro, así como el Premio de Periodismo Simón Bolívar en Crónica y Reportaje en el año 2001 por su investigación sobre la barbarie del Palacio de Justicia; en 2006 recibió, junto a otros cinco periodistas, el prestigioso Cultural Freedom Award que le otorgó la Lannan Foundation “por su trabajo a favor de la democracia y de la libertad y del respeto a los derechos humanos”; su columna semanal en The Santa Fe New Mexican recibió el “E. H. Shaffer Award – First Place” otorgado por la New México Press Asociation como “mejor columna en español” del año 2006-2007, y su libro Praxis and Ambigüity of the Enemy recibió el New México Books Award, otorgado por la Asociación de Libreros, como “Best Political Book” en el año 2007. Por último, fue diplomático en Berna y Lisboa  y profesor de tiempo completo de la Universidad del Rosario de Bogotá (Estilos argumentativos y Mediología - Facultad de Relaciones Internacionales 1999-2002), donde los alumnos lo calificaron con el único título del que se sentía orgulloso: el de Mejor Maestro Universitario; y de medio tiempo en las universidades de los Andes (Entrevista y Reportaje - Postgrado de Periodismo) y Javeriana (Literatura del Siglo de Oro- Departamento de Literatura). Como siempre, la ironía: regresó a la Universidad, en este caso la de Nuevo México, como alumno en la maestría de Literatura Española y maestro asistente de Español en el Departamento de Español y Portugués de ese instituto. Fue en esa ciudad donde ayer, 28 de octubre, murió de carro (como Gonzalo Arango y como Raúl Gómez Jattin, con quienes  tanto tenía en común). Lo despediremos con esta auto-pintura de su muerte, advirtiendo que dentro de dos entradas postearé el texto que estaba preparando, porque ni las rabietas de la Huesuda van a poder censurar lo que ya tenía etiquetado en mi laboratorio)
“Este es el recuerdo de mi muerte: el asombro se apodera de mí, crece por dentro, la espalda se contrae y en mi cara el rictus del placer da paso al pánico, sabía de este instante, lo deseo, una sola pregunta obsesiva me golpea, detallo los detalles, mi mirada va de la barba del asesino a su pistola, al dedo sobre el gatillo, a la amenaza, siento pánico bajo los brazos, en las rodillas el asombro, aún ignoro qué hacer con las manos, un gesto congelado se apodera de ellas pero espero salvarme, este mismo temblor sube a mis labios, pienso Dios, el miedo me pone junto a Él en su paraíso, la ira se agolpa en mi memoria, estoy suspenso, ha pasado un segundo cuando suena el disparo, soy un desecho, una piltrafa, el desperdicio que siempre creí ser, con mirada de vidrio”. (Fernando Garavito, El Banquete de Cronos, 2007).  {recomiendo su diccionario}

lunes, 4 de octubre de 2010

Arthur Penn, uno de los directores más influyentes del siglo XX, falleció a finales de septiembre

El pasado 29 de noviembre, el Séptimo Arte perdió a Arthur Hiller Penn (Filadelfia, Pensilvania, EE. UU., 27 de septiembre de 1922 - Manhattan, Nueva York, 28 de septiembre de 2010 -por insuficiencia cardiaca). Metódico hasta en las fechas de nacimiento y muerte, Penn cerró su ciclo creativo en el medio televisivo, donde lo había iniciado, y en el cual había logrado una candidatura al Emmy por Playhouse 90 -1956-). Fue uno de los directores y productores de mayor influyencia en los planteamientos socio-políticos, el aprovechamiento del casting y el tratamiento de la imagen en el cine del siglo XX.  A lo largo de su extensa carrera se registran éxitos desde su paso por Broadway como director de las obras de teatro The Miracle Worker (conocida como El milagro de Ana Sullivan) y All the Way Home (ambas obras ganadoras del premio Tony), hasta su ingreso al mundo del cine, a finales de los 50, con el western The Left Handed Gun (1958), protagonizado por Paul Newman. Actuar bajo su guía era garantía de éxito y reconocimiento para sus intérpretes: Anne Bancroft, Patty Duke, Estelle Parsons, Warren Beatty, Faye Dunaway, Gene Hackman, Michael J. Pollard y Chief Dan George consiguieron una candidatura al Oscar (Por The Miracle, Ann Bancroft como actriz principal y Pat. Duke como actriz de reparto, precisamente las dos actrices que interpretaron esta obra en Broadway, y Estelle Parsons la obtuvieron). Él mismo fue tres veces candidato al Oscar al mejor director por The Miracle Worker (1962), Bonnie and Clyde (1967, con Warren Beatty y Faye Dunaway) y Alice's Restaurant. También obtuvo una nominación al Globo de Oro como mejor director por Bonnie and Clyde. La cadena de éxitos continuó con The Chase (1966), en la que dirigió a Marlon Brando, Robert Redford y Jane Fonda. Little Big Man (1970), su película más costosa, con Dustin Hoffman y Faye Dunaway en la cual tomaba como pretexto la narración de la conquista del Oeste desde una óptica diferente a la habitual (los indios eran los buenos) para criticar la actuación del Ejército de los Estados Unidos y al 7º Regimiento de Caballería que entonces combatían en la Guerra de Vietnam, y Night Moves (1975), con Gene Hackman y Melanie Griffith.
En 1973, dirigió algunas escenas del film de los Juegos Olímpicos de Múnich Visions of Eight junto a John Schlesinger, Claude Lelouch, Kon Ichikawa y Miloš Forman. Sus últimas obras estrenadas en cines fueron Dead of Winter (1987), con Mary Steenburgen, y Penn & Teller Get Killed (1989). Desde finales de la década de 1980, Penn había dirigido sus pasos a la televisión, donde realizó el telefilm El Retrato (1993), con Gregory Peck y Lauren Bacall y participó en la producción de la serie Ley y Orden (estrenada el 13 de septiembre de 1990 por la NBC ésta es, después de Los Simpson, la serie más veterana en emisión, con 20 temporadas en 2010) 
Escrita por Robert Benton y David Newman, e inspirada en las películas europeas de arte y ensayo de la década de 1960, Bonnie and Clyde era una película predestinada para los directores franceses; pero, ante la negativa de Francois Truffaut y de Jean Luc-Godard, y para satisfacer los ruegos de Beatty, Penn aceptó dirigir la cinta que narraba una huida fatal protagonizada por unos criminales inolvidables (Warren Beatty y Faye Dunaway) , una obra de culto que logró un tremendo impacto en EE.UU.  Y, a partir de esa determinación, el cine cambió definitivamente su concepción esteticista de la "crudeza de las escenas", hasta el punto en que obras de otros directores, como Easy Rider, Taxi Driver o, incluso, The Godfather, emularon el modelo. En el documental A Personal Journey With Martin Scorsese Through American Movies, el propio director confesó las razones de su preferencia por las imágenes vívidas "Pensé que si íbamos a mostrar la violencia, realmente debíamos mostrarla como tal", "Debemos mostrar cómo es cuando alguien recibe un tiro". Rápidamente Bonnie and Clyde se convirtió en todo un himno liberal, rebelde y anti-sistema que hizo mella en aquella época. "Son jóvenes, están enamorados... y matan a gente" era el eslogan promocional de la cinta. La escena final de la muerte de la pareja es una de las más recordadas del cine. 
Adenda: Hoy hace un año se nos fue La Negra, Mercedes Sosa. La seguimos recordando.

sábado, 25 de septiembre de 2010

"José Antonio Labordeta Subías: nos haces una falta sin fondo" OBITUARIO: IN MEMÓRIAM

El cantautor, político y escritor José Antonio Labordeta Subías (Zaragoza, 10 de marzo de 1935 -19 de septiembre de 2010) ha tenido el mal gusto de salir por la puerta trasera del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, la capital aragonesa, hacia la 1:00 de la madrugada del 19 de septiembre de 2010 a la edad de 75 años y tras un largo padecimiento del maldito cáncer de próstata que parece ensañarse con los mejores, según el informe de la Chunta Aragonesista (CHA), partido por el que fue diputado en el Congreso durante dos legislaturas. El último acto público que protagonizó ocurrió el 6 de septiembre, cuando recibió en su casa a Carme Chacón y Ángel Gabilondo, ministros de Defensa y Educación, respectivamente, quienes le entregaron la Gran Cruz de la Orden Civil Alfonso X El Sabio concedida por el Gobierno de España, que también le otorgó la Medalla al Trabajo, en "reconocimiento a su sabiduría, su pasión, sus convicciones y su defensa de la libertad y del pueblo". Rendirle el homenaje debido a un Señor de su calibre, no puede ser tarea de un bloguero anónimo y modesto; así que, para evitar las coces, me desmonto por las orejas y pego el sentido OBITUARIO: IN MEMÓRIAM que Máximo Díaz-Cano del Rey, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha publicara en El Paiscom el 19 de este entristecido mes. (las negrillas son mías) 
"... Y caminamos. / Aunque se hizo el silencio / y no viniste, seguimos caminando. / Atruena la ciudad. / Los verduleros -sus voces tan hirientes / ya no hieren- bajo tu ventanal / suavizan a desgarros la mañana. / Atruena la ciudad / y en tu silencio, tu nombre lo ha evocado / un joven escritor / de menos de mil años / al preguntar por dónde te has marchado. / El resto, / los señores de alegres corbatines, / se agobian de queridas y de acciones / y tú te quedas / solo. / ...". Estos son unos versos del poema que José Antonio Labordeta escribe a su hermano Miguel, a la pérdida del gran poeta Miguel Labordeta. Poema que a su vez él toma de César Vallejo y que da título a este: Nos haces una falta sin fondo.
Y esto es lo que nos pasa a los que hemos tenido la gran suerte de conocer, de disfrutar de José Antonio Labordeta: que cuando se ha ido sentimos que "nos hace una falta sin fondo". Porque hay personas, pocas, a las que el tiempo y la vida van esculpiendo, como el viento y el agua esculpen la roca, de tal forma que las hace únicas -todos lo somos- e imprescindibles -muy pocos lo son-. Cómo no va a ser imprescindible alguien que ha cantado: "Habrá un día / en que todos / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad /..."; cómo no nos va a hacer "una falta sin fondo" el que ha escrito: "Somos / como esos viejos árboles / batidos por el viento / que azotan desde el mar..." o, acaso, podemos pensar que no es necesario e insustituible el que manda a la mierda o llama gilipollas con tal naturalidad que ni molesta a los intolerantes que no quieren escuchar otras ideas, otras razones, convirtiéndose a partir de ese instante en la voz de cientos de miles de ciudadanos que hubiesen querido expresar ellos mismos esos sentimientos: pocas veces la representación se ha ejercido de una manera tan exacta, tan directa.
Recuerdo como una experiencia impagable, una velada poético-político-gastronómica con Labordeta, a la que tuvimos la fortuna de asistir José María Barreda, Clementina Díez de Baldeón, José Antonio Griñán, Mercedes Gallizo y yo. El pretexto que nos convocaba, aparte de cenar, hablar y reír, era leer cada uno el poema que en opinión de cada cual era el mejor jamás escrito, por el motivo que fuera, por la razón que cada uno estimase. Allí, a través de lecturas apasionadas, aparecieron Vallejo, Gil de Biedma, Cernuda y... Miguel Labordeta. José Antonio leyó un poema de su hermano. Nos sorprendió y nos descubrió, al menos a mí, a un poeta importante. Y cuando la noche transcurría entre conversaciones, risas, poemas y ocurrencias, alguien dijo: "Oye, José Antonio, por qué no cantas algo". Y acompañándose del golpeo de su mano sobre la mesa empezó a cantar. Creo que a todos, pero a mí desde luego, nos recorrió un escalofrío por la espalda, nos embargó una emoción tan intensa como esa que es capaz de llenarte los ojos de lágrimas o de erizarte la piel: "Habrá un día / en que todos / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad...". Soy un hombre con suerte. La vida me ha permitido conocer a gente interesante, he podido disfrutar de buenas conversaciones con personas con las que ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar. Pero de las mejores experiencias que la vida me ha permitido vivir está, sin duda, la de haber podido conocer, hablar y compartir oposición parlamentaria con José Antonio Labordeta. Él, un beduino en el Congreso, y yo, ahora, siento que nos hace una falta sin fondo". 
CANTO A LA LIBERTAD - José Antonio Labordeta
Habrá un día en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad. 
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad. 
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad. 
Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad. 
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser. 
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Joan Manuel Serrat, el Sin Adjetivos Suficientes, en la visita final

lunes, 30 de agosto de 2010

Jairo Anibal Niño ¿Y ahora, sin su compañía, cómo soñarán los niños?

"Usted, que es una persona adulta - y por lo tanto- sensata, madura, razonable, con una gran experiencia y que sabe muchas cosas, ¿qué quiere ser cuando sea niño?"
Maestro, me había derramado en prosa disertando sobre la trascendencia literaria de su obra y otras bellezas; pero... por alguna fantasmagórica razón de aquellas en que Usted tan vergonzantemente creía, se me trabó el ordenador... tuve que reiniciarlo... y .... SE ME BORRÓ TODO LO ESCRITO. Yo, que como Usted, alego no ser supersticioso, creo haber captado su mensaje y, entonces sólo me limitaré a reseñar la fecha de hoy, agosto 30 de 2010 como el dia en que su mercé decidió comprobar las posibles existencias del otro lado del espejo. Antes déjeme contar que Usted nació  en Moniquirá, departamento de Boyacá en 1941. Bueno, y contaré un poquito, así como quien no quiere la cosa, algo de sus libros y los premios que le reportaron. Así, sin lírica pues, para que no se disguste, Maestro. En sus comienzos se dedica a la pintura en el grupo La Mancha, pero la actuación, la dirección escénica y la dramaturgia lo rescatan para la producción literaria. Para el género escénico escribe en 1966 El monte Calvo, con la que obtiene ese año el I premio en el I Festival Nacional de Teatro Universitario y en 1967 el premio al Mejor Espectáculo Libre del V Festival Mundial de Teatro de Nancy (Francia). En 1969 escribe El baile de los arzobispos o Las bodas de lata y posteriormente El sol subterráneo, Los inquilinos de la ira y El golpe de estado que le otorgaron reconocimientos en el concurso de autores de Telecom y de la Presidencia de la República de Colombia. En 1980, su guión Efraín González gana el I Premio en el Concurso Nacional de Guiones Cinematográficos, convocado por Focine. Tres años antes, en 1977 se faja el libro de relatos breves Puro Pueblo (culpable único y absoluto de mi pasión obsesiva por ese género); un estilo que intenta conservar con Toda la vida (1979) pero del que se olvida para incursionar con éxito en una forma narrativa que los comerciantes de la industria editorial le etiquetaron como "literatura infantil", a pesar de sus sabias y justas protestas de que «la literatura infantil no existe porque existiría la senil o de cualquier otro tipo». Pero; qué le vamos a hacer, Maestro, esa fue una batalla que Usted y muchos otros perdimos; al fin y al cabo, su libro Zoro lo hizo ganador del primer Premio Nacional de Literatura infantil Enka de 1977. En 1986 publica el poemario de amor desde una perspectiva de niños La alegría de querer, por el cual obtiene en La Habana (Cuba)  el Premio Misael Valentino. En 1990 recibe en México el Premio Iberoamericano Chamán; en1991 publica el libro de poemas Safari en el rostro y Razgo, Indo y Saz  y en 1992 su libro Preguntario es exaltado a la Lista de Honor de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY) con sede en Suiza. Un año después, en España, le es otorgado el premio Cuchilo Canario de Narración y en 1996, en México, obtiene el Premio Caracol al Mérito, otorgado por la Asociación Mexicana de Narradores. Sus libros “Dalia y Zazir” y “De las alas caracoli” han tenido una importante acogida entre los lectores, que ya somos legión. En fin, para no abrumarlo, Maestro, déjeme despedirlo con esta pequeña muestra de su producción; digo, para que los lectores entiendan la magnitud del vacío que su mutis va a dejar en el proscenio.
¿CÓMO SE PASA AL OTRO LADO DEL ESPEJO?
Para pasar al otro lado del espejo, se necesita del valor temerario de un niño de siete años, de su facultad para convertir el azul en quetzal y la nube en garza. El sabe que tiene que ascender por la vertiente más peligrosa del espejo, trepar cuidadosamente para no tropezar con el brillo, afianzar con firmeza el pie para evitar hundirse en la garganta de los reflejos, y eludir el encuentro cegador con los ojos de su doble. Entonces llegará a la cúspide y pasará al resplandor del otro lado, descendiendo por la parte oscura de la luna.
Por ti
Por ti,
me he convertido en
d e l i n c u e n t e ,
en un ratero,
en un amigo de lo ajeno
que será perseguido
por todos,
incluyendo al policía
de la esquina,
al profesor de moral
y al prefecto de disciplina.
Por ti,
ayer en la tarde,
me convertí en un ladrón
de flores.
Tu cabello es una banda de chupaflores,
tu cara es un espejo mágico,
tu sonrisa es un gol olímpico,
tu mirada es un 5 en álgebra,
tus manos son un par de mariposas,
tus pies dos caballitos blancos.
Serías perfecta si tu corazón no fuera de piedra.
—¿Me haces un favor? 
—¿Qué clase de favor?
—¿Quieres tenerme mis avioncitos durante todo el recreo? 
—¿Durante todo el recreo?
—Sí, es que tú eres mi cielo.

miércoles, 30 de junio de 2010

Alberto Duque López (1936-2010) QPD

Alberto Duque López (barranquillero a pesar de sus apellidos cachacos), se anticipó este 27 de junio a su cita con los replicantes en la Caja Caleidoscópica de la eternidad, para descubrir si es cierto que "los androides sueñan con ovejas eléctricas". Era corriente encontrárselo a la entrada o a la salida de las salas de cine, extendiendo su cordial ¡Hola, tigre!, que era como su código de cofraternidad con esa parvada de quirópteros que, como en un ritual religioso, nos le atravesábamos en la Cinemateca Distrital de Bogotá o el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional; o en el Teatro Heredia de Cartagena, o en el TEC de Calí, o en el Pablo Tobón Uribe de Medellín, o en Los Fundadores de Manizales... Aunque le incomodaba la etiqueta de "crítico", reseñó a manera de amenas entrevistas, agudos reportajes y muy fundamentados comentarios el acontecer cinematográfico nacional, latinoamericano y planetario. Miraba el proceso evolutivo del cine latinoamericano con cierto tinte nostálgico (que más parecía un rasgo de su carácter bonachón y soñador) y se regodeaba en el recuerdo de lo que fue el Nuevo Cine Latinoamericano de los años setenta y los ochenta. Afirmaba que el "nuevo nuevo cine latinoamericano" soporta una etiqueta local que le rompe los nexos identitarios con las parcelas culturales de la región, y daba como ejemplo el énfasis temático de la actual cinematografía colombiana (el narcotráfico) y la realizada en Argentina (problemas sociales y familiares), por dar dos ejemplos. “Las condiciones políticas, sociales, culturales y económicas son muy diferentes. Lo que se llamó Nuevo Cine Latinoamericano fue el resultado de una serie de circunstancias que provocó el surgimiento de un grupo de realizadores, Littin, Sanjinés, Marta Rodríguez, Leonardo Favio, Torre Nilson, Gutiérrez Alea y Solás, (Ripstein, en su primera etapa con Cazals y Alcoriza, entre otros) que trabajaba con pocos recursos, apoyado por grandes escritores y actores que comenzaban sus carreras, de todo lo cual salían películas frescas, agresivas, llenas de humor y rabia que sirvieron para que los espectadores entendieran mejor lo que ocurría en sus respectivos países". La influencia literaria de los bohemios del Grupo de Barranquilla, particularmente de Alvaro Cepeda Samudio, de quien fue su amigo, se nota en la insuperable belleza poética de los títulos de sus novelas: Nueva historia de Mateo el Flautista: según la versión de su hermano Juan Sebastián y las memorias de Ana Magdalena. (Premio Esso de Novela en 1968) Bogotá: Ediciones Lerner, 1968., Mi revólver es mas largo que el tuyo. Bogotá: Colcultura, 1977. El pez en el espejo. Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, 1984., Alejandra. Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, 1988, Muriel, mi amor. Bogotá: Intermedio Editores, 1995 y Marlon Brando: escándalo y mito (Ensayo). Bogotá: Editorial Panamericana, 2004. El maestro Alberto alcanzó a recibir el Premio de Periodismo Simón Bolívar y varios India Catalina del Festival de Cine de Cartagena por cortometrajes de los que fue realizador. 
El periodista Ricardo Rondón Ch. publica en el periódico El Espacio (Bogotá, junio 29) la siguiente entrevista: 
-Te la has pasado casi toda la vida metido en las salas de cine: ¿no te da pena, Alberto?
-"Al contrario, me hizo falta más tiempo".
-Dicen que en una época te llevaban la comida al teatro. ¿Eso es cierto?
-"Todavía lo siguen haciendo".
-¿Y se hace buena digestión?
-"No, por eso siempre tengo pesadillas terroríficas".
-¿Por qué esa pasión enfermiza por el cine?
-"Porque es en la oscuridad es donde vivo mi verdadera realidad".
-Te imagino impúber, en el cine ‘Astral’, de Barranquilla, de pantalón corto, bien sentado, y lelo en las imágenes de ‘Lo que el viento se llevó.
-"Y también con las imágenes de las películas de vaqueros, con John Wayne".
-¿Te pasaste por mayor de edad para profanar el terreno de las películas prohibidas?
-"Sí, en un salón llamado ‘Rex’, que ya no existe, donde iba muy a menudo a ver películas francesas y suecas de alto calibre, que acababa sin entender".
-¿Cuál era el actor que más te emocionaba?
-"Humphrey Bogart en ‘El halcón maltés’ y ‘Casablanca’. No he podido olvidar su sombrero y su eterno cigarrillo".
-¿Y de ellas, de esos amores ilusos que le quedan a uno de por vida?
-"La cabellera de Ingrid Bergman y los senos de Sofía Loren".
-¿Y qué me dices de Rita Hayworth?
-"La cachetada que le dio Gleen Ford, todavía me está doliendo".
-¿Quién te enseñó a interpretar el cine?
-"Tuve el mejor maestro: Álvaro Cepeda Samudio, director del Diario del Caribe, donde yo trabajaba".
-¿Cómo te hiciste periodista?
-"Por pura intuición, haciendo turnos hasta las cuatro de la mañana. Era la época del ‘plomo’, es decir, del linotipo".
-¿Qué se hicieron tus amores cinematográficos?
-"Todas se casaron y muy bien casadas".
-¿No será que se aburrieron de tanto ir a cine?
-"Puede ser...".
-¿Cómo definir ese silencio casi sepulcral previo a una película?
-"Es como si uno estuviera en el infierno, si es que de todos modos le va a tocar".
-¿Y ese ruido como de vapor de los viejos proyectores?
-"Es inolvidable, forma parte de ese ritual nostálgico que nada lo puede reemplazar".
-¿Cuál es la salita de cine más triste que conoces?
-"Había una en Barranquilla donde una novia y yo nos metíamos para ver cualquier cosa y salir después absolutamente agotados...".
-¿Qué te ha dejado el cine?-"Si el cine no existiera, yo no estaría vivo".
-¿Por qué evitas el calificativo de crítico de cine?
-"Porque nunca lo he sido, ni lo seré. Apenas soy un fanático que trata de ver todas las películas que puede, pero sin autoridad para indicarle a los demás lo que pueden ver o no ver".
-¿Cómo es que te has acostumbrado a tanta oscuridad?
-"Es que cuando estoy en la vida cotidiana es como si fuera un pez fuera del agua".
-Pasemos a tu piscina literaria: ¿cuál es la más querida de todas tus novelas?
-"‘Alejandra’, porque es la mejor escrita y la que trabajé por única vez en mi vida en circunstancias seguras. Es decir, con un cheque al portador de una beca que me gané en la universidad de Iowa, en 1985".
-¿Cuál es la clave de tu titulación?
-"La elección del título es todo un ritual: jamás comienzo a leer un libro sin saber cómo se llamará".
-¿El título te da la historia?
-"Efectivamente, y en el solo título puedo invertir hasta cinco años".
-¿Sigues amando a ‘La Maga’ de ‘Rayuela’?
-"Claro, ese es un amor más allá de la muerte".
-¿Cuál es ese autor que por más devoción no has podido acabar de comprender y mucho menos de leer?
-"Ernest Hemnigway, es una interminable pelea casada con sus historias".
 -¿Y la película más bella que has visto?
 -"Una película francesa: ‘El samurai’, con Alain Delon".
-Tú que los has tenido de cerca: ¿cuál es el más encantador (a) de las luminarias del cine?
-"Pedro Almodóvar, por su sentido del humor, por su paciencia, y también porque pertenece a esa estirpe de hombres que nunca se dan por vencidos".
-¿Y el más crudo, el más parco?
-"Brian de Palma, el director: es un témpano, inaccesible y distante"
-¿Cómo te pareció Jodie Foster?
-"Muy próxima y cálida: como si la hubiera conocido de antes".
-¿Y Schwarzenegger?-"Muy humorístico".
-¿Te enamoraste de Julia Roberts?
-"Absolutamente"
-¿Por qué nunca te tomas un trago?
-"Porque me entran atravesados. Tolero los amigos que beben y puedo departir una noche con ellos sin beber una sola copa".
-¿El cine engorda?
-"Yo soy una prueba viviente".
-¿Cómo son tus sueños?
-"Casi siempre sobre el día que acaba de pasar".
-¿Tu gran pesadilla?
-"Llegar tarde a una película que estoy ansioso de ver y que me nieguen la entrada".
-¿Qué acostumbras dejar en los teatros?
-"A veces se me queda el paraguas, y treinta años atrás, recuerdos muy húmedos".
 -¿En dónde acostumbras ubicarte?
-"Atrás, al lado derecho".
-¿Te han puesto los pies en la nuca?
-"No, pero una vez una bella chica recostó su trasero: no recuerdo en qué película fue".
-¿No temes que de repente te sorprenda la parca en la oscuridad?
-"Al contrario, lo deseo".
-Sería una bella muerte en tecnicolor...
-"Yo preferiría una película de Bogart, en blanco y negro".
Réquiem por un hombre que, a su decir, fue una película en blanco y negro, tocada de emoción y de nostalgia

jueves, 24 de junio de 2010

Edith Shain- El inapreciable valor de ser besados

Ayer, 23 de junio de este año, que no es de gracia, la enfermera Edith Shain sucumbió al peso de sus 91 años, pese a que fue una mujer afortunada que supo lucir con gracia e inteligencia su generosidad de cuerpo, espíritu y mente, en una época en la que, al parecer, el falso moralismo y la hipocresía estaban menos exacerbados que en nuestro engañosamente "moderno" siglo 21. Edith fue la enfermera a quien un marinero anonimo propinó el beso que registró en su cámara el fotográfo Alfred Eisenstaedt el 14 de agosto de 1945 en Times Square (N.Y.). Treinta años después, Edith le escribió a Eisenstaedt para informarle  que aquella mujer de su retrato, publicada en la Revista Life, era ella que por ese entoncestrabajaba en el Doctor Hospital de Nueva York. La identidad del marinero aún hoy es desconocida. Para su fortuna, aquel beso la convirtió en invitada a numerosos eventos de homenaje a las Fuerzas Armadas y a los soldados caídos en combate. A su memoria, un fragmento de Piedra de Sol de Don Octavio Paz.
  ...el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo,el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón,el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amor sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen...

sábado, 19 de junio de 2010

Si perdemos las voces de la ironía...De aquellas reseñas que sería mejor nunca tener que hacer

Pero, que son ineludibles porque, más allá de lo noticioso, que puede ser fácilmente superado por la Prensa Asociada y la gran cantidad de blogs especializados en crónica literaria, la muerte de un grande de la literatura universal nos deja un vacío que no podrán llenar otros escribidores, por brillantes y novedosos que puedan llegar a parecernos. Y, cuando, como si no fuese suficiente, la Huesuda se nos lleva dos de nuestros más críticos y respetables intelectuales iberoamericanos... Este viernes 18 de junio, a sus 88 años, el escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués José de Sousa Saramago ha emprendido "El viaje del elefante" hacia "La Caverna", para ser testigo directo de "Las intermitencias de la muerte" en una digresión definitiva. Don José Saramago (Azinhaga, Santarém, Portugal, 16 de noviembre de 1922 - Tías,Las Palmas, España, 18 de junio de 2010), quien en 1998 recibiera de La Academia Sueca el Premio Nobel de Literatura, por su capacidad para «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía» nos deja el recuerdo de una venerable persona cuya reciedumbre moral y madurez intelectual le permitían plantear con su mordacidad característica su crítica a las organizaciones religiosas, su desprecio por el actual Primer Ministro italiano, a quien se refiere en uno de los textos como la Cosa Berlusconi y su pasión por los autores ibéricos. ¿Qué otro temperamento podría esperarse del hijo de José de Sousa y Maria da Piedade, una pareja de campesinos sin tierra, a quien un funcionario del registro civil decidió encabalgarle en el registro el apodo de la familia paterna (Saramago, en español "Jaramago", nombre de una planta herbácea silvestre de la familia de las crucíferas) ? De su prolífica obra novelística y poética he tomado estos versos para decirle Muito obrigado!


ATÉ AO SABUGO
Dirão outros, em verso, outras razões,
Quem sabe se mais úteis, mais urgentes.
Deste, cá, não mudou a natureza,
Suspensa entre duas negações.
Agora, inventar arte e maneira
De juntar o acaso e a certeza,
Leve nisso, ou não leve, a vida inteira.
Assim como quem rói as unhas rentes.

HASTA LA CARNE
Otros dirán en verso otras razones,
Quién sabe si más útiles, más urgentes.
Éste no cambió su naturaleza,
Suspendida entre dos negaciones.
Ahora, inventar arte y manera
De juntar el azar y la certeza,
Se lleve en eso, o no, la vida entera.
Como quien se muerde las uñas cercenadas.

Hoy, 19 de junio Don Carlos Monsiváis Aceves (Ciudad de México, 4 de mayo de 1938 - Ciudad de México, 19 de junio de 2010) decidió acompañar al nobel lusitano. Monsiváis, uno de los escritores más importantes del México contemporáneo, fue además una imagen pública fácilmente identificable y estimada. Sus posturas políticas y su actividad crítica lo llevaron desde el inicio de su carrera periodística a estar al tanto de todos aquellos fenómenos literarios, sociales y culturales que implicaran un desacato al conservadurismo, al autoritarismo y al orden establecido. La ironía, inclusa en su sátira política como crítica mordaz frente a la realidad intolerable, es un elemento constitutivo, sino el esencial, de sus textos. Un ejemplo de ello es su columna "Por mi madre bohemios" (que lleva décadas editándose en diversas publicaciones del país) en la cual expone la demagogia de las clases que gobiernan el país mediante una compilación de declaraciones de políticos, empresarios, representantes de la iglesia y otros personajes de la vida pública, para mofarse de su ignorancia o su visión limitada del mundo. Su temática recorre desde los ídolos populares (El Santo, Cantinflas) hasta personajes o acontecimientos que, como el movimiento estudiantil de 1968, el movimiento feminista y las figuras contestatarias de izquierda, implicaban un rechazo a toda posición intolerante y retrógrada. A pesar de tener más de cincuenta libros publicados, gran parte de su obra se ha difundido en periódicos, revistas, suplementos, semanarios y todo tipo de fuentes hemerográficas. De entre sus innumerables libros destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos(1995), Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000) y Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000), entre otros. ¡Abur, abur, Maestro! Que desde ese Paraíso etéreo de la Conciencia Colectiva su escepticismo redomado siga siendo el faro que guíe los acales recién botados al mar literario iberoamericano.

lunes, 7 de junio de 2010

Hasta la vista Omar Rayo QPD

El universo de las Plásticas es un mundo sui generis en el cual el artista debe ser un espectador de la guerra a muerte entre la "calidad" estética reclamada por la obra y la intensidad vital de los acontecimientos cotidianos que constituyen su anecdotario personal. Algunos se parcializan hacia los escándalos de droga y sexo, otros tienen que dedicar cada minuto de su existencia a amurallar la fortaleza que resguardará su obra para una imposible posteridad, otros se aprovisionan de un costoso curator... Hoy, siete de junio de 2010 se nos va el maestro Omar Rayo. Yo me declaro impedido para emitir un juicio objetivo e interesante sobre sus intaglios; pero encontré una excelente solución en un perfil que Fernando Gómez le hizo para su blog Museo Rayo en el 2003:
Perfil De Omar Rayo
EL PINTOR ERRANTE

Por Fernando Gómez
La biografía de Omar Rayo es tan entretenida como un libro de aventuras, hay viajes al corazón de la selva amazónica y paradas en los andes bolivianos. La escuela de Rayo fueron los viajes y los grandes maestros latinoamericanos; se graduó con honores, pero su carrera, además de premios y reconocimientos, también ha estado marcado por odios y las polémicas. 
La carrera artística de Omar Rayo empezó a consolidarse con un anuncio de periódico:''Curso de dibujo por correspondencia, Academia Zaer, Bueno Aires-Argentina''. Rayo que ya había iniciado su camino como dibujante amateur a la increíble edad de tres años, al pintar con carbón la sombra de un perro en la pared de su casa, no dudó en recortar el anuncio. Les escribió a los argentinos y a vuelta de correo recibió un sobre que le hizo temblar las manos: era su primer aproximación ''académica'' al arte. Tenia 16 años y sus oportunidades de convertirse en artista en un pueblo colombiano llamado Roldanillo eran bastantes remotas. En esa época, 1944, las escuelas de arte quedaban demasiado lejos para un muchacho de provincia. Pero Rayo era terco. Se defendió como pudo con las condiciones que le imponía un curso que le llegaba de la Patagonia. Realizaba sus planchas con juicio espartano y las enviaba de vuelta a la espera de un nuevo reto. Cumplió con todo y se graduó con honores. Cuando terminó el curso se dio cuenta de que apenas estaba empezando, ¿Se iba a convertir en caricaturista del pueblo? Agarró el diploma que le enviaron de Zaer y tomó rumbo a la ciudad más grande que conocía: Santiago de Cali.
En Cali se ganó la vida haciendo caricaturas para consultorios de médicos y despachos de abogados. Tuvo un paso fugaz por la naciente Escuela de Bellas Artes donde le dijeron que ya no tenía nada que aprender. No pudo ser estudiante y su trabajo como caricaturista no tenía mucho futuro: sus dibujos ya habían colmado todos los espacios que podían colmar, ''después de haber alcanzado cierta fama local conocí a alguien que me dijo que mi destino se hallaba en Bogotá. Y me dio un empujón definitivo. Vio mi trabajo y me regaló un pasaje de avión''. Ese hombre era el escritor colombiano Álvaro Mutis que, en ese momento, trabajaba en el departamento de publicidad de una aerolínea. Mutis, como todo el mundo sabe, como ya se ha escrito miles de veces, llegó a perder la libertad por ese tipo de actos filantrópicos con artistas y escritores. Pero con Rayo no se equivocó. Esta vez el joven aprendiz de artista no fue en busca de compradores de caricaturas. Fue al encuentro de la elite intelectual del país. En esos días, el cuartel general de los poetas era el café Automático. Rayo, según los recuerdos de José Font Castro, entró al café como todos los recién llegados:''pisando bajito, como escondiéndose detrás de ellos mismos, con la inevitable carpeta de papeles bajo el brazo —sus poemas o sus dibujos— a observar desde otras mesas a aquellas estatuas vivientes y a la expectativa de poder abordarlas. Así apareció la primera vez en el Automático un adolescente que llamaba la atención por su buen físico y especialmente por una estatura que traicionaba su íntimo deseo de pasar desapercibido''. Ese adolescente, sentado en el último rincón del café, los conquistó con sus travesuras con el lápiz, finalmente le dieron la bienvenida al grupo de elegidos y se ganó su admiración el día que los sorprendió con su primer intento pictórico: ''el maderismo''. Eran veinte retratos de los personajes más reconocidos del café dibujados con trozos de madera. Ese fue su primer paso a la fama. Los cuadros nunca se vendieron, pasaron a ser parte de la decoración del café y con ellos pudo pagar sus viejas deudas de aguardiente...
—¿Un Whisky? Desde hace años tengo este ritual: whisky a las cinco de la tarde.
Rayo interrumpe sus recuerdos por un rato. Se para de la silla de cuero que preside la sala de su casa en Roldanillo y toma rumbo a un mini-bar que se encuentra custodiado por una foto suya junto al poeta Pablo Neruda. Mientras sirve el trago de una botella de Chivas Regal señala un cuadro que está justo detrás de la silla y confiesa que, no hace mucho, tres o cuatro años, un político quiso llevárselo a cambio de ayuda estatal para el museo, ''lo mandé al carajo''.
Rayo tiene poco más de setenta años, vive entre Nueva York y Roldanillo, y a pesar de la edad todavía se mantiene fuerte y conserva su sonrisa tipo Omar Shariff. En el Pueblo no guarda ninguna clase de etiqueta ni posee ningún tipo de pose de ''hombre de mundo''. Normalmente se viste de paisano, zapatos sin medias, guayabera y pantalón blanco. Algunos de los habitantes más viejos del pueblo lo llaman por su nombre y a su paso le gritan algún ''Adiós, Omar''. Los niños, que son las personas del pueblo que más han disfrutado el museo, se le acercan con un respetuoso ''maestro''. Luego lo tratan como a un abuelo e, incluso, se dan licencias para alguna travesura. ''Hace años —dice Rayo—, estaba preparando una exposición en Hamburgo. Antes de empacar las obras decidí presentarlas en Roldanillo y, en uno de mis paseos por las salas, justo dos días antes del viaje, escuché el grito de una mujer, de la directora de un curso de colegio que iba de tour por el museo. Uno de sus alumnos quería clavarle una aguja a un cuadro. Era mi serie de esquinas abultadas y ese pequeño, dueño de una curiosidad incontrolable, tenia la intención de desinflar en cuadro''.
En la época de la del café Automático esos efectos de sus obras no habían hecho su aparición. Tampoco era ''maestro''. Era sólo un muchacho talentoso abriéndose camino. Nueva York apenas se le aparecía en sueños. Pero ya era conocido. Fue contratado por el diario El Siglo para realizar los rostros de los invitados a la Conferencia Interamericana de 1948 y por la revista Semana para hacer sus portadas. Inventó una corriente más, marcada por surrealismo, llamada el bejuquismo, en la que reemplazaba los trozos de madera de sus retratos por bejucos. Cuando todo apuntaba a que Rayo se convirtiera en el gran ilustrador y caricaturista colombiano, en un buen artista local, nuevamente le picó el bicho de partir. El embajador de España le ofreció una beca para viajar a Madrid a una escuela de bellas artes, pero él tenía otros planes. Ya había delineado un particular plan de estudios. Había ahorrado unos pesos y se los gastó en un viejo sedan amarillo con el que iba a recorrer América Latina. El auto lo dejó botado en Guayaquil y tuvo que continuar su periplo en buses, a dedo, en tren, en avión y en planchones por el río Amazonas. Llevó acabo el mismo método que había seguido en Bogotá: buscaba las principales figuras intelectuales de cada país y aprendía directamente de ellas. Consiguió que Guayasamín inaugurara una de sus muestras en Quito, conoció a escritores como Jorge Amado y Pablo Neruda, pero su principal descubrimiento fueron los indígenas en el trapecio amazónico. Llego hasta allá, al centro de la selva, gracias a un comerciante de tapetes indígenas que, a cambio de unos dibujos, lo llevó en su hidroavión. Con ellos aprendió técnicas de grabado y empezó a estudiar con detenimiento su geometría, y mientras aprendía, también encontraba el placer de comer carne de mico y a saborear con gusto una que otra delicia de las tribus amazónicas. Así transcurrieron cinco años de 1953 a 1958. Cinco años de viajes y experimentos. Pasó hambre en Montevideo, dibujó indígenas en Bolivia y Perú, en Buenos Aires pintó gatos y en Santiago de Chile estuvo a punto de quedarse en la calle y morir de frió durante el invierno. La dueña de la pensión en la que se hospedaba, luego de varios meses de no pago, le pidió que se fuera. No tenía una sola moneda en el bolsillo y, sentado en la Avenida O'Higgins, ocurrió el milagro. Un hombre pasó gritando que compraba ropa usada. Rayo tenía seis trajes Everfit que había traído de Colombia. Con la venta pagó lo que debía y compró un tiquete en un barco llamado Marco Polo que iba de Valparaíso al principal puerto de Colombia en el océano Pacifico: Buenaventura. Estuvo poco tiempo. Sé reabasteció de dinero y siguió su camino a Centroamérica y México. Y en México logró consolidarse como artista.
Rayo, hoy en día, divide su trabajo en los dos lugares en que vive. En Nueva York realiza sus bocetos. Deja que las ideas le ronden la cabeza un buen rato. Luego va en busca de un papel cuadriculado y elabora sus primeros dibujos. Los hace a lápiz, los repite con marcador. Les aplica color, los pega en una hoja en blanco, los titula y los guarda. Repite el proceso varias veces: en su apartamento, en la silla de un avión, en el sofá. En Nueva York se abastece de materiales, compra pinceles, lino blanco, bastidores de pino. Más tarde, en Roldanillo, antes de entrar en el estudio, se entretiene caminando por el pueblo. Ruega para que los días sean luminosos: se siente incapaz de pintar con lluvia. Finalmente se encierra en el taller y no permite que nadie lo interrumpa. No contesta el teléfono y el único ruido que soporta es el de sus discos compactos de flamenco y música japonesa. Esa rutina de artista consagrado no era posible en esos años de México. Rayo entró a trabajar al taller de grabado de la Esmeralda, en el D.F., donde se encontró con otros aprendices, José Luis Cuevas y un indiecito de Oaxaca, que en esa época poca hablaba poco español: Francisco Toledo. Rayo, para tener algo de privacidad, se ofreció a realizar la limpieza del taller en las noches. Ahí llevaba a cabo sus experimentos. Uno de ellos, que nació de un descuido, sería definitivo. ''Olvidé limpiar las planchas y, en el papel, quedó atrapado un trozo de cabuya''. Ese fue el inicio de la técnica que lo hizo famoso: los intaglios. Viajó a Nueva York y un galerista se entusiasmó con esos objetos cotidianos que salían del relieve de una hoja en blanco. Rayo les imprimía humor: eran tijeras o lápices doblados como si fueran trozos de cartulina, había frutas, mujeres desnudas. Su galerista no fue el único emocionado con el nuevo descubrimiento: sus obras fueron a parar a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Sus días en un piso frió y sin baño estaban a punto de terminar. Su obra explotó. Se empezó a hablar de él en Nueva York, ganó la bienal de Puerto Rico, el eco de su éxito llegó a Colombia. Y, paradójicamente, su éxito desató una guerra. Entre 1970 y 1971, sus mejores años desde que inició su largo peregrinaje, logró convertirse en un personaje odiado. Rayo todavía no entiende qué pasó. En 1970, luego de haber participado varias veces en el Salón Nacional de Artistas, recibió el primer premio. En ese momento, Juan Calzadilla, crítico venezolano que hizo parte del jurado, pudo describir la incomodidad que representaba Rayo para muchos de sus colegas al final de un artículo: ''¿Cuál iba a ser la reacción ante aquel primer premio a un pintor cuya 'mediocridad es conocido por todo el pueblo colombiano', según me pudo decir textualmente un artista que, al mismo tiempo que me lo decía, me fulminaba con una mirada que quería ser un rayo?''. Merino, el caricaturista de El Tiempo, el diario más influyente de Colombia, publicó una caricatura en la que resumía el (re)sentimiento de sus enemigos, un pintor le decía a otro: ''Tómalo con calma. Nos partió como un Rayo...". Al año siguiente, para confirmar su momento de estrellato, el Museo de Arte Moderno de Bogotá realizó su primera retrospectiva. Esta fue la presentación de la muestra:"Indudablemente el nombre de Rayo es muy conocido en Colombia. Sin embargo su obra —exhibida generalmente en el exterior— no ha tenido oportunidad de mostrarse ampliamente al público colombiano. Por ello resulta de especial interés contrastar ahora un vasto conjunto de su creación —y no solamente una muestra parcial— con el ambiente artístico del país, y enfrentarnos a Rayo con la seriedad y profundidad a que su obra tiene derecho''.
Las palabras que escribió la directora del museo, Gloria Zea, tienen tanta pertinencia como hace treinta años. Rayo ha sido el ''pintor maldito'' de Colombia. Hace poco más de 15 años que no tiene una exposición de grandes dimensiones en Bogotá. Lo conocen, lo respetan y, prácticamente, todo el mundo tiene conciencia de su obra. Pero fuera de Roldanillo, al menos en Colombia no existe. No es un artista demasiado ''expuesto''. Cuando viene a Bogotá se siente extraño. No sabe si ir o no a la inauguración de una muestra. Todavía no sabe si es un marginado o no. En la calle no pasa igual. No es raro que un estudiante lo reconozca y le pida un autógrafo. Algunas mujeres de edad se le acercan, lo besan y le dicen que todavía ''está muy buen mozo". Él se ríe, pero su coraza sigue impenetrable. Los golpes de hace treinta años no le sentaron bien. En el mismo año de su retrospectiva, en 1971, fue invitado a uno de los eventos más importantes en el mundo del arte: la Bienal de Sao Paulo. Ganó. Y la reacción de sus colegas no fue de alegría, sino de envidia. El diario El Tiempo, a través de cartas firmadas supuestamente por otros artistas, se lleno de mensajes desobligantes contra él. Esta es una de las mejores joyas': 'Mientras Tiziano es robado en Italia, en Sao Paulo, un bienal militar boicoteada por todos los artistas libres de América Latina, otorga unos dólares al decorador Omar Rayo. ¡Vivan los ladrones de Tizianos! ¡Viva la verdad! ¡Abajo el clan de azafatas internacionales! Sus nenedocs. ¡El gorilato suramericano y la prostitución del arte!''. La carta estaba firmada por el artista Pedro Alcántara que al igual que Leonel Góngora y Carlos Rojas, envió una carta de su puño y letra para que se corrigiera la información: ellos no habían escrito los panfletos contra Rayo. Pero el daño ya estaba hecho. La polémica siguió su rumbo. Escribieron que el premio no era un primer premio, sino un cuarto lugar. Merino de nuevo afiló su lápiz. Su caricatura presentaba a un grupo de pintores que veían como un rayo caía sobre la ciudad de Sao Paulo. El texto era otro juego de palabras: ''¡Caray! Nos están tirando RAYO...''.
El desenlace de la pelea tuvo un final que, para sus detractores, resultó ser una patada: su museo, en muchos círculos, fue visto como ''un monumento al ego''. Rayo regresó a Colombia, recibió varias condecoraciones, el Presidente de la República le hizo un homenaje y, en su pueblo, en una especie de desagravio, el alcalde de Roldanillo le regaló un terreno, la antigua plaza de mercado, para que hiciera una casa de la cultura o una de recreo. Rayo no sabía qué hacer con ese pedazo de tierra. Fue a México y allí, un viejo amigo suyo, el arquitecto Leopoldo Gout, le propuso construir un museo que, a la postre, logró imponer a Roldanillo en el mapa no sólo de Colombia, sino en el resto del planeta: Ahí se han exhibido litografías de Goya, obra gráfica de artistas como Vicente Rojo y su viejo amigo José Luis Cuevas, ¿artistas colombianos? Pocos. Rayo, sin embargo, prosiguió su vida por fuera, expone en todas partes, España, Japón, Alemania, China, lugares tan inhóspitos como Nueva Zelanda. Su obra continuá su propio rumbo. Rayo se concentrá en su principal descubrimiento plástico: la tridimensionalidad en espacios planos. Ha hecho miles de variaciones sobre el mismo tema. Se encerró a buscar la perfección como lo han hecho todos los maestros: Botero y sus figuras gordas, Manzur y los San Sebastianes, Obregón y sus barracudas y cóndores, Edgar Negret y Ramírez Villamizar con la escultura abstracta, Ana Mercedes Hoyos y el pueblo de Palenque. Rayo, a diferencia de los otros, sigue siendo el artista maldito. Un artista que, sin embargo a dado una lección de coraje. Rayo es un capítulo vivo de la historia del arte Colombiano. Es único. Hoy en día nadie tiene la perspectiva de una búsqueda personal tan intensa. Las carreras de todos los artistas alcanzan a tener cierto parecido. Todos van cinco años a la universidad, cuando quieren viajar, buscan una beca para seguir estudiando en el exterior, a encerrarse en otra universidad. Rayo no lo hizo y se convirtió en maestro. Es un ejemplo de terquedad y talento. Ya es hora de reconocerlo. A él y su obra.