miércoles, 1 de febrero de 2012

Patafísica sobre los "fines" del mundo

L
a perplejidad humana ante la vastedad de la nada genera el presentimiento de los límites de la individualidad. Es una sensación angustiante cuyo pulso inclina la conciencia hacia la búsqueda de explicaciones a las causas y los "propósitos" de la existencia. Para ayudarse en esa búsqueda especulativa, la humanidad se ha provisto de nociones, métodos y definiciones, los cuales, a fuerza de repetición cantinélica han terminado convirtiéndose en "revelaciones" místicas, elucubraciones filosóficas o "descubrimientos" científicos. Pero, tanto en el ámbito esotérico de la religión, como en las divagaciones del razonamiento filosófico o el quehacer a tropezones de la experimentación científica, esas "explicaciones" han tenido que fundarse en un constructo de CONTINENCIA (entiéndase como capacidad de contener). Es a partir de ese sentir-se "perteneciente a" y "contenedor de " que los seres animados hemos podido iniciar el proceso de concienciación que nos hace posible la auto-constitución como Ser-en-el-Mundo.
Por acción de esos eventos paradojales que sólo pueden ser aludidos en las connotaciones "contradicentes" (perdón por el terminajo, pero no conozco en español un término afín que no denote "contradicción", el cual resultaría impreciso) de la Dialéctica, toda SUBJETIVACIÓN ANTE EL MUNDO (proceso ineludible mediante el cual los seres vivos nos ínter-relacionamos) se realiza en la OBJETIVACIÓN DEL MUNDO ("brújula" sin la cual nuestra conciencia se perdería en un océano de sinsentidos).

De Universos y Mundos como "creación" humana
Para anclar en la inteligencia la noción unificadora de Realidad, la filosofía occidental ha postulado estructuras de referenciación {aquellas denominadas CATEGORÍAS por Aristóteles y Kant -click en ellos para descargar en pdf}. Pero, más allá de esas Categorías, en un entramado significante de "reducción" por Agrupaciones y Clasificaciones la inteligencia comprensiva pretende sintetizar la intuición de la Totalidad en la noción vaga e indefinida de Mundo. Un Mundo es una parte nocional de UN Universo; pero UNIVERSOS puede "haber" tantos cuantos nuestra conciencia pueda articular en su proceso de subjetivación. Para no lucir demasiado hierático, le doy como ejemplo este en el que Usted y yo nos encontramos en este momento: En el Universo de la Web cada internauta es un "Mundo", Usted el suyo, yo el mío... El planteamiento se hace complejo cuando vemos que cada "internauta mundo" es a su vez un Universo en cuya galaxia orbita un sistema satelital de mundos (afectivo, profesional, social, cultural, etc.). Es este un ejemplo aplicable al conjunto ilimitado de "universos posibles", cuya "creación" dejo a modo de ejercicio libre a la imaginación de Usted, amable lector(a).
Agrupar y Clasificar son, además, un paso esencial para la Objetivación, en la medida en que permiten a una porción de nuestra mente aprehender la fenomenología de las Cosas, las cuales, al entrar en nuestro campo cognoscente son constituidas en "nuestros" OBJETOS. Agrupar y clasificar son, pues, actos inherentes a la apropiación intelectiva del Mundo y, como tal, son practicados por todos los seres vivos como acciones suficientes para su supervivencia como seres tangibles.
Llega el Destino trayendo los Ciclos que deben cerrarse
No obstante, los humanos, que somos expertos en inventarnos complejidades ajenas a la naturaleza del Azar, le hemos introducido a nuestras relaciones con el Mundo el imaginario de una entidad metafísica con voluntad autónoma que pergeñaría los "programas existenciales" de los seres humanos con base en un sistema complejo de asociaciones por "DESTINO" (Concebida por el relato mítico para justificar el universo ilímite de posibilidades de evolución humana, Ananké habría sido la madre de las Moiras y la personificación de la inevitabilidad, la compulsión, lo inexorable. En la mitología romana fue llamada Necessitas {‘necesidad’}). Ananké fue entrelazada a Chronos (tiempo), porque es inconcebible la idea de Destino sin la pre-conciencia del Tiempo; pero de la mano del "dios" Tiempo llegarían, por derivación lógica, las divisiones por "ciclos" de los eventos naturales y la cuantificación por "períodos" de la interacción humana con la naturaleza. Y es a causa de esa división por ciclos, de esa cuantificación de momentos, que fue introducido en la psique humana el prurito segmentador de toda actividad  en períodos pareados de "principio y fin" y "vida y muerte". Dado que toda búsqueda de comprensión pone en evidencia el vacío de circunstancias complementarias, se hizo necesario "llenar" con "sentidos" esa transición entre comienzo y final.

Imposible resumir en una entrada de blog la génesis y evolución del proceso epistemológico; sin embargo quiero tocar tangencialmente dos de esos factores "dadores de sentido" de la existencia humana. El primero es la concepción de un "Principio Superior", una deidad autoritaria bajo cuya alegoría antropomorfizada nacieron reyes y prosperaron "héroes". El segundo es el establecimiento de pautas de desarrollo; es decir, modelos a seguir o Paradigmas, como los denominó Thomas Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas  (click para descargar). En el primer factor se albergaron la fe en la existencia de seres "superiores" y la esperanza en que la transición vida/muerte fuese hacia un espacio atemporal liberado de los límites del principio y el fin (Eternidad). Dioses, semidioses, reyes y héroes poblaron el imaginario de una  humanidad estremecida ante la voracidad de La Nada. El segundo factor, los Paradigmas,  agrupa todas aquellas opciones que la humanidad debió tomar en un momento decisorio de su desarrollo. La agricultura, el pastoreo, la forja de metales, las Polis, las campañas de conquista, el comercio, la ciencia y la tecnología, entre muchos más, son modelos que, convertidos en Cultura, determinan el carácter y grado de evolución de una comunidad humana.


Encadenados todos y cada uno de esos "modelos" en una línea temporal determinada como Devenir histórico, se hace relativamente fácil calcular las fases y sus duraciones para "predecir" un evento y su desenlace. Es posible observar como, a lo largo de la historia humana, en todas las culturas, recurriendo al uso de rituales y adminículos “esotéricos”, los teratólogos, oniromantes, runólogos, nigromantes, rabdomantes, lecanomantes, hepatóscopos, tarotólogos, quiromantes, Ichingólogos, etc. han podido advertir a sus conciudadanos sobre la inminencia de acontecimientos, generalmente catastróficos por aquello del temor humano a su retorno a La Nada. Es así como la historia de nuestra cultura nos relata la manera en que, asumiendo la imagen de sacerdotisas, pitonisas, profetas, astrólogos y demás taumaturgos, personajes como Elías, Tiresias, Casandra, Juan, Nostradamus, etc. trataron en su momento con discursos admonitorios, de llamar la atención general respecto de la urgencia de defender los valores vigentes de los cambios inexorables que representarían el fin de SU Mundo.
De un mundo que agoniza emergerán Mundos nuevos

Por causas cuya explicación aun está por ser abordada, parece haber indicios datacionales que fijarían la duración de los modelos de mundo entre doce y dieciseismil años. Quizás entre los vericuetos de las indagaciones al respecto yazca la razón de la "coincidencia" entre las Profecías Mayas del fín de su mundo en este 2012 y el agotamiento de los paradigmas de nuestra "cultura occidental", que se debate entre expandir los "beneficios" de su modelo democrático hacia las culturas colonizadas por su hambre de mercado o asistir pasivamente al desmoronamiento de sus instituciones primordiales cuya base constitutiva fueron los valores morales (familia, sociedad, escuela), la crisis  de sus ideales de riqueza (trabajo asalariado, acumulación de mercancías, ahorro de capital, representatividad democrática) y el agotamiento del valor de uso de sus instrumentos de trabajo (la rueda, la mecánica clásica, los combustibles fósiles, el papel...). Claro que los banqueros hacen hasta lo humanamente imposible por convertir los recursos naturales en cash, los políticos lo divinamente irracional para transformar los valores ancestrales en arcaísmos vergonzosos y los comerciantes lo imposiblemente racional para adaptar la desproporción de sus ambiciones al crecimiento de sus áreas de influencia (replanteamiento de fronteras, universalización de divisas, estandarización de maquilas...)
En su Breve tratado sobre la reforma monetaria Keynes advierte (Click aquí para descargarlo en francés) "Cuando la acumulación de riqueza no tenga importancia para tener un alto nivel social, habrá un gran cambio en los códigos morales" y, digo yo, cuando esos valores no tengan sustentación, el mundo cultural del que fueron su baluarte habrá llegado a su fin. El que surja no será "mejor" ni "peor", simplemente será un mundo nuevo, para el cual, aunque no quisiéramos, ya nos hemos venido preparando.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La vendedora de fósforos - Un clásico de Navidad


Pongámosle un toque de sentimiento a esta época de recogimiento familiar. Convoquemos al Espíritu navideño con este cuento clásico de  Hans Christian Andersen.

 La vendedora de fósforos
Era Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos. Caía la nieve y la noche se venía encima. ¡Qué frío tan atroz! 
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas que su madre ya había usado, tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. 
Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!
Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

La macabra danza de los pacificadores

Desde los míticos tiempos de Homero, aquel ciego cronista de la Grecia oscura, los invasoress torturan y asesinan a sus enemigos y exhiben las piltrafas a los aterrados perdedores. Es un comportamiento atávico impreso con hambre, miedo y odio en los genes más salvajes de nuestro instinto de primates. La saga de nuestra evolución ha pintarrajeado de heroismo, justicia o privilegio divino las atrocidades que unos individuos (al amparo de SUS leyes) aplican sobre otros (satanizados y criminalizados por leyes espurias) 
Baste leer algún episodio de la historia universal para asistir con ojos de angustia a la macabra danza de los héroes, conquistadores, misioneros y toda esa laya de asesinos, violadores y saqueadores que se han acostumbrado a adquirir poderes sustentándose en el terror, el dolor y la muerte. Asi, pues, que unos individuos, descendientes de una genealogía de usurpadores, consideren necesario llegar “hasta las últimas consecuencias” para conservar su apropiación de los capitales y el poder sobre las personas, es algo que uno acaba tolerando por la fuerza de la claudicación impuesta.
Pero, con lo que no se puede estar de acuerdo, ya sea por un obsoleto sentido de la dignidad o por ingenua creencia en el respeto a la ética como única tabla de salvación del género humano; o, incluso, por un terco resabio estético que intenta exigirle a los "humanos" un comportamiento digno de los ideales de su especie, es que se pretenda hacérsele cómplice del frenesí antropofágico mediante la información tergiversada de los acontecimientos. Desde el pentagónico enroque del Worl Trade Center a inicios de la anterior década, nos han venido restregando el espectáculo de sus invasiones pseudojusticieras enmascaradas con el ya sospechoso antifaz de su "democracia".
Los hemos visto incendiar a Irak y a Libia, asesinando a sus gobernantes y continuamos observando impotentes cómo introducen en los paises de la Unión Arabe el tósigo de su "primavera".
Y la peste se transmite, en algunos casos no por contagio sino por emulación. En estos últimos tres años Juan Manuel Santos, ya sea fungiendo de ministro de la guerra o como presidente del pais de SU guerra, ha puesto en práctica las mañas aprendidas cuando fue alumno de la Escuela de las Américas para hacer ver su saña masacradora como un esperanzador instrumento de paz.
Que Luis Edgar Devia Silva (Raúl Reyes), Victor Julio Suárez Rojas (Jorge Briceño Suárez o Mono Jojoy) y Guillermo León Sáenz (Alfonso Cano) comandantes guerrilleros de las FARC murieran abatidos por bombardeos aéreos, es tema que podría admitirse bajo las circunstancias propias de una confrontación bélica (aunque la desproporción en el uso de la fuerza exige un análisis objetivo); pero que sus cadáveres fueran exhibidos en condiciones grotescas, con la complicidad de los medios, sin que ni un solo miembro de la sociedad civil hiciera sentir su voz de indignación, si deja en el ambiente la preocupante sensación de que la sociedad colombiana ha sido permeada por un odio irracional o por un miedo bastante racional. En cualquiera de los casos, todos salimos perdiendo.
Como para aportar una pequeña ilustración sobre la naturaleza de los hechos y la caracterización ideológica de uno de sus actores, adjunto la carta que el médico cardiólogo Rodrigo Londoño Echeverri (Timoleón Jiménez o Timochenko), quien asumió la comandancia del ejército guerrillero, le envía al presidente de Colombia. Ud. amigo(a) lector(a), léala, saque sus conclusiones y, lo más importante, deme su opinión.
Así no es, Santos, así no es
Todos tenemos que morirnos, Santos, todos. De eso no va a escaparse nadie. Unos de un modo y otros de otro. Unos por una causa y otros por otra. Algunos escogen una muerte heroica, gloriosa, profundamente conmovedora. Otros prefieren morirse de viejos, de un infarto o diabetes, tras una larga enfermedad en una cama o endrogados en medio de un burdel. Es como la vida, unos prefieren pasarla haciendo dinero y engordando como cerdos, o practicándose cirugías para conservarse jóvenes, pisoteando a los demás y dándose ínfulas. Otros escogen caminos más nobles. Y son muy felices así. Es un asunto de conciencia. Pretender intimidarlos para que acepten vivir como los primeros es un error.
Y todavía más grave es matarlos. Pretender exhibirse como modelo de civilización y decencia dando la orden de despedazarlos a punta de bombas, plomo y metralla. O como sea. Por ejemplo, de dos balazos por la espalda cuando se llega en la noche a casa. O molidos a golpes en una celda. O desmembrados con una motosierra. O con la cabeza mochada a machete. Al expresar el dolor que la torturaba por la muerte de su Jefe, decía una guerrillera que hombres como él quedarán para la posteridad y el pueblo los recordará como lo que fueron, inmortales. Otro enviaba una nota a sus mandos diciendo, aquí estamos para ayudar en todas las tareas que ustedes nos orienten. Les brindamos nuestra solidaridad en este momento.
Yo no sé. Pero eso de ostentar poder y mostrarse amenazante y brutal, no puede ganar las simpatías de nadie. De nadie que no sea ostentoso y brutal como el que lo hace. La historia nos enseña que a la inmensa mayoría de seres humanos les repugna ese tipo de fanfarronadas. De niños aprendemos que sólo los ogros más malvados suelen actuar de ese modo. Y con el tiempo aprendemos a asociar esas conductas a los seres más perversos. Matar salvajemente a un ser humano, con métodos notoriamente desproporcionados, para pararse sobre su cadáver y señalar a otros que les tiene reservado el mismo tratamiento, tiene la virtud de producir un efecto contrario. Ningún hombre se dejará humillar de ese modo.
Homero fue un maestro en desentrañar el alma. Tras dialogar con Príamo, Aquiles comprende la dimensión de los troyanos y la bajeza de la causa griega. Asume lo miserable de haber paseado el cadáver de Héctor, atado a su carro, frente a sus seres queridos y su pueblo. Por eso decide inmolarse en la refriega, para no aparecer como vencedor con ese ejército. Son los gestos de grandeza moral los que hacen imperecederos a los hombres. Sólo las mentes más enfermas y enajenadas pueden sentir alguna simpatía por Adolfo Hitler. Aunque en su momento muchos lo hubieran aplaudido. El tiempo terminó por ubicarlo en el infame lugar que le correspondía. Creo que a los Santos y Pinzones les reserva una suerte similar el destino.
No puede ser de otro modo. El grado de ruindad moral que exhiben horroriza al más sano de los juicios. Muy poca gente conoce en el reinado de cuál emperador romano fue crucificado Jesús. Pero creo que por encima de las propias creencias, en todas partes se profesa el más elevado respeto por él. Porque prefirió el suplicio y la cruz antes que renunciar a sus ideas. Y porque esas ideas abrigaban un altísimo grado de humanidad. Eran buenas, buscaban la felicidad general, ensalzaban a los pobres e incluso fustigaban a los ricos, proclamaban que todos los hombres eran iguales. Sólo proponía a hombres y mujeres que lo abandonaran todo y lo siguieran en la propagación de esa fe, de esa verdad, decía. Pero lo coronaron de espinas, lo abofetearon, lo crucificaron y lancearon. Se burlaron de él. Habían preferido liberar en su lugar al peor de los criminales. Sin embargo fue ese Cristo el que los sobrevivió a todos. Pese a que hubieran perseguido por siglos a sus seguidores. De nada sirvió arrojarlos a los leones ante la aclamación general de la plebe en el circo.
Esta gente lleva medio siglo en esto, Santos. Algunos, de cabeza blanca, cuentan historias de sus días en Marquetalia. Otros hablan de los años en el Guayabero, de los primeros diálogos cuando Belisario. Hasta afirman que si entonces el gobierno hubiera pensado mejor, las cosas en el país hubieran sido muy distintas. La soberbia ha podido más que la razón. Muchos cuentan experiencias de la guerra integral de Gaviria y su creación de las brigadas móviles. Y muchísimos más vivieron aquí lo del Caguán. Una enorme masa llegó después a estas filas. En ese devenir, seguramente, se han presentado múltiples deserciones y traiciones. Pero no ha sido lo determinante. Son más y más los revolucionarios y cuadros convencidos.
Esta gente ha construido una epopeya sin antecedentes en ningún lugar ni época histórica. No hubiera sido posible sin el más extraordinario altruismo. Ni siquiera las fuerzas especiales del Ejército pudieron operar en el terrible invierno de esas abruptas cordilleras guerrilleras. Pero allá mismo viven ellos, aman, sueñan un mundo mejor y luchan por conseguirlo. Primero, entre groseros chistes, exhibieron el cuerpo despedazado de Raúl Reyes. Después recogieron exultantes la mano arrancada a Iván Ríos. Rugieron orgullosos más tarde cuando con toneladas de bombas quitaron la vida al Mono. Ahora, llorando de felicidad, dan el parte ensangrentado sobre Alfonso. Macabro rostro el de esa bella democracia.
La cabeza de José Antonio Galán, así como cada una de sus extremidades, exhibidas a manera de escarmiento para evitar otro alzamiento comunero, no lograron impedir la gesta por la independencia. Ni su triunfo. El pueblo empeñó en ello miles de muertos y heridos, gran ruina y enormes sufrimientos. Hubiera sido mejor de otra manera, pero la Corona no quiso. Las FARC son miles y miles de revolucionarios que soportan las más duras condiciones porque creen firmemente en su causa. No ganan un solo centavo, no poseen nada material, el movimiento les da lo que necesitan. Y el movimiento son todos ellos. Son una impresionante creación histórica, aquí, en Colombia, ante nuestros ojos. Así no es Santos, así no es.

Timoleón Jiménez Comandante del Estado Mayor Central FARC-EP
Noviembre 2011

sábado, 17 de septiembre de 2011

Y ya que hablamos de amor...

Otro dia, como el de hace uno, dos, cinco, diez... y más años, incluidos los por venir, en que los ilusos mortales colombianos nos dejamos imbuir del espíritu mentiroso que nos vende una fugaz sensación de amar y ser amados a cambio de un gesto en especie (Detalle,le llaman ellas, pero igual, pagadero en cash). En fín, para unirme a la celebración (en el mejor de los sentidos) anexo esta maravilla de video. Albergo la esperanza de que les dé qué pensar.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Julio Cortázar, cómplice de Cronopios, detractor de Famas

 
Se nos pasó el 26 de agosto sin celebrar como es debido los 97 añitos que hubiese cumplido el Cronopio mayor (aunque uno podría sospechar que era un Fama renegado) Julio Florencio Cortázar Olvido imperdonable para cualquier aprendiz de plumífero, que debería tener en el backup de su bagaje, o al menos en la bandeja de entrada de sus lecturas de formación, la carpeta de uno de los más depurados y retadores creadores de la literatura universal. Julio Cortázar (argentino nacido en Ixelles, distrito de Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914 durante el período de ocupación alemana y retornado en el "autobús" a pasar "La noche boca arriba" en su "casa tomada" de París, Francia, el 12 de febrero de 1984) es considerado uno de los autores más innovadores y originales de la literatura universal. 
Maestro de la narración breve y la prosa poética marcó con García Márquez, Vargas Llosa y Carlos Fuentes el punto cúspide del fenómeno literario conocido como el Boom Latinoamericano en cuyo entorno se creó y difundió el gran conjunto de relatos en prosa y en verso que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica al romper los moldes del relato clásico mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal, introduciendo a los actores en una vorágine de situaciones en las que se funden el momento histórico del espacio narrativo con las circunstancias propias de la psicología individual de los personajes; algo pocas veces visto hasta entonces (uf...ese párrafo me salió como tomado de Rayuela: no veía dónde poner los signos). Puesto que los contenidos de su obra oscilan en la frontera de lo real y lo fantástico, se le asoció con el Surrealismo y quizás no sea tan disparatada tal creencia. Júzguenlo Ustedes a partir de su amena y enriquecedora lectura. Yo, mientras, les dejo este botoncito.

"Viajes
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.
Comercio
Los famas habían puesto una fábrica de mangueras, y emplearon a numerosos cronopios para el enrollado y depósito. Apenas los cronopios estuvieron en el lugar del hecho, una grandísima alegría. Había mangueras verdes, rojas, azules, amarillas y violetas. Eran transparentes y al ensayarlas se veía correr el agua con todas sus burbujas y a veces un sorprendido insecto. Los cronopios empezaron a lanzar grandes gritos, y querían bailar tregua y bailar catala en vez de trabajar. Los famas se enfurecieron y aplicaron en seguida los artículos 21, 22 y 23 del reglamento interno. A fin de evitar la repetición de tales hechos.
Como los famas son muy descuidados, los cronopios esperaron circunstancias favorables y cargaron muchísimas mangueras en un camión. Cuando encontraban una niña, cortaban un pedazo de manguera azul y se la obsequiaban para que pudiese saltar a la manguera. Así en todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula. Los padres de la niña aspiraban a quitarle la manguera para regar el jardín, pero se supo que los astutos cronopios las habían pinchado de modo que el agua se hacía pedazos en ellas y no servía para nada. Al final los padres se cansaban y la niña iba a la esquina y saltaba y saltaba.
Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo así:
¡Crueles cronopios cruentos!. ¡Crueles!
Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas.
Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros. Y no invitaron a ningún cronopio, y solamente a las esperanzas que no habían caído en las trampas del rosedal, porque las otras se habían quedado con pedazos de manguera y los famas estaban enojados con esas esperanzas.
El almuerzo
No sin trabajo un cronopio llegó a establecer un termómetro de vidas. Algo entre termómetro y topómetro, entre fichero y curriculum vitae.
Por ejemplo, el cronopio en su casa recibía a un fama, una esperanza y un profesor de lenguas. Aplicando sus descubrimientos estableció que el fama era infra-vida, la esperanza para-vida, y el profesor de lenguas inter-vida. En cuanto al cronopio mismo, se consideraba ligeramente super-vida, pero más por poesía que por verdad. A la hora del almuerzo este cronopio gozaba en oír hablar a sus contertulios, porque todos creían estar refiriéndose a las mismas cosas y no era así. La inter-vida manejaba abstracciones tales como espíritu y conciencia, que la para-vida escuchaba como quien oye llover tarea delicada. Por supuesto la infra-vida pedía a cada instante el queso rallado, y la super-vida trinchaba el pollo en cuarenta y dos movimientos, método Stanley-Fitzsmmons. A los postres las vidas se saludaban y se iban a sus ocupaciones, y en la mesa quedaban solamente pedacitos sueltos de la muerte.
Inconvenientes en los servicios públicos
Vea lo que pasa cuando se confía en los cronopios. Apenas lo habían nombrado Director General de Radiodifusión, este cronopio llamó a unos traductores de la calle San Martín y les hizo traducir todos los textos, avisos y canciones al rumano, lengua no muy popular en la Argentina.
A las ocho de la mañana los famas empezaron a encender sus receptores, deseosos de escuchar los boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite Cocinero que es de todos el primero. Y los escucharon, pero en rumano, de modo que solamente entendían la marca del producto. Profundamente asombrados, los famas sacudían los receptores pero todo seguía en rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba atendido por una señorita que contestaba en rumano a las clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una confusión padre.
Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria. Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y en su reemplazo se designó a un distinguido autor de canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris. Este fama restableció el idioma nacional en la radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la confianza y casi no encendían los receptores. Muchos famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.
La foto salió movida
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles". Julio Cortázar, Historias de Cronopios y de Famas