jueves, 12 de noviembre de 2009

PERFORMANCE (Honores patrios)


Todas las tardes, a partir de las cinco, los pretorianos de Palacio se despliegan por la alameda, la calle real y los alrededores del bazar. Confundidos con la multitud algunos policías vestidos de paisano escuchan los rumores y espían los ademanes, mientras los francotiradores, desde sus atalayas, aseguran los posibles focos de inseguridad.
A la hora del crepúsculo, el senescal le informa a Su Excelencia que ya todo está dispuesto; entonces, el hombrecito emprende su exhibición vespertina. Montado en un rocín chiquito y escuálido chalanea lentamente por una estrecha senda custodiada por dos hileras de centuriones que lo miran de reojo y se muerden la lengua para no estallar en carcajadas. Con la mano izquierda en el pecho, sobre el corazón, y con la derecha asida fuertemente a las riendas, dueño de su tiempo y del de los demás, quiebra el pescuezo de su cabalgadura, le espolea los ijares y le grita pendejadas. Mientras en los altoparlantes callejeros, las emisoras de radio y los canales de televisión resuenan las notas del Himno Nacional que le rinde tributo a la gloria inmarcesible, al júbilo inmortal y a la sangre que vertieron los míticos héroes que lucharon por una independencia jamás lograda.
Su Excelencia se yergue sobre los estribos para calcular en la distancia el monto que debe cobrar a los inversores extranjeros por los derechos de fumigación sobre las extensiones cultivables de las verdes montañas, tasar los costos de explotación de los recursos maderables de los brumosos bosques, fabricar pretextos políticos para el aprovechamiento de las potencialidades hídricas de los caudalosos ríos y proyectar estrategias jurídicas para la apropiación de la riqueza petrolera de las extensas llanuras… Algunas veces, cuando el jamelgo hace algún movimiento inesperado, le da un par de tirones y lo amenaza con darle en la cara, marica, si no marcha como a él le gusta.
Todas las tardes, a la hora del crepúsculo, detrás del cordón de seguridad, se apiñan los campesinos desplazados, los obreros desocupados, los profesionales desempleados y los vendedores de chucherías para admirar la seguridad democrática con que cabalga su presidente. Los padres trepan a los niños sobre sus descarnados hombros. Los aúpan por encima de las impenetrables corazas de la soldadesca para que se dejen ver del presidente, admiren su don de mando y aprendan la lección, que nunca estará en ningún libro de historia patria, de que esa acémila sumisa y temblorosa a la que el tiranozuelo obliga a hacer piruetas en medio de una doble fila de militares armados hasta los dientes, es La Patria por la que todos ellos han sufrido y padecido tanto como lengua mortal decir jamás podrá.

martes, 10 de noviembre de 2009

De los parientes de Micky Mouse (Registro histórico)



En este país, desde tiempos inmemoriales, hay ratas de todas las pelambres. Las hay, como criadas en laboratorio, de blanco pelaje y hociquitos rosaditos, cebadas a punta del erario público. Hay otras más pequeñas, grisecitas y ariscas como mascota de vagabundo, que medran entre las oficinas públicas y se reproducen escandalosamente en época de elecciones. Y hay unas enormes, negras, ojisaltadas y dentonas,como adiestradas para pelear con gatos, especializadas en mutilar a los opositores del gobierno y en devorar las tierras y las propiedades de los campesinos desprotegidos. Pero, independientemente de su forma, tamaño y color, todas tienen en común, además del monstruoso tamaño de sus rabos, el gusto por deslizarse por entre las alcantarillas de la Plaza de Bolívar hasta llegar a las cloacas del Congreso Nacional. La generosidad burocrática y el proteccionismo gubernamental, que ve con buenos ojos la constante y abnegada labor de limpieza social desempeñada por estos servidores de la patria, estimularon su proliferación, hasta el punto de perder el control sobre la tasa de crecimiento de la roedora población, que acabó perdiendo todo sentido de prudencia o instinto de cautela. Llegó un momento en que se hizo corriente verlas aparecer en las páginas sociales, en los estrados judiciales y en las pantallas de los televisores. Ya nadie se atrevía a arrodillarse en los confesionarios de la Catedral Primada, a caminar por los pasillos del Congreso o a sentarse en los inodoros del Palacio de Justicia, porque en cualquier momento podría vislumbrar un ominoso bigote o unos ojillos saltones acechándolo desde un rincón oscuro.
Pero la situación más terrible se presentaba por los alrededores de la Corte Suprema... La cosa se puso tan peluda, que se hizo necesario tomar medidas extremas. Fue entonces cuando al Cónsul de Disneyworld se le ocurrió sugerirle al Señor Presidente de la República que, para matizar los efectos y prevenir eventuales manifestaciones de descontento rateril, ejecutara una operación relámpago de erradicación de micos, lagartos, cucarachas, palomas, ratas y demás alimañas que contribuían a la descomposición de la imagen pública del aparato de gobierno. Pero la Sociedad Protectora de los Derechos  de los Bichos Oficiales logró la institucionalización de los micos en los documentos del gobierno, hizo construir un pasadizo subterráneo para la legalización de lagartos y constituyó una oficina de prensa para cambiar la imagen pública de las cucarachas. De las palomas se ocupó la iglesia, que cercó sus campanarios con alambre de púas e implementó su estrategia con maíz envenenado. Sólo quedaron las ratas, que por agresivas, prolíficas y versátiles requerían medidas más drásticas.
Todas esas fueron las razones por las cuales, a eso de las nueve y cuarto de la mañana, se estacionó  frente al Palacio de Justicia una volqueta de Obras Públicas, de la que descendió una cuadrilla de obreros con taladros, varillas y equipos de fumigación.  Rápidamente quitaron  la tapa de la alcantarilla que estaba ubicada frente a la puerta principal del Palacio y se sentaron en el andén a tomarse unas agrias y a esperar órdenes superiores. Al rato comenzó a llegar una nube variopinta de periodistas que se atropellaban entre sí mientras instalaban cámaras fotográficas, equipos de filmación y micrófonos parabólicos. Como a las diez y veinte llegaron los militares en sus trajes de fatiga, con sus tanques, sus bazucas y sus artefactos pirotécnicos. Acordonaron el perímetro y trataron de alejar a los mirones a punta de insultos  y culatazos. En su jerigonza, un capitán de infantería le explicó a un periodista que el operativo dirigido contra los bichos del Palacio  tenía como finalidad defender la democracia, maestro.
Ya fuera la algarabía de los mirones, la intensidad lumínica de los reflectores, el ajetreo de los militares… o, simplemente, el presentimiento del holocausto, lo cierto es que ese día algo ahuyentó de aquel lugar toda forma de vida medianamente inteligente. El temor al fracaso cundió entre tropas y políticos. Entonces, a un asesor militar se le ocurrió atraer los bichos con un olor irresistible a comida fresca. Mandó poner en la carpa de los obreros unas cargas generosas de pan calientico, distintas variedades de queso, jamón serrano, perniles de pavo recién horneados y medallones de cerdo en salsa de ciruelas. En tres kilómetros a la redonda el aire se llenó de aromas familiares, que nos traían evocaciones de tiempos infantiles y nos llenaban la boca de saliva. Todo parecía estar bajo control, hasta el fatal momento en que un indigente logró abalanzarse sobre una pechuga soportando la lluvia de golpes, la andanada de corrientazos y los empellones de los periodistas. Eso fue como si la multitud se hubiera puesto de acuerdo en que cómo así que vamos a dejar que las ratas coman mejor que nosotros. Se mandaron todos en una avalancha imposible de contener. Ante el ímpetu de la acometida y sin espacio para maniobrar, quedaron inutilizados los cañones, los tanques y las furgonetas. Los periodistas, obedientes al severo código del manual de estilo, que les prohibía filmar a la plebe en manifestaciones públicas, abandonaron sus equipos y se mandaron a la lucha por algún trozo del ágape, algunos escoltas con su parafernalia cayeron de culos a la alcantarilla rebosante de mierda oficial, y los asesores extranjeros corrían despavoridos gritando que eso les pasaba por querer ayudar a esa mano de muertos de hambre de un país desteeleceado.
Finalmente, desde algún lugar de la hecatombe, un energúmeno militar chiquito, gordo y de bigote, tomó un walkie-talkie y les ordenó a los francotiradores disparar indiscriminadamente sobre la multitud que arrasaba con las viandas destinadas a restablecer los acuerdos de paz entre los actores armados de aquel apasionado país. Al día siguiente, el presidente de la república, que llevaba tres días escondido, apareció en la televisión con el rostro compungido, diciendo que la acción que los militares habían ejecutado sobre la turba enloquecida había sido un sacrificio necesario para mantener el orden y la cordura de la patria. Que él asumía toda la responsabilidad política.

Pero el juicio se lo tendrían que hacer las ratas, y éstas estaban muy ocupadas en trastear todos sus males a unas nuevas madrigueras.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Alda Merini, Chau, poeta QPD

"Navego como una sombra / en el sueño del día / y sin saber / me reconozco como tantos / inclinada sobre un altar / para ser comida quién sabe por quién". 

El primero de noviembre, de la mano de Claude Lévi-Strauss, Alda Merini, poetisa italiana (Milán, 1931) decidió ir a fumarse sus cigarrillos al monte Parnaso para arrojar las colillas en la Fuente de Castalia mientras juguetea con su inseparable collar de perlas. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al día, pero a sus 78 años sostenía que el tabaco le había alargado la vida. Considerada una de las voces más claras y profundas de la poesía italiana del siglo XX, se había iniciado en la literatura siendo aún una niña. Dedicó uno de sus primeros poemas al célebre banquero Enrico Cuccia. "Una vez me lo crucé por la calle y le dije: Yo tengo hambre. Él contestó: Buena señal. Ysiguió de largo". Supo narrar en sus poemas, con una frialdad casi ascética, el drama personal de albergar en su espíritu el despiadado huésped de la locura. "La poesía nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sueños, los muertos me visitan". En una entrevista reciente contaba que se volvió loca de dolor: "Murieron mis padres a la vez, cuando yo era muy joven. Y luego me separaron de mis hijas, no me dejaron estar con ellas. Fueron criadas por tres familias. No sé cómo encontré el tiempo para tenerlas. Se llaman Emanuela, Barbara, Flavia y Simonetta. Siempre les digo que no digan que son hijas de la poetisa Alda Merini, esa loca. Ellas responden que soy su madre y basta, que no se avergüenzan de mí. Me conmueven". Entre 1961-1978 estuvo recluida en manicomios, con algunos intervalos en los que volvía a su hogar para ser preñada; así nacieron otros tres de sus hijos, entre ellos Bárbara, su hija predilecta. Se casó con un tal Ettore Carniti (un panadero milanés) y una noche, cuando éste regresó a casa con sus ropas impregnadas del perfume de otra mujer, le rompió una silla en la cabeza. Él sobrevivió al golpe, pero a ella la llevaron al Paolo Pini, el viejo hospital psiquiátrico de Milán, donde permaneció hasta 1972. El recuerdo de los electrochoques (37) jamás la abandonaría. "Salir viva fue un milagro, allí se entraba para morir"."El lugar era "terror, odio, sombra y muerte, el infierno de Dante, pero hice amigos allí", "Ése fue mi Premio Nobel". En 1979 produce La Terra Santa, el libro con sus textos más intensos, en los que narra sus experiencias en el hospital psiquiátrico (publicado en 1984 por Vanna Scheiwiller). En octubre de 1983, dos años después de la muerte de su marido, se casó con el poeta Michele Pierri, con quien había entablado una relación telefónica, y se trasladaron a Tarento, donde establecieron su lugar de residencia por tres años. Durante ese periodo escribe los veinte poemas-retrato de La gazza ladra (La urraca ladrona, alusión a una famosa ópera homónima de Rossini) y terminó L'altra verità. Diario di una diversa (La otra verdad. Diario de una distinta). En 1953 , con 22 añitos, publicó su primer libro, Presencia de Orfeo. Escribió también prosa y aforismos, y en 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa. Su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Eugenio Montale. Se declaraba loca de amor por Rilke, y le gustaban Hölderlin, Valéry, Melville, Gide, Pirandello, Dante, Manzoni. Y en la vida: "Quasimodo, Manganelli, Montale, Raboni, la Spaziani. A algunos los amé y los tuve". Otros de sus libros son Testamento, Vuoto d"amore, Ballate non pagate, Superba è la notte, L"anima innamorata, Corpo d"amore, La carne degli Angeli.
Con el advenimiento del nuevo siglo, Merini parece reencontrarse con la espiritualidad que había creido querer ignorar: "Me he portado siempre como una gran pecadora y no me he arrepentido de nada", "No voy a la Iglesia a murmurar, pero Dios está aquí conmigo. Olfateo su olor. Dos cosas me convencen de la existencia de Dios: que no soy dueña de mi voluntad y que el océano Pacífico no pueden haberlo creado los científicos", dijo al diario La Repubblica en 2006. Esa convicción se ve reflejada en su producción de esta década: A L'anima innamorata (2000) le siguen otros libros con un marcado carácter místico, hasta el punto que tres de ellos tienen un prólogo de monseñor Gianfranco Ravasi: Corpo d'amore (2004), Poema della croce (2005) y Francesco, canto di una creatura (2007). Todos los textos de carácter religioso de Merini se publicaron en la editorial Frassinelli y estuvieron al cuidado de Arnoldo Mosca, estrecho colaborador de la poeta a partir de 2000. Pero, además de éstos, en 2002 se publica Folle, folle, folle d'amore per te (Loca, loca, loca de amor por ti, Ed. Salani), con una cita de Roberto Vecchioni, autor de Canzone per Alda Merini (Canciones para Alda Merini). También aparece Magnificat, un incontro con Maria (Frassinelli, 2002, con ilustraciones de Ugo Nespolo) y La carne degli Angeli (Frassinelli, 2002, con veinte obras inéditas de Mimmo Paladino). Ese mismo año recibe la Orden al Mérito de la República Italiana con categoría de comendadora.
En 2003 se edita Più bella della poesía è stata la mia vita (Más bella que la poesía ha sido mi vida), con textos y material audiovisual de la autora. En Einaudi aparece Clínica dell'abbandono, con introducción de Ambrogio Borsani y un texto de Vincenzo Mollica. El libro está dividido en dos partes: la primera, Poemi eroici (Poemas heroicos), con versos escritos a finales de los años noventa; la segunda, Clínica dell'abbandono (Clínica del abandono), con poemas de los últimos años, reproduce, con algunas variantes, el texto de Più bella della poesía è stata la mia vita. A finales de 2005 publicó Nel cerchio di un pensiero, teatro per voce sola (En el círculo de un pensamiento, teatro para voz sola, Crocetti Editore), fruto de los dictados telefónicos de Alda Merini a Marco Campedelli y Le briglie d'oro (Poesie per Marina 1984-2004) (Las bridas de oro, Scheiwiller). En 2006 se acerca al género negro con La nera novella (Rizzoli). Fue nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Mesina en octubre de 2007.
Una extensa y maravillosa producción poética de un alma vigorosa prisionera en un cuerpo que una vez más, en febrero de 2004, la internaría en el Hospital San Paolo de Milán por problemas de salud. Su precaria situación económica hace que los amigos de la poeta hagan una petición pública de ayuda y reciben apoyo de toda Italia. En internet, se pide desde numerosos blogs la intervención del alcalde milanés, Albertini. La escritora regresa finalmente a su casa de Porta Ticinese. En sus últimos años, puso letra a canciones de artistas como Milva, Lucio Dalla, Roberto Vecchioni o Giovanni Nuti.

Cara Federica
Cara Federicadiro come soffro
perche ci e dato tanto soffrire,
perche vediamo tagliare dalla terra
le nostre spighe migliori
anche io ero una spiga che cresceva nei campi,
credi Federica
i poeti non sono seminati da alcuno
li porta il vento della primavera.
Oggi per la mia donna e un giorno di liberta
ma per noi prigionieri dell arte
e un altro giorno di prigionia.
Non sono felice della mia morte
carissima Federica
eppure me ne dovro andare
Mucho que contar (cuánto hubiera dado Stefan Sweig por relatar su vida), pero el tiempo pasa y el espacio es breve. Chau, pequeña abeja furibunda, que sigas cambiando de color y de medida, como lo dejaste grabado en el perfil de tu blog.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Claude Lévi-Strauss: “La invención de la melodía es el supremo misterio de las ciencias humanas”

Nació el 28 de noviembre de 1908 en Bruselas (Bélgica), pero cursó el bachillerato  en París (Francia) donde,  pese a haber estudiado filosofía, derecho y sociología en la Sorbona, acabaría dedicándose a la etnología, porque se consideraba "malo" en filosofía: "Me convertí en antropólogo huyendo de la filosofía". Una ironía sofista, ya que Lévi-Strauss terminaría siendo clasificado en los círculos académicos como "etnólogo filósofo" en reconocimiento a sus valiosos aportes a los conceptos de raza, cultura y evolución que hicieron del respeto a la diversidad cultural un factor esencial en la construcción de las nuevas teorías sociológicas que apuntan en el sentido de la cohesión social como factor fundamental de la convivencia pacífica en un mundo globalizado. El Estructuralismo es un método propio de la lingüística estructural, Lévi-Strauss supo aprovechar su estadía en Nueva York para frecuentar algunos círculos intelectuales entre los que solía estar presente el lingüista Roman Jakobson, cuyos aportes le servirían de base para el perfeccionamiento de su método de investigación antropológica que intenta comprender cómo funciona el espíritu humano a partir del conocimiento de las estructuras mental y cognitiva que después extendió a otras esferas de la catividad cultural humana como la clasificación, la mitología, etc. Con una rigurosa metodología clasificadora, Lévi-Strauss demostró que los sistemas sociales y familiares de los pueblos ancestrales eran más complejos y sutiles que los de la llamada civilización occidental. Según su teoría, cada grupo étnico tiene una especificidad con la que contribuye a un legado común. Así lo dejó planteado en su bestseller Tristes trópicos, un recuento científico de su encuentro en la selva amazónica con una tribu hasta entonces desconocida, en el cual advierte de la extinción de culturas "primitivas" amenazadas por el "avance de la civilización". El libro se publica en 1955, pero narra la estadía de Lévi-Strauss en el Mato Grosso entre 1935 y 1939, período que aprovechó cuando desempeñaba su trabajo de profesor de sociología en la Universidad de São Paulo Al estilo de las Confesiones de Rousseau o los Ensayos de Montaigne, Lévi-Strauss parte de su subjetividad para plantear una reflexión general sobre la civilización occidental y el resto del mundo a principios de la segunda mitad del siglo XX. Es un testamento filosófico de lectura fácil y amena, más que un manual de complejas disquisiciones etnológicas . La alquimia conceptual de la intelectualidad europea de los años cincuenta, que mezclaba las ideas materialistas, marxistas y freudianas en un matraz de análisis sociológico, llevó a Lévi-Strauss a una antropología que fue calificada por muchos como “antihumana”, entre otras cosas por la disolución que supone de la persona. En 1967, las Conversaciones de L 'Express con diversos intelectuales recogieron, entre otras, estas declaraciones del Lévi-Strauss: “Es posible que nuestro mundo camine hacia un cataclismo o hacia una guerra atómica que extermine a las tres cuartas partes de la humanidad. En ese caso, el cuarto restante se encontrará en unas condiciones de vida bastante parecidas a las de las sociedades que estudiamos. Pero, incluso si se descarta esta hipótesis, podemos preguntarnos si nuestras sociedades, cada vez más grandes y cada vez más parecidas las unas a las otras, no tienden a recrear en su propio seno ciertas diferencias, centradas sobre ejes diferentes a los que ahora presiden el desarrollo de las similitudes”. Desafortunadamente, esas declaraciones no fueron comprendidas por algunos sectores que se sintieron atacados. Emmanuel Lévinas, por ejemplo, protestó por la reducción del lenguaje a un sistema de signos y la formalización matemática: “El pensamiento contemporáneo se quiere mover así en un ser sin trazas humanas, donde la subjetividad ha perdido su sitio, en medio de un paisaje espiritual que se puede comparar a aquel que se ofrece a los astronautas que, al llegar los primeros, ponen su pie sobre la luna donde la tierra misma se muestra deshumanizada” y remató : “El ateísmo moderno no es la negación de Dios, es el indiferentismo absoluto de Tristes trópicos".  Recuerdan de algún modo estas frases de Lévinas las declaraciones que Martin Heidegger hiciera a la revista Spiegel en 1966 mostrando su recelo ante ciertas actitudes del mundo actual: “Todo funciona. Esto esprecisamente lo inhóspito, que todo funciona y  que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si usted estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra“. ¡Pero, si es precisamente, lo que le molestaba a Lévi-Strauss!
Claude Lévi-Strauss hizo gala de su sentido del humor y escogió los límites entre la noche de brujas y el día de todos los santos para abandonar este mundo superpoblado y unidimensional que le representaba una grave amenaza a toda esta diversidad del ser humano y de sus culturas que tanto había defendido, "Pienso en el mundo en el que estoy acabando mi existencia, no es un mundo que me guste". El próximo 27 de noviembre hubiera cumplido 101 años. Una celebración que no habrá lamentado eludir: "Ami edad no se festejan los cumpleaños, cada año es un escalón en el descenso hacia la degradación física e intelectual". 
Si bien, escribió más de 30 libros, la clasificación oficial presenta una inevitable indecisión cronológica entre Tristes trópicos, su obra más difundida, escrita entre 1935-39 y Las estructuras elementales de parentesco (1948) su tesis doctoral. En lo que todos coinciden es en postular como su principal obra los cuatro tomos de Mitológicas,que escribió entre 1964 y 1971. El pensamiento salvaje (1962), otro de sus trabajos importantes, sostiene una tesis aparentemente sencilla: todos los procedimientos utilizados por los supuestos seres racionales, "civilizados"  y modernos, ya están presentes en el llamado ‘pensamiento salvaje’, lo cual nos permite comprender que nuestro pensamiento también es salvaje en muchos de sus modos. Sus principales obras: "Vida familiar y social de los indios Nambikwara" (1948), "Estructuras elementales del parentesco" (1949), "Razas e Historia" (1952), "Tristes trópicos" (1955), "Antropología estructural" (1958), "El pensamiento salvaje" (1962), "Mitológicas 1 - Lo crudo y lo cocido" (1964), "Mitológicas 2 - De la miel a las cenizas" (1967), "Mitológicas 3 - El origen de las maneras de mesa" (1968), "Mitológicas 4 - El hombre desnudo""Antropología estructural II" (1973), "La ruta de las máscaras" (1975), "La mirada alejada""Palabra dada" (1984), "La alfarera celosa" (1985), "De cerca y de lejos", entrevistas con Didier Eribon (1988), "Historia de lince" (1991), "Mirar, escuchar, leer" (1993), "Saudades do Brasil" (1971), (1983), (1994).

sábado, 31 de octubre de 2009

Ja, ja, ja...¡Terribles noches y dulces pesadillas!

RECETA CULINARIA PARA LA CENA DE MEDIANOCHE DE BRUJAS


Elfo en su salsa

Ingredientes:
-1 elfo (VIVO)
-100 litros de Biodiesel.
-8 beneficiarios de Agro Ingreso Seguro.
-300 desplazados.
-6 declaraciones de paramilitares extraditados.
-tierra de fincas ganaderas del Magdalena Medio.
-24 Huesos extraidos de fosas comunes.
-15.000 millones de dólares cuidadosamente lavados.
-Palma africana.
-Una pizca de TLC.
-1 Terna para fiscal general.
-1 generosa porción de referendo reeleccionista.
-7 bases militares gringas

Implementos:
-1 Caracol
-1 Rallador Casca Nueces (RCN)
-1 Tiempo
-1 Horno (Léase guerra cazada con los paises vecinos)
Procedimiento:


1)Preparar al elfo para rellenarlo: Es recomendable enrollarlo previamente en un traje de camuflado y unas botas pantaneras.  Importante: Sellarle la boca, ya que los elfos suelen morder en los momentos más inesperados. Pero no es problema,un elfo posee numerosos orificios naturales por donde se le puede meter el relleno sin necesidad de usar su boca(Diversos estudios han demostrado que un elfo puede ser rellenado con cerca de 50 kilos de informes antiterroristas extraidos del DAS o de algún computador) 
2)Mezclar el biodiesel con la palma africana. Trocear la tierra de las fincas ganaderas y los desplazados. Se desmenuza todo con la ayuda del RCN, se mezcla en el Caracol, se somete a el Tiempo y ya tenemos el relleno preparado. 
3)Arrojamos el Caracol, el RCN y El Tiempo contra el elfo. La idea es que los golpes lo ablanden un poco. 
4)Pelamos al elfo con una motosierra lo más mellada posible, para asegurarnos de que despelleje completamente al elfo.(El elfo suele no estar de acuerdo con este punto, pero un buen par de incursiones nocturnas a sus predios acabarán convenciéndolo de lo conveniente que resulta para la salud de sus parientes pelar la comida antes de comerla).  
5)Marinamos el TLC en una salsa de biodiesel, huesos de fosas comunes y lavadura de dólar. 
6)Ponemos al elfo ya relleno sobre la bandeja. Lo untamos de declaración de paramilitar o, en su defecto, de dato de computador de guerrillero. (Este paso debe hacerse muy DELICADAMENTE. Un elfo mal engrasado es propenso a explotar fácilmente. 
7) Espolvoreamos al elfo con Agro Ingreso Seguro y abundante referendo reeleccionista. Es recomendable tapar con algo (¿RCN, Caracol; El Tiempo?) la nariz del elfo, porque si llegase a estornudar podría perder su punto de cocción. 
8) Finalmente el elfo, que no habrá dejado de quejarse durante todo el procedimiento, nos comentará que algunos puntos de nuestro método de cocina no son de su agrado. La solución es fácil: Una base militar gringa. Un elfo con una base militar gringa en la boca no puede hablar. Pongamos, pues, la base militar gringa en la boca del elfo. 
9) Por último metemos la bandeja con elfo y guarnición en el horno y lo dejamos asar durante otros 4 años. Casi todos los cocineros orcos coinciden en este punto: Los elfos son más agradables y soportables despues de salir del horno tras 12 años. Están tan quietecitos, tan calladitos, y huelen tan bien...